La necesidad de aprobación es una actitud frente a la vida, pero muy especialmente cobra relevancia en la relación con los demás. Dicha relación consiste en entregar el "ser", nuestra conciencia, a cambio de nada, en espera de que semejante acto de buena fe, sea correspondido, con lo que más se ansía, que es el reconocimiento. Este comportamiento tiene su raíz en un mal entendido y mal interiorizado concepto de la vida.
Se podría pensar que dicha necesidad, se reduce o se refiere a cumplir con los convencionalismos sociales para ser aceptado en un grupo, o vestirse correctamente para asistir a un evento, o a cualquier otro tipo de factor que tenga un efecto tribal. Sin embargo, esto solo es una visión sociológica del problema individual que es el verdaderamente importante.
Hace poco hablábamos de lo importante que es el reconocimiento y que hacemos lo que sea para obtenerlo, pues bien, la búsqueda de aprobación, es una forma mezquina de conseguir dicho reconocimiento. Se basa en adoptar un papel de sumisión frente a los demás. Si te fijas, normalmente la gente cuando habla trata de afirmarse a sí misma, pues quien sufre de necesidad de aprobación, se inhibe de tal afirmación y la pone en manos de otro, con lo cual se niega a sí mismo.
No hablaré de las causas porqué pueden ser variadas, pero sí de los síntomas. Solo diré que un factor clave es la represión. Quizá ahora sea menos frecuente, pero unas cuantas generaciones atrás, cuando la moral era distinta y las libertades también, la represión en la infancia y en personas mayores, era muy común. La represión proviene de varios factores, uno puede ser la miseria, y la propia incapacidad para superar las neurosis por la vida de uno mismo, que se dejan ver aun en épocas de progreso. En contrapartida, las generaciones actuales son como son, y no es casualidad que los padres de estas generaciones, fueran los niños reprimidos de entonces.
Depende también de cómo sea la persona afectada. Hay personas más fuertes que otras para soportar este abuso y a pesar de ello salir adelante, otras en cambio, pueden guardar secuelas, por las que sufren consecuencias pero que ni saben ni quieren reconocer.
El que tiene necesidad de aprobación, no ejerce su autoestima, no es que no la tenga, pero no la usa. El problema es que no se sabe sostenerse ante los demás. Duda a la hora de exponer sus gustos o deseos, frente a los demás, detesta la lucha, le cuesta saber lo que quiere, identificar sus gustos. Adolece de reconocimiento y le sobra negación de sí mismo. No es humildad, es una agresión que practica contra su ser, cada vez que se niega ante los demás. Puede parecer incluso que se afirma, cuando lo que hace es encontrar formas sofisticadas de buscar aprobación, mediante la concesión, el humor, la falsa amistad, la evasión al enfrentamiento o cualquier otra que no termine en acuerdo.
Si recuerdas lo que decíamos sobre la dialéctica del amo y el esclavo, el individuo aquí se suicida de entrada. No solo no desea someter al otro, sino que renuncia a su derecho a ser el amo y se entrega a ser esclavo sin más.
Su problema es que no se respeta lo suficiente a sí mismo y no lo hace porque no solo no le han enseñado a hacerlo, sino que se lo han impedido.
En una persona con este problema, subsiste una felicidad muy compleja, donde la relación con los demás, funciona siempre bajo un paradigma erróneo, que no deja que el verdadero individuo salga a la superficie. Es decir, quien necesita de aprobación de los demás, cree conocerse, pero en realidad no se conoce, porque la única fuente de conocimiento válida para conocerse es la experiencia. No vale creer que uno sabe lo que desea, sino lucha por ello, se expone y pierde, y no por ello se rinde sino que todo ese cúmulo de experiencia le confirma o desmiente si eso que desea lo desea realmente o era un espejismo. Por más que uno crea conocerse desde el pensamiento, eso no sirve para nada. Lo único que sirve en esta vida son las cosas que se experimentan. El humano es un ser práctico.
Como ya vimos, el motivo que frena al individuo es el miedo. Cuando un miedo se ha reafirmado a lo largo muchos años, no se quita fácilmente. Las consecuencias dependen como digo, de la forma de ser de la persona y de las circunstancias. La necesidad de aprobación, en el fondo es inseguridad en uno mismo y esa inseguridad puede haber sido provocada, pero al final es auto inducida porque la presión ha desaparecido pero el efecto permanece, por lo que es uno mismo quien se lo provoca, y de la misma manera se lo puede quitar.
Para saber si uno mismo padece este mal, tiene que analizar lo que siente cuando habla con los demás. Expresar libremente el punto de vista pero temiendo perder el respeto o simpatía de los demás. Ceder en las relaciones de amistad o de pareja el control a la otra persona. Si la intención que subyace en la persona, es agradar o contentar al otro, es señal de que existe esta necesidad. Evitar la confrontación o tratar de buscar siempre el acuerdo, es también síntoma de que se da excesivo valor a lo que piensan los demás. Lo que ocurre con esto, es que se da más valor al deseo de los demás que a los propios deseos. El deseo propio se somete a la aprobación de los demás, porque espera a cambio la aprobación, y esa necesidad está incluso por encima del objeto deseado. Su necesidad está más centrada en satisfacer su débil concepto de sí mismo que en obtener lo que desea.
Claro está que para estas personas, es un suplicio hacer aflorar lo que son realmente y conseguir lo que desean realmente. Su miedo al fracaso es doblemente mayor, ya que no se expone solo a no obtener lo que desea, sino al rechazo.
Podríamos decir que este problema equivale a un ego negativo, donde no solo no se ejerce el deseo de dominio sobre el otro, sino que uno se entrega al otro, sin condiciones, perdiendo así la dignidad de su ser.
Hay que tener amor propio, para sostener la propia dignidad, es decir, el propio ser, y valerse por uno mismo para conseguir de los demás y del mundo, lo que se desea. Por otro lado, cada uno debe poner el límite de lo que está dispuesto a hacer o no, para conseguirlo. Pero cuando la inhibición para no hacer algo, está basada en el miedo a lo que dirán, se incurre en la autonegación.
Hay que tener presente que vivimos en el mundo real, y que en estos temas y otros, se nos pone a prueba cada día. Es a través de cuestiones como esta, que podemos llegar a ver cómo somos. Digamos que la vida es un aprendizaje continuo y hay que estar pendiente de lo que uno necesita aprender.
El mal en este caso, es la necesidad de aprobación y para quien no sabe lo que es, probablemente resulte algo trivial, confuso, indeterminado, sin embargo no es nada de eso. Ocurre que cuando no se conocen las implicaciones, o no se ha trabajado a fondo un tema, todo parece superficial. No se puede poner el dedo en la llaga, sino se sabe donde está.
Ser consciente de las cosas que hacen daño, te vuelve responsable, y eso es bueno para uno mismo, y para los demás. Cuanto más consciente se es de la forma del ser humano, más acertada se vuelve la forma de actuar, porque el gran mal de este mundo es, como dijo Sócrates y no me canso de repetir, la ignorancia.