Fracase en todo lo que se puede fracasar.
A mis catorce años, siento que la vida es monótona y aburrida. No le encuentro sentido.
Es rutinaria, y no solo en el sentido literal de la palabra, sino también "a largo plazo". Básicamente se resume en un enorme conjunto de fracasos, que se extienden desde mis pequeños e insignificantes proyectos hasta mi vida social y amorosa.
Cualquier cosa que me proponga hacer siempre termina incompleta, por mi falta de voluntad, de talento artístico y literario.
Al comparame con mis otros compañeros y amigos en el curso, noto que si bien soy más maduro en lo que se refiere al pensamiento lógico y académico, estoy relativamente atrasado en el aspecto social, y eso me incomoda.
Me resulta muy difícil hacer reír a alguien, ya que no comparto el mismo "sentido del humor" que otras personas.
Tampoco entiendo porque entre los chicos y chicas de mi edad (más que nada entre las chicas) existe un pensamiento tan superficial a la hora de elegir a sus parejas.
Cuando era pequeño, mis padres no me dejaron conocer a otros niños fuera del ámbito escolar hasta los 7 años. Tengo la teoría de que por eso estoy atrasado en lo que es socializar y adaptarme a la sociedad.
Hace no mucho tiempo, me enamore de alguien. Es la primera vez que me enamoro con tanta intensidad. Los días que pase con ella fueron de los más felices. Por primera vez en mucho tiempo, pude reírme con alguien, disfrutar de la vida y encontrar en esta una belleza incomparable.
Aunque siempre tuve alguna esperanza, una serie de eventos me demostraron que no tenia posibilidad alguna con ella. A nadie le sorprenderia; alguien como yo nunca podría estar como pareja con alguien como ella. Así que después de sentir tristeza por un tiempo decidí pedirle, aunque eso me hiciera alguien egoísta y despreciable, que se alejara de mi, porque eso solo me traería dolor. Para mi sorpresa, a ella no le molesto que le pidiera eso: solo me hizo caso y desapareció.
Al momento de escribir esto aun recuerdo con extrañamiento y melancolía cada sonrisa, cada abrazo, cada broma, cada comida, cada momento...
Todo porque fracase rotundamente en lo que me propuse. Me prometí sellar con mi locura cada acción que le dedicara y lo intente. Lo di todo.
Y por ultimo, tengo que hablar de mi familia. Ellos son lo mejor que tengo. Trabajan arduamente todos los días para darnos a mi hermano y a mi una vida prospera y feliz.
Aunque los quiero, soy incapaz de demostrarlo; suelo ser como una estatua inmóvil, hecha de una piedra fría como el hielo. Es por eso que no los merezco. No merezco ser parte de todo lo que se esforzaron en construir si yo no soy capaz de agradecerles, de devolverles lo que me dieron, de demostrarles que todo vale la pena y que no desperdiciaron sus años en criar a su hijo.
En fin, no soy la persona más desdichada ni estoy en el laberinto más complejo, pero aun así estoy perdido en mis pensamientos, mis imperfecciones y mis errores.
Si llegaste hasta aquí y leíste cada una de mis ideas, solo puedo agradecerte, porque seguro todas esas sean pequeñas dificultades, o simplemente estupideces.