Por supuesto que influye, sobre todo cuando, por los pecados de los hombres se van formando estructuras de pecado, guiadas por intereses, y no por el bien. Y parece que en estos momentos esa influencia es mayor ya sea por los medios tecnológicos, o porque parece que el mal está más organizado, habiendo grupos de personas que ya no se conforman con hacer daño físico, sino que hacen el oficio de demonio, pretendiendo un mal moral; no solo infligiendo un daño, sino que pretendiendo que los demás colaboren con ese daño, con su voluntad, y por tanto, con su responsabilidad, y su culpa.
Si tú tienes la suerte de plantearte estas cosas a tu edad, yo te recomendaría no guiarte por lo que hacen los demás (aunque en lo bueno, puedas verlo, aprender de ellos, animarte a hacer tú lo mismo, etc.), sino que por lo que es bueno y recto, sabiendo que a Quien tienes que agradar es a Dios. Y por supuesto, dado que hacer el bien, no es lo mismo que complacer o agradar, para hacer el bien, precisamente tienes que sobreponerte a los intereses vanos (malos en sí) o desordenados (que sin ser malos en sí, pretenden anteponerse a lo más importante, por no tener una recta guía).
Te recomiendo siempre estar en gracia de Dios, y siempre cumplir los Mandamientos de Dios y de la Iglesia. Puedes hacer mucho bien, pero para eso hay que morir a las tendencias desordenadas (que no se guían rectamente) del ser humano.
Las sociedades influyen, pero la persona siempre puede decidir en lo más importante en su vida; si la persona se deja llevar por sus intereses, por su egoísmo, no está actuando bien; y está cayendo en un engaño por su propio egoísmo, aunque éste haya sido incitado desde el exterior. Si la persona se guía por el Bien, por la Justicia, por la Verdad, por el amor, entonces es cuando puede actuar libremente, lo cual ya es una pregustación de la vida eterna, y por supuesto que signo del Espíritu Santo en el alma. A la libertad auténtica me refiero, ya que en esto, como en todo, también se puede pretender engañar.