A lo largo de los veinte siglos de historia cristiana, las reacciones ala homosexualidad no han sido siempre las mismas.
Desde las reformas protestantes del siglo XVI hasta hoy las reacciones de las diferentes denominaciones no-católicas tampoco han sido las mismas. En la historia de la iglesia católica y de otras iglesias también ha habido una variedad grande de reacciones a la homosexualidad.
Por eso no se puede decir que el cristianismo (“en singular”) tiene ésta o aquella reacción a la homosexualidad.
Hay que reconocer que hay varias maneras de ser cristiano/a, y que cada una de estas maneras de ser cristiano/a ha tenido más de una reacción a la homosexualidad.
También hay que reconocer que tampoco hay una manera cristiana de entender o vivir lo que es homosexualidad.
Nadie, ni ninguna denominación, tiene el monopolio de lo que significa ser cristiano/a
Nadie, ni ninguna denominación, tiene la única interpretación cristiana posible sobre la homosexualidad.
Muchos/as cristianos/as apelan a textos de la Biblia para juzgar y condenar la homosexualidad y a los/as homosexuales. Pero antes de permitir ese uso de los textos de la Biblia, o que llegue un amante de citar textos de ese libro fuera de contexto (y al que le quede el saco, que pida el color), hay que reconocer todo lo siguiente:
- Ningún texto de la Biblia se escribió en español o en inglés. Todas las Biblias modernas no son más que traducciones. Por eso hay que enfatizar que...
- Las traducciones no son la Biblia ni son partes de la Biblia.
- Las traducciones son apenas esfuerzos humanos para recobrar el sentido que los autores originales y sus primeros lectores les dieron a sus textos.
- Las traducciones también son esfuerzos humanos para entender hoy lo que los textos bíblicos puedan ofrecernos.
- Como todo esfuerzo humano, en consecuencia, toda traducción es limitada, no siempre acertada y a veces equivocada, y sujeta a las mismas circunstancias que cualquier otro esfuerzo humano.
- Todas las traducciones fueron hechas por traductores, que eran o son partes de sus respectivas sociedades y culturas. Ningún traductor deja de ser parte de su sociedad y cultura cuando traduce los textos de la Biblia.
- Por eso no existe, ni ha existido, ni existirá traductor alguno de la Biblia que no sufra también de los prejuicios, presuposiciones y limitaciones de su cultura, de su sociedad y de su religión (... y de su género y orientación sexual, de su raza y clase social, etc.), aunque no se dé cuenta de ello. No existe, ni ha existido una sociedad o una cultura sin prejuicios y limitaciones (porque no existe sociedad o cultura perfecta o sin pecado... por eso es que no puede existir traducción de la Biblia que no tenga sus prejuicios y limitaciones).
- Todos los textos de la Biblia originalmente se escribieron en hebreo clásico (el Antiguo Testamento, también conocido como “la Biblia hebrea”) o en griego koiné (el Nuevo Testamento). Ninguno de estos dos idiomas se hablan o usan hoy en ninguna parte del mundo (por ningún pueblo, sociedad o cultura). El hebreo clásico y el griego koiné son idiomas muertos desde hace muchos siglos. Entre otras cosas esto significa que no hay nadie vivo hoy día que pueda clarificarles a los traductores todos los detalles, significados y usos de todas las palabras, ideas, usos o expresiones del hebreo clásico o del griego koiné.
- Todos los textos de la Biblia se escribieron en culturas, contextos, circunstancias, sociedades y tiempos muy diferentes a las nuestras:
- Todos los textos del Nuevo Testamento se escribieron hace alrededor de 2,000 años. Los escribieron numerosos autores, en diferentes lugares de lo que hoy son Palestina, Israel, Líbano, Siria, Jordania, Turquía, Egipto, Grecia e Italia.
- Todos los textos del Antiguo Testamento se escribieron hace 2,200 á 3,000 años. Los escribieron numerosos autores, en diferentes lugares de lo que hoy son Palestina, Israel, Líbano, Siria, Jordania, Iraq, Irán y Egipto.
- Toda traducción moderna de la Biblia es, por lo tanto, una interpretación y una aproximación del significado de lo escrito hace por lo menos 2,000 años, en idiomas muy diferentes, y en culturas y circunstancias también muy diferentes a las nuestras.
- Para poder hacer una traducción moderna de la Biblia, que no falsifique el sentido original de los textos, es necesario que se busque y se traduzca lo que los autores originales quisieron decir.
- Buscar el sentido original de los textos requiere que se conozcan el significado original de las palabras y las expresiones, que se conozcan las culturas y circunstancias, y que se conozcan y respeten los usos y costumbres típicos de los lugares donde se escribieron los textos originales.
- No se vale falsificar o adulterar el sentido original de los textos de la Biblia para obligarlos a “encajar” en ideas o doctrinas que hoy nos parezcan mejores. Porque hay iglesias o personas hoy que creen o dicen que un texto bíblico significa “tal”, no por eso ese texto bíblico significa “tal”—primero hay que ver qué es lo que pudo o no significar ese texto en la época, lugar y circunstancias donde se escribió y para la comunidad en la que se escribió.
- Porque hoy hay iglesias o personas de fe que creen que algo es de cierta manera, eso no hace que sea verdadero. La sinceridad no es lo que se cuestiona, sino el conocimiento seguro y sólido.
- Si se cree que la Biblia está inspirada por Dios, entonces hay que respetar lo que de hecho dice la Biblia (sin imponerle a la Biblia otros significados que queremos leer hoy en los textos, o significados que la Biblia no tiene porque no los pudo tener).
- Aunque es imposible garantizar que se comprende todo lo que los autores originales quisieron decir, no hay otra alternativa que estudiar y aprender a interpretar con los pies en la historia, en las ciencias y en especialistas respetados/as... a no ser que se quiera correr el riesgo, casi seguro, de malentender y falsificar textos escritos hace varios miles de años, en otras culturas, sociedades y contextos religiosos.
Eso es lo que respecta a lo de que el cristianismo se opone a la vida homosexual.
Respecto a lo de tu amigo, el se reconoció siempre, aunque sea a nivel inconsciente, que tenía preferencias sexuales distintas a lo que la sociedad acepta como norma, por eso rechazaba las manifestaciones que le recordaban su condición, porque eso es lo que se esperaba de él.