Yo soy de los que están en esa situación. Acabo este año el grado. Primero decir que han sido 4 años muy intensos. Cuando uno anda con tanto tiempo ocupado entre clases, hijos, curro, viajes en mi caso (León-Pamplona todas las semanas hasta 4 viajes por semana) hay que alterar la concepción clásica de que el día empieza a las 8 o 9 de la mañana. Yo la gran mayoría de los días de estos cuatro años me he levantado entre las 4 y las 5 de la mañana para estudiar hasta las 9 o 10 que entraba a clase. Son 4 o 5 horas que le ganas al día.
Otro punto importante considero el asistir a todas las clases que uno pueda y sacarles el máximo partido. Soy de la idea de que hay que exprimir a los profesores (en el buen sentido). Para ello tienes que controlar los contenidos que se van impartiendo en la asignatura, es decir, llevarla al día.
Quiero decir que la vida del estudiante que estudia de verdad, es, en mi opinión, en contra de lo que se suele decir, más dura que el mundo laboral.
Aun con todo, el balance que saco de la experiencia es positivo; y animo a todo el que de verdad sienta que quiere dedicarse a una profesión, por vocación y pasión, que haga escala en el mundo universitario el tiempo justo; no alargarlo más de lo necesario.