Lo que refieres no son dos personalidades, sino una con distintas manifestaciones externas en varias situaciones, pero con un mismo fondo.
Tienes que hacerte responsable de cada una de tus manifestaciones, y saber que responden a un mismo origen; y que en este caso algo tiene que mejorar, sobre todo del interior, lo cual, sin duda, ya se traslucirá en el exterior. No puedes pretender ampararte por ejemplo en decir: es que me salió sin pensar, etc. Más bien hay que pensar en la conducta más voluntaria que ha tenido esas consecuencias, e intentar rectificar desde el origen de lo malo, en donde sin duda nos encontraremos con el querer anteponer los particulares intereses al bien de verdad.
Si uno pretende hacerse ajeno o irresponsable de su comportamiento, entonces difícilmente lo mejorará lo cual afectará no solo al comportamiento quizá más desaprobado socialmente, sino al conjunto del comportamiento en todas las situaciones.
Es posible que una situación no ponga especialmente a prueba a uno, pero ahí está el enfoque y la forma de actuar, buena o mala, aunque no se manifieste excesivamente, o bien
Pudiera estar aprobada socialmente por satisfacer ciertos intereses.
Lo que te recomiendo para mejorar tu comportamiento es guiarte siempre por hacer el
Bien, y no, como último objetivo, por satisfacer tus inteses particulares, sean estos vanos o desordenados (desordenados serían aquellos que sin ser malos en sí mismos, pudiendo ser buenos como objetivo en su orden, se hacen malos al anteponerse a otros más importantes).
Lo que te recomiendo es estar en gracia de Dios, frecuentar los Sacramentos, hacer oración en la cual también podrás evaluar cómo actúas como actúas en los diferentes sitios, y si tu intención es recta o no, etc., al mismo tiempo que adquirirás luz para ver mejor las situaciones, más generosamente y según Dios, al mismo tiempo que tendrás fuerza para llevar tus buenos propósitos a cabo, lo cual sin duda exige el vencerse uno a sí mismo de todo lo vano y desordenado, lo cual podrás hacer al amar de verdad, al buscar el bien de verdad, con la gracia de Dios por supuesto.