Bipolar...¿Y algo más?
Tengo 36 años. Desde hace 4 años estoy diagnosticada como Bipolar de nivel 2, tipo mixto. He consumido antipsicóticos, antidepresivos, ansiolíticos y estabilizadores del ánimo (lo normal en estos casos). He ido dejando paulatinamente todos ellos (con conformidad o no de mi psiquiatra) excepto el Plenur. Los antidepresivos, después de aproximadamente 8 meses (alternando entre 3 ó 4 tipos), los dejé porque, francamente, yo no notaba mejoría en mi estado de ánimo. El consumo únicamente de litio lograba lo mismo. Mi conclusión respecto a mi bipolaridad es que alcanzar la tan ansiada eutimía es lo más parecido a convertirte en un calamar (es como estar condenada a estar a punto de estar triste o a punto de estar contenta, pero no poder estar de ninguna de las dos formas).
Mi verdadero problema es que existían una serie de rasgos de mi carácter que yo achaqué a la psicosis cuando me la diagnosticaron pero que, estabilizada ésta, no sólo no han desaparecido sino que se han hecho más agudos. Porque si en apariencia soy para el mundo una persona no sólo con facilidades sociales sino simpática (perdón por la falta de modestia), cualquiera que me conozca sabe que no es así. Podría llenar un estadio de fútbol con gente agraviada que no haría sino decirle que soy incapaz de tener una vida social o afectiva normal. Mi capacidad de sentir aparece mermada (soy de esas que no sintieron verdadero dolor ante la muerte repentina del padre, por ejemplo), no cojo el teléfono a nadie, no llamo a nadie, no quedo con nadie, con desarrollo actividades que precisen de otros (todo lo hago sola)... Desaparezco de la vida de la gente de la noche a la mañana para, casi siempre, no volver a aparecer (o hacerlo después de 2 años sin dar señales de vida ni respuestas cuando me han buscado), no conservo amistades (lógico), no mantengo relaciones que supongan una atadura (en general, no mantengo relaciones), puedo suprimir el sexo compartido de mi vida con facilidad, apenas disfruto con ninguna actividad, tareas normales (pedir una subvención, presentar la declaración de la renta, arreglar un problema en el banco) se convierten en imposibles de enfrentar (acumulo delitos fiscales desde hace años)... Aunque quiero a la gente, no la necesito a mi lado. Y por encima de todo, SIEMPRE, aunque esté disfrutando en una reunión, hay una parte de mí que desea imperiosamente irse y estar sola. Eso no quiere decir que no pueda ser el alma de la fiesta un día, pero por lo general ni siquiera iré a la fiesta. Lógicamente, es fácil pensar que antes de estar a tratamiento por la bipolaridad, mis fases hipomaníacas (cada dos por tres: era cicladora rápida) combatían esta tendencia mía que ahora inunda mi vida entera y que está a un paso de mandármela a tomar por culo.
Una última consideración a través de un ejemplo: un domingo por la tarde puedo estar sola en mi casa. Y triste. Y aburrida. Y a mi lado, en mi teléfono móvil, la posibilidad de hacer media docena de llamadas que cambiarían eso. Pero no llamaré. Porque prefiero seguir sola que estar con alguien. Lo que no quiere decir que en lo más profundo de mi alma, sabiendo que no puede ser así, no desee que de veras me apeteciese hacer esa llamada... De momento, yo elijo estar sola porque no puedo desear otra cosa; ojalá no quisiese elegir esto.
Visité varios psquiatras y a todos conté lo mismo. Después, obsesionada por decirle al mundo que yo no soy vaga ni hija de puta sino que no puedo evitar ser como soy (para mi desgracia), busqué en Internet y encontré algo llamado Trastorno Esquizoide. Sin embargo, aunque lo comenté con un par de alienistas, no me han secundado. Pero lo que más me ha llamado la atención es que no me preguntado nada ni me han dicho nada para darme la razón o para quitármela; sencillamente, han pasado mi comentario por alto... Como si no lo hubiese hecho...
Y después de todo este rollo que te he soltado (disculpas), ¿algún comentario?
Mi verdadero problema es que existían una serie de rasgos de mi carácter que yo achaqué a la psicosis cuando me la diagnosticaron pero que, estabilizada ésta, no sólo no han desaparecido sino que se han hecho más agudos. Porque si en apariencia soy para el mundo una persona no sólo con facilidades sociales sino simpática (perdón por la falta de modestia), cualquiera que me conozca sabe que no es así. Podría llenar un estadio de fútbol con gente agraviada que no haría sino decirle que soy incapaz de tener una vida social o afectiva normal. Mi capacidad de sentir aparece mermada (soy de esas que no sintieron verdadero dolor ante la muerte repentina del padre, por ejemplo), no cojo el teléfono a nadie, no llamo a nadie, no quedo con nadie, con desarrollo actividades que precisen de otros (todo lo hago sola)... Desaparezco de la vida de la gente de la noche a la mañana para, casi siempre, no volver a aparecer (o hacerlo después de 2 años sin dar señales de vida ni respuestas cuando me han buscado), no conservo amistades (lógico), no mantengo relaciones que supongan una atadura (en general, no mantengo relaciones), puedo suprimir el sexo compartido de mi vida con facilidad, apenas disfruto con ninguna actividad, tareas normales (pedir una subvención, presentar la declaración de la renta, arreglar un problema en el banco) se convierten en imposibles de enfrentar (acumulo delitos fiscales desde hace años)... Aunque quiero a la gente, no la necesito a mi lado. Y por encima de todo, SIEMPRE, aunque esté disfrutando en una reunión, hay una parte de mí que desea imperiosamente irse y estar sola. Eso no quiere decir que no pueda ser el alma de la fiesta un día, pero por lo general ni siquiera iré a la fiesta. Lógicamente, es fácil pensar que antes de estar a tratamiento por la bipolaridad, mis fases hipomaníacas (cada dos por tres: era cicladora rápida) combatían esta tendencia mía que ahora inunda mi vida entera y que está a un paso de mandármela a tomar por culo.
Una última consideración a través de un ejemplo: un domingo por la tarde puedo estar sola en mi casa. Y triste. Y aburrida. Y a mi lado, en mi teléfono móvil, la posibilidad de hacer media docena de llamadas que cambiarían eso. Pero no llamaré. Porque prefiero seguir sola que estar con alguien. Lo que no quiere decir que en lo más profundo de mi alma, sabiendo que no puede ser así, no desee que de veras me apeteciese hacer esa llamada... De momento, yo elijo estar sola porque no puedo desear otra cosa; ojalá no quisiese elegir esto.
Visité varios psquiatras y a todos conté lo mismo. Después, obsesionada por decirle al mundo que yo no soy vaga ni hija de puta sino que no puedo evitar ser como soy (para mi desgracia), busqué en Internet y encontré algo llamado Trastorno Esquizoide. Sin embargo, aunque lo comenté con un par de alienistas, no me han secundado. Pero lo que más me ha llamado la atención es que no me preguntado nada ni me han dicho nada para darme la razón o para quitármela; sencillamente, han pasado mi comentario por alto... Como si no lo hubiese hecho...
Y después de todo este rollo que te he soltado (disculpas), ¿algún comentario?
1 Respuesta
Respuesta de doctorayuda
1