Se te brinda una situación en la que puedes educar a tu hijo en asuntos fundamentales:
- Que la conducta mala de otra persona, no le exculpa de que la suya también lo sea.
- Que ante cualquier conducta de los demás, buena o mala, él siempre tiene que responder bien, con corrección y buena intención. Que no es buena respuesta el responder con conducta mala, y tampoco con indiferencia hacia el bien de los demás, pensando solo en los intereses propios.
- En ningún caso una buena respuesta será perjudicial para el niño, sino que al contrario; de responder bien el primer beneficiado será él, además de brindar con ello un bien a los demás, aunque por supuesto que el bien exige renuncias, pero se gana siempre en lo más importante.
Si el niño ha pegado es bueno que responda ante esto. En absoluto lo exculpes. No quiere decir que lo recrimines duramente. Es más yo te recomendaría no quedarte en la superficie, sino que ir al interior, como te decía arriba, y aprovechar para educar. Tu hijo no puede juzgar al compañero; puede ver si una conducta es objetivamente mala, pero no puede determinar la responsabilidad que esa persona tiene sobre esa conducta (entre otras cosas, le faltarán elementos de juicio para ello; no sabe por qué lo hace, etc.); y si uno responde sin amor, sin importarle la otra persona, realmente ya está actuando mal. Y ese actuar mal también hace daño al otro chico, el cual podría beneficiarse de un buen ejemplo en la respuesta ante su conducta.
Releyendo tu mensaje dices que te hubiera gustado que escuchasen el por qué de la reacción de tu hijo. Pues educa a tu hijo en que otros niños también puede tener factores que le hagan actuar como lo hacen. Por supuesto que todo esto tiene que mejorar, y siempre actuar bien como te decía.
Al niño hay que ayudarlo a guiarse bien en la vida, no hacia sus intereses particulares, sino que hacia hacer el bien de verdad; y ayudarlo a reaccionar bien en cualquier situación, por supuesto que con la gracia de Dios.
Nadie que actúe mal se sale con la suya si no le enseñan una buena forma de actuar. Tú estás hablando de ganancias muy superficiales. Una persona que actúa mal se beneficia de un buen ejemplo.
No enseñes a tu hijo a odiar, sino a amar, a todos sin excepción, y esto en absoluto es hacer el tonto (aunque en ocasiones lo pudiera parecer a ojos ajenos precisamente por no perseguir como primera cosa los intereses vanos y desordenados). El que actúa bien tiene un objetivo muy claro, el hacer el bien, y tiene que esforzarse en sobreponerse a los intereses vanos o desordenados.
Enseña a tu hijo que quien le puede hacer más daño a una persona es uno mismo, si no actúa bien, y no responde bien. No cabe duda de que puede recibir un daño del exterior, que siempre será relativo, y el daño o no final dependerá de la reacción de uno; incluso una conducta mala de otra persona puede ser una oportunidad para crecer en el amor de verdad (y por supuesto que el daño que uno puede recibir del exterior, es posible que una persona no lo note, si por ejemplo se trata de la transmisión de una conducta inmoral, que podría fomentar precisamente los intereses vanos o desordenados, a costa por supuesto del bien de verdad). En la vida tu hijo no depende fundamentalmente de lo que otros hagan o decidan hacer, o le hagan, sino que para tu hijo es más importante lo que tu hijo decida hacer. Por supuesto que en la vida siempre hay limitaciones, que pueden ser de circunstancias (que pueden estar propiciadas por otras personas, etc), de características personales, etc. y lo que se persigue no es poderlo todo, sino que es precisamente que con lo que se tiene, y ante lo que surge, se aproveche lo más posible, lo cual solo es posible con el amor de verdad; la auténtica conquista del ser humano es poderse a sí mismo, vivir la auténtica libertad, guiándose por el bien, y no dejándose esclavizar por el egoísmo (lo cual ya es si uno antepone sus intereses vanos o desordenados al bien de verdad).