Mi hija no quiere comer y conmigo menos.

Tengo una niña de 3 años, siempre a sido muy pequeña y aunque no comía mucho, comía. Desde el verano pasado la niña empezó a comer fatal, tarda mucho y hay veces que ni se mete un solo bocado en la boca. Hay que estar dándoselo si queremos que coma algo. En la guardería por lo que me dicen come muy bien y hasta rebaña los platos. Todo el problema empeora si soy yo la que esta con ella para comer (5 días mínimo a la semana), ahora que no va a la guardería. Yo al final me enfado y empiezo a chillar y ha decirle cualquier cosa para que coma, con menos resultados. He probado a dejarla sin comer, a que se de una vuelta y vuelva y nada funciona. Yo ya no se que hacer puesto que hay días enteros en los que no come nada. Me da igual que sea comida que la gusta o comida que no la gusta. Si alguien me pudiera ayudar a encontrar una manera.

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Salvo que tenga algún problema físico, no se va a morir de hambre.

Es muy posible que te haya "cogido la medida" y está "jugando" a controlarte.

No lo hacen a mala fe pero son unos "tiranos", estiran de la cuerda para comprobar hasta donde aguantas.

Has de reflexionar sobre tu actitud y cambiarla. La misma acción produce la misma reacción. Cargate de fuerza y plantate en tu sitio.

Dile que has pensado que desde hoy vamos a comer como en la guardería, casa uno solo, y el que no quiera que no coma, que no va a pasar nada.

Pon el plato y tú come lo tuyo, cuando termines, pregúntale si quiere más y retirale el plato.

Aguanta el tipo, no pierdas la calma y la compostura, con bien tono de voz dile que debe comer, pero no te enfades.

Te va a costar a ti más que a ella. Pero es un pulso y lo tienes que ganar tu.

En la cena haz lo mismo...

Cuando vea que no chillas ni te enfadas, se va a quedar muy extrañada. Y aprenderá que ya no le vale si actitud.

Aguanta aunque te cueste, estás invirtiendo a futuro.

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Excelente respuesta del experto Rober Chispas y lo comprobé con mi sobrina que era un lio para que comiera algo pues ya que estaba frio: ya que estaba demasiado caliente, ya que el plato no le gustaba, ya que no era su alimento favorito e incluso que no comía si no era con la cuchara de la princesita o la de medusa o la de Popeye. No te imaginas sus alcances por la cantidad de variadas respuestas que daba para no comer con su familia con los consabidos asuntos de enojo de sus padres. Quedó conmigo sola y le sirvo la sopa que acababa de hacer, entre ropa vieja y sopa de patacones, no quiere comer en su momento y sin enojo le digo que si no se la come en el momento no se la calentaré cuando la vaya a consumir. Dicho y hecho cuando la quiso la senté en el piso al frente de la cocina... claro para ponerle cuidado porque como estaba acostumbrada a que sus padres le dieran la comida y hacerle la pataleta cada vez que la sentaban a comer... le entregué su sopa bien fría mientras mientras yo lavaba la loza y amasando la harina para hacer pan, pero siempre poniéndole cuidado a la sobrina cuando ella empezó a comer sola "sin babero y sin ensuciarse la ropa". Había consumido mas de la mitad de la sopa cuando llega su madre y me recrimina descompuesta: "¡Pero cómo es que me hija está comiendo en el suelo... para eso tiene la silla especial para ella porque el frio del piso le hace daño y sin babero cuando ella se chorrea completamente la ropa y hay que cambiarla completa después de cada comida... y con una sopa fría le va a doler el estómago o le da mal estomacal... vos si sos un desalmado!"... me gritaba furibunda y con la voz al cuello. Cogió con excesivo amor a su hija diciéndole "venga mi amor yo le doy su comidita que es que ese tío no la quiere", la sentó en su silla especial, le puso el babero, le fue a calentar su sopita y como con todo ese ritual para su hija se había calmado le dije tranquilamente: ya ella se había comido más de la mitad de la sopa que ahora le estas calentando sin problema y sin ensuciarse el vestidito... entonces el problema del mal comer no es de tu hija sino tuyo.

Salir con una amiga y su pequeño era cuestión de pataletas por todo porque era mas antojado que un gamín en una casa de confites y nada le gustaba o le gustaba mas aquello y volvía a decir que le gustaba más lo que al principio no le gustaba y así hasta el infinito, pero mucho más allá. Cuando su madre entró a un almacén a probarse una prenda y quedé solo con el niño le dije: Bueno papito yo no voy a ser tu amigo y en eso si tenemos que ser muy claros, pero no me gusta que estando conmigo sigas haciendo pataletas, así que en eso tenemos que estar de acuerdo para no amargarnos el rato... ¿estamos de acuerdo?. El niño me miraba con cara de desconcierto y su angustia fue mayor cuando le dije: Tenemos que estar de acuerdo con eso de no volver a hacer pataletas en mi presencia antes de volver a buscar a tu madre... ¡Nada de pataletas!... el niño hizo el gesto que estaba de acuerdo... entonces hagamos la promesa del meñique... hicimos la promesa del meñique y entramos al almacén a buscar a su madre... el reencuentro con su madre fue apoteósico como si no la hubiese visto en siglos. Como sabía que la ella venía con paquete completo, y tenía interés sentimental en la madre pero no en el crio, empecé a ponerle reglas al pequeño y siempre le decía "recuerda que no quiero ser tu amigo y mucho menos reemplazar a tu padre (porque para ese momento le habían dicho sus primas al ver que estaba saliendo regularmente con los dos) y mi amiga me decía "vos que le hiciste a mi hijo que te obedece sin rechistar o poner mala cara eso me parece muy raro". Llamé al niño y frente a su madre digo: Lo único que le he dicho a tu hijo es que no quiero ser su amigo y mucho menos reemplazar a su padre, porque una promesa de meñique nunca se puede decir. Si mi amiga ve estas líneas ya no importa porque su hijo ya es profesional y casado, además nunca le dije de mis intereses amorosos.

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