I. Hola amigo Jesús, perdón que o pude responder antes. ¿Cómo te sientes? ¿Cómo vas con la situación? Fíjate, si no es mucha molestia te animo a escribirme a mi correo [email protected] puedo darte mucha más información al respecto y seguimiento para ver el progreso, es un proceso que tomará tiempo. Pero puedes vencer el hábito.
Mira primero muchas gracias por la confianza y el aprecio. Aquí tienes un artículo antiguo que encontré, lo copié textualmente. De todos modos, escríbeme para ayudarte mejor, yo vencí ese hábito.
Los jóvenes preguntan...
¿Cómo puedo superar este hábito?
“Comencé a masturbarme cuando tenía ocho años. Tiempo después aprendí lo que Dios dice de ese asunto. Cada vez que caía en la tentación, me sentía muy mal y pensaba que Jehová nunca podría amar a alguien como yo. Estaba seguro de que no entraría en el nuevo mundo que él promete.”—Luis.
QUIZÁS tú, al igual que Luis, estés esclavizado al hábito de la masturbación. Sabes que a Jehová le complacería que no cedieras al impulso y que tuvieras autodominio, uno de los frutos de su espíritu santo (Gálatas 5:22, 23; 2 Pedro 1:5, 6). Pero a veces caes en la tentación y, tras cada recaída, te convences de que no tienes remedio y de que eres incapaz de obedecer las justas normas divinas.
Eso mismo opinaba el joven Pedro, quien explica: “Cada vez que recaía, me sentía terriblemente mal. Pensaba que lo que había hecho era imperdonable. Me resultaba difícil orar, y solía empezar diciendo: ‘Jehová, no sé si me vas a escuchar esta vez, pero...’”. Otro joven, llamado Andrés, relata una situación similar: “Me sentía muy hipócrita, y me costaba muchísimo levantarme por las mañanas y afrontar la rutina diaria. Además, se me hacía muy difícil asistir a las reuniones cristianas y participar en el ministerio”.
Si tu situación es parecida a la de Luis, Pedro o Andrés, no te desanimes. Ni eres el único ni eres un caso perdido. Muchos jóvenes y adultos han luchado contra el hábito de la masturbación y han sido capaces de superarlo. Tú también puedes lograrlo.
Cómo enfrentarse a los sentimientos de culpa
Como ya se ha mencionado, quienes ceden al hábito de la masturbación se ven invadidos a menudo por sentimientos de culpa. Sin duda, estar “entristecid[o] de manera piadosa” puede darte el incentivo que necesitas para superar dicho hábito (2 Corintios 7:11). Pero un sentimiento de culpa excesivo resulta contraproducente, pues puede desanimarte tanto que solo desees abandonar la lucha (Proverbios 24:10).
En consecuencia, esfuérzate por ver las cosas con equilibrio. Es verdad que la masturbación es una forma de inmundicia que puede ‘esclavizarte a diversos deseos y placeres’ y generar en ti actitudes que te corrompan (Tito 3:3). Sin embargo, no se trata de un tipo de inmoralidad sexual grave, como la fornicación (Efesios 4:19). Por lo tanto, no pienses que has cometido un pecado imperdonable. La clave está en no ceder al impulso y en no abandonar nunca la lucha.
Resulta fácil deprimirse después de una recaída. Cuando te ocurra eso, recuerda las palabras de Proverbios 24:16: “Puede que el justo caiga hasta siete veces, y ciertamente se levantará; pero a los inicuos la calamidad los hará tropezar”. Una recaída ocasional no te convierte en una mala persona. Así que no te des por vencido; más bien, analiza qué cosas te llevaron a reincidir y trata de evitarlas.
En lugar de recriminarte una y otra vez, dedica tiempo a meditar en el amor y la misericordia de Dios. El salmista David, que también tuvo sus debilidades, aseguró: “Como un padre muestra misericordia a sus hijos, Jehová ha mostrado misericordia a los que le temen. Pues él mismo conoce bien la formación de nosotros, y se acuerda de que somos polvo” (Salmo 103:13, 14). Jehová tiene en cuenta que somos imperfectos, y está “listo para perdonar” cuando cometemos errores (Salmo 86:5). Pero al mismo tiempo, desea que nos esforcemos por mejorar.