Los seres humanos no somos clónicos, biológicamente idénticos, ni siquiera los gemelos monocigóticos («idénticos»). Las diferencias corporales también las hay en el cerebro, y determinan, en combinación con la educación y la experiencia, distintas maneras de sentir y percibir la realidad, y distintos estilos de respuesta. Cada uno está determinado por sus genes, por las circunstancias prenatales (durante la gestación), perinatales (en el parto y el primer desarrollo), y todas las que se producen a lo largo de la vida, en relación con la nutrición, la enfermedad, el trabajo, la educación o la experiencia; todas las circunstancias. Hemos descubierto además que las circunstancias de los padres o los abuelos también afectan a los descendientes que engendren. Además de las diferencias individuales, que nos afectan a todos de manera única, hay diferencias entre los dos tipos sexuales, varones y hembras, equivalente a la que se observa en casi todos los tipos animales, incluidos todos los mamíferos como nosotros. Esas diferencias sexuales están causadas por diferencias génicas (y cromosómicas) típicas, y se manifiestan en diferencias anatómicas, no sólo de los órganos reproductivos, y de comportamiento (aunque estas últimas están tan condicionadas por la educación diferenciada de los sexos, que es difícil saber con exactitud que parte se debe a la biología). La mayoría de los individuos presentan más o menos claras las características de uno de los dos tipos biológicos, machos y hembras, pero hay una parte, mucho más numerosa de lo que los hábitos sociales permiten que se sepa (los «raros», los que no encajan bien en uno de los dos tipos, tienden a ser poco visibles, porque los esconde su familia o se esconden ellos) que no responden bien a una u otra de las normas. Por ejemplo, hay ciertos individuos que son genéticamente masculinos pero que, por una proteína anormal de las membranas de sus células, desarrollan una anatomía externa totalmente femenina, lo mismo que su comportamiento (aquí tienes algunas, son mujeres XY); tienen vagina, pero no ovarios, y tienen testículos no funcionales, internos. Además de un 1 ó 2% de individuos que se apartan de los dos modelos de manera muy importante, los demás, los llamados normales, responden a la regla casi siempre de manera imperfecta. Por otra parte, hemos vivido durante milenios en sociedades que han partido de la diferencia biológica entre sexos y la han amplificado, de manera que es muy difícil saber qué diferencias de conducta son debidas a la biología y qué diferencias se deben a la educación. La tendencia a igualar los derechos y las oportunidades, que lleva dos siglos en marcha (demasiado lenta), ha dejado ya en evidencia muchos de los prejuicios que excluían a las mujeres de virtudes como el valor o la inteligencia, demostrando su falsedad. Si te has leído este tocho, es posible que puedas concretar aún más tus dudas; si lo haces miraré si veo algo que aportarte.