Totalmente de acuerdo. Creo que hay dos "modelos" extremos de Ver el mundo:
1) Ver el mundo como algo a cambiar para adaptarlo a uno mismo.
2) Ver el mundo como algo a lo que adaptarse para disfrutarlo.
El primero genera la tendencia a querer identificar lo que "está mal" y la lógica necesidad de intentar cambiarlo ya sea en nosotros mismos o en el exterior. Es decir es la búsqueda constante de Causas remediables para cambiar la realidad.
El segundo percibe el entorno como algo que está en armonía, (aunque reine el caos), lo cual, de entrada elimina todo conflicto y predispone a la comprensión. La actividad ya no es una lucha para cambiar sino para comprender algo. Una ACTITUD que favorece la comprensión del universo y de la misma existencia del ser humano.
Puede que se llegue al mismo sitio por un camino que por el otro, sin embargo el segundo parece menos costoso que el primero. Ambos intentan corregirse a sí mismos pero mientras el primero sufre enormemente el segundo al no ofrecer resistencia no vive en conflicto, lo acepta todo como correcto y cuando algo le provoca una reacción desagradable no se cuestiona el porqué de la naturaleza de aquello que le ha turbado sino que se esfuerza por modificar su modo de percibirlo. Ambos persiguen lo mismo, LA SENSACIÓN, la sensación de sentirse bien, la felicidad.
Estos serían los modelos extremos que yo diría que todos incorporamos pero que sin embargo usamos de modos diferentes. Ocurre que las personas ponemos condiciones a esa sensación, de modo que si no se cumplen, esa sensación no es posible y por ende tampoco la felicidad. Eso debe graduarse para no privarse de la felicidad por causas que como tu bien dices no tienen solución.
Diría que la genialidad es encontrar en uno mismo ese justo equillibrio y poderse reconocer en lo que uno hace. O sea, vivir y mejorar ambos a la vez pero sin que uno sea a expensas del otro, es decir no por ser conscientes que debemos mejorar ciertos aspectos negarnos a vivir hasta entonces. Ni aprovechar lo aprendido para abusar de los que no están en tan buena posición.
No somos máquinas, por lo que está en nuestra naturaleza cuestionarnos todo lo que hacemos y lo que no hacemos y lo que nos rodea, en mayor o menor medida. Eso será bueno o malo para quien lo practique según como sea esa persona y el efecto que tenga en ella. Abandonemos la idea de que es otro quien ha de decirnos como vivir o que hay una manera de vivir y tomemos ese limitado y único y preciado don y démosle sentido si puede ser con coherencia y con justicia y buscando un bienestar propio que trascienda al general o no lo perjudique.
Para lograr la felicidad o equilibrio en mi opinión es necesario ser consecuente con la realidad, es decir, no puede haber felicidad mayor que aquella que abarca todo lo que ocurre en el mundo y aún sabiéndolo se esfuerza por vivir deacuerdo a lo que cree correcto para el mundo tal y como él entiende que debería ser.
No se trata de ser un Santo y tampoco un Tonto ni todo lo contrario. Sino de ver la vida como algo que depende de nosotros. No somos meros espectadores somos los actores y cada uno en cada momento debe decidir si hay que amar o hay que matar o hay que luchar por lo que se desea. En esa base no hay error posible para pensar que pudiendo haber hecho una cosa se ha terminado haciendo otra, sino que lo que se ha hecho era lo único y correcto que podía hacerse. El examinador que no miente es la propia conciencia.