Pues yo te diría que aproveches la ocasión para reflexionar y mejorar en lo posible (lo cual siempre es posible).
Lo ideal es que ese perfeccionismo lo vayas limando con perfección auténtica que siempre está en relación con la caridad (tener la caridad ya es perfección, aunque claro que hay grados, y no quiere decir que ya sea el grado sumo o más elevado desde el inicio). No te guía bien un perfeccionismo al servicio de la propia vanidad, del amor propio, o, en definitiva, al servicio de los intereses vanos o desordenados (siempre serían de este tipo si no están al servicio último o principal del bien de verdad, para lo cual hay que esforzarse; podrá uno dejarse llevar por la corriente de los intereses vanos o desordenados más o menos sin darse demasiada cuenta, aunque claro que guiado uno por algún grado de egoísmo, o faltando el amor de verdad; en cambio, el bien de verdad nunca se hace sin pensar, entre otras cosas porque necesita de un esfuerzo; ya no es dejarse llevar por vanas complacencias propias o ajenas, ya no se trata de cumplir meramente los intereses de otra persona, de actuar por vanidad, etc., sino que de buscar el bien de verdad, lo cual es distinto).
Lo que te recomiendo es asegurarte de estar en gracia de Dios, frecuentar los Sacramentos y hacer oración. El Sacramento de la Confesión, y la oración, te pueden ayudar mucho. Se trata de que estando en gracia de Dios te esfuerces en la virtud principal, que es la virtud de la caridad, que es el amor de verdad. No vivas para ti misma, sino que piensa en hacer todo el bien de verdad que puedas; y también ante los acontecimientos, como esta ansiedad que tienes, no los enfoques desde el punto de vista de lo que podrías considerar tus intereses más inmediatos, sino que piensa en aprovechar la ocasión para hacer todo el bien que puedas, incluso gracias a esas circunstancias; dale a Dios gracias por todo; quién sabe si la circunstancia que te parece más incómoda, es la que más te pudiera acercar más a Dios.
Todo esto también te ayudará a no querer tenerlo todo controlado, etc.
Puedes leer el Catecismo de la Iglesia Católica, comenzando por la tercer parte, la Vida en Cristo.