Lo que de verdad importa son las diferencias genéticas, no las semejanzas. Si una persona porta alelos que no están presentes en ninguno de sus parentales, se demostraría la intervención de otra persona (o dos, en caso de adopción pura y si ninguno de los dos es biológicamente padre) sin necesitarse más pruebas, se excluiría la paternidad que es lo que se busca comprobar. Dos primos carnales presentarán mayor semejanza genética de lo normal; si lo fueran por ambas partes (hermanos casados con hermanas, por ejemplo) la semejanza con sus primos sería aun mayor. No soy un especialista y no sé como funcionan exactamente los tests, pero para demostrar que el padre o la madre o ambos no lo son biológicamente (aunque lo sean en el sentido principal de la palabra, el de la crianza) estoy seguro que la consanguinidad entre ellos no es un obstáculo. Además, en estas circunstancias los tests deberían encontrar en el hijo un grado mayor de lo normal de homocigosis —dos alelos iguales en vez de distintos en cada lugar genético—, concretamente un 6,25%, que es más del doble de lo que se espera en ausencia de parentesco especial de los padres, que sólo podría explicarse por el parentesco especial de los padres; es decir, si los tests son apropiados se debe poder demostrar de una persona si es hija de primos (sean o no los esperados).