Fíjate Andrés, puedo entenderte muy bien y te felicito por tu interés en querer superar ese mal hábito que ha ido destrozando tu salud emocional, mental, espiritual y física a largo plazo si no lo controlas y finalmente abandonas. Son muy oportunas las recomendaciones que te dio Chimichi, muy, muy buenas, claras y prácticas. Trata de usarlas tal como te ha dicho. Por ser menor de edad te recomiendo hablar, con el corazón en la mano con uno de tus padres, sinsérate y pídeles tu ayuda y comprensión.
Por otro lado, en la adolescencia o pubertad, que es la etapa en la que te encuentras, los impulsos sexuales se vuelven tan fuertes que hacen que muchos jóvenes caigan en la masturbación. Habrá quien te diga que no es tan grave, que nadie sale perjudicado. Sin embargo, existen buenas razones para que evites esta práctica. Y mis recomendaciones las baso en lo espiritual, mas bien en los consejos de la Biblia sin caer en el fanatismo religioso que no me gusta.
Medita en la recomendación que hizo el apóstol San Pablo: “Amortigüen, por lo tanto, los miembros de su cuerpo [...] en cuanto a [...] apetito sexual” (Colosenses 3:5). Lo cierto es que la masturbación ni amortigua ni elimina el apetito sexual, sino que lo aviva. Pero eso no es todo lo que hace, ese mal hábito también resulta en lo siguiente:
● Fomenta actitudes totalmente egocéntricas. La persona se centra solo en su propio placer.
● Convierte a las personas del sexo opuesto en objetos, o simples herramientas, para satisfacer los deseos sexuales.
● Provoca una forma de pensar egoísta que dificulta tener relaciones sexuales satisfactorias en el matrimonio.
De modo que es mejor tratar de desarrollar autocontrol que masturbarte para aliviar los deseos sexuales reprimidos. Entonces, ¿cómo puedes controlarte? Evitando a toda costa, pase lo que pase, todas las situaciones que puedan excitarte. Tal vez hayas intentado dejarlo y no has tenido éxito. No te des por vencido Andrés y concluyas que nunca serás capaz de vivir limpio de todo eso. Todos hemos pasado por esa mala práctica. Eso creía un joven llamado Pedro. “Me sentía muy culpable cuando recaía —confiesa—. Creía que no había nada que compensara lo que había hecho. Ni siquiera podía orar.”
Si tú te sientes igual, no te derrumbes. No eres un caso perdido. Tanto jóvenes como adultos han logrado superar ese hábito. Y si ellos lo han conseguido, tú también podrás. Otras buenas cosas que puedes hacer son las siguientes:
Vigila tus pasatiempos. ¿Ves películas y programas de televisión o visitas páginas de Internet que avivan tus deseos sexuales? Fíjate en lo que uno de los escritores de los Salmos le pidió a Dios en oración: “Haz que mis ojos pasen adelante para que no vean lo que es inútil” (Salmo 119:37).
Oblígate a pensar en otra cosa. Sigue la sugerencia de un joven llamado William: “Antes de irte a dormir, lee algo sobre temas bíblicos. Es fundamental que tus últimos pensamientos del día estén relacionados con Dios y la Biblia”.
Confíale a alguien tu problema. Por mucha vergüenza que te dé, cuéntaselo a tus padres, ellos son quienes te conocen mejor que todos los que te demos consejos por aquí. Eso te ayudará a ir venciendo el hábito poco a poco. Así hizo un chico llamado David: “Decidí hablarlo con mi padre. Nunca olvidaré sus palabras. Dándose cuenta de lo difícil que había sido para mí contárselo, me sonrió y me dijo: ‘Estoy muy orgulloso de ti’. Nada podría haberme animado tanto. Me resolví a cambiar como fuera.
Por favor, Andrés, déjame saber cómo vas y qué hiciste.
Quiero encomiarte amigo Chimichi, tal como le dije a Andrés, me han gustado muchísimo tus comentarios. Me gustaría tener comunicación contigo a tu correo si no es mucha molestia. - Francisco Medrano
Te paso mi correo: [email protected] - chimichi . .
Muchas gracias. Luego te escribo. - Francisco Medrano
chimichi . . gracias por sus tips ya escribí por el correo por otra inquietud que tengo - andres torres