Te diré que la baja autoestima es menos peligrosa, al menos en algunos aspectos importantes, que la alta. Fíjate que algunos santos le han temido más a los halagos, que a los desprecios o humillaciones.
Yo te diría que no tienes que depender tanto de la opinión de tu madre hacia ti; sí por supuesto que tenerla en cuenta, sobre todo en lo que tengas que obedecer, al depender de ella, o en lo que puedas mejorar; pero te diría que en vez de pensar en tus intereses, y ponerte a ti en el centro, des la vuelta a esto, y piensa tú en el bien de verdad que puedes hacer tanto en la vida en general, como en las situaciones que se te presenten, todo por supuesto que con la gracia de Dios. Por ejemplo, a la hora de afrontar esta situación, hazte el propósito (mejor en la oración, y pidiendo a Dios la gracia para ello, ya que uno, con sus propias fuerzas, poco puede) de responder siempre con conducta correcta, buena en sí misma, ante cualquier situación que se te presente; y luego, como fundamental, en el interior, depurar o rectificar la intención; hacer que la intención se dirija al bien de verdad, no a alimentar intereses vanos o desordenados. Una vez hecho esto confía; no necesariamente las situaciones mejoran, pero tú estarás aportando tu parte lo mejor que puedes, y también lo verás de otro modo todo, siempre mirándolo hacia el bien, no hacia los particulares intereses. No te preocupes por lo que ya no depende de ti, como una reacción emocional; sí por supuesto que la puedes ver e intentar mejorar el origen, en lo que sí ya dependa de ti.