I. Holaaaaaa. Un proverbio escrito por un antiguo rey dice: "Como agua fresca para un alma cansada, así es una buena noticia de una tierra lejana". He querido saber de ti nuevamente, pues le comenté a mi esposa lo que ha sucedido contigo y de la respuesta que compartí contigo. ¿Cómo estás? Fíjate, investigamos sobre cómo ser más sociable y encontramos algunas sugerencias útiles.
● Empieza por cosas pequeñas. Ser sociable no significa que tengas que ser tan extrovertido que llames la atención o que te conviertas en alguien muy solicitado. Intenta hablar con las personas de una en una. Puedes ponerte la meta de comenzar una conversación al menos con una persona cada vez que estés en un grupo. Trata de sonreír y de mirar a los ojos cuando hables.
● Rompe el hielo. “¿Cómo?”, te preguntarás. Pues bien, cuando te interesas de verdad por los demás, normalmente no cuesta tanto encontrar de qué hablar. Un joven español llamado Jorge dice: “He visto que el simple hecho de preguntarle a alguien cómo está o qué tal le va en el trabajo, puede ayudarte a conocerlo mejor”. Un chico llamado Fred da esta sugerencia: “Si no sabes qué decir, empieza a hacer preguntas”. Por supuesto, no quieres que a la persona le parezca que la estás sometiendo a un interrogatorio. Si esta parece reticente a la hora de contestar, trata de contarle algo sobre ti mismo.
● Sé un buen oyente. La Biblia aconseja “ser presto en cuanto a oír, lento en cuanto a hablar” (Santiago 1:19). Al fin y al cabo, la conversación es un intercambio de ideas y no un monólogo. Así pues, tu timidez al hablar podría resultarte ventajosa a este respecto. La gente valora a las personas que saben escuchar.
● Únete al grupo. Una vez que domines el arte de la conversación con una sola persona, intenta hablar en grupos. A veces, la forma más sencilla de mantener una conversación es uniéndote a una que ya ha comenzado. Naturalmente, el discernimiento y los buenos modales son esenciales. No te entremetas en lo que es, a todas luces, una conversación privada. Pero cuando sea evidente que un grupo está charlando, intenta unirte a él. Ten tacto; no interrumpas ni trates de tomar el control. Escucha un rato, y, cuando te sientas cómodo, quizás te apetezca hacer algunos comentarios.
● No te exijas perfección. A veces, a los jóvenes les preocupa demasiado hacer un comentario desafortunado. Una muchacha italiana llamada Elisa explica: “Siempre temía decir algo desastroso si hablaba”. Sin embargo, la Biblia nos recuerda que todos somos imperfectos, y que, por tanto, es imposible que nuestra habla sea perfecta.
● No pierdas el sentido del humor. Es cierto que resulta embarazoso decir algo inapropiado, pero como indica Fred, “si te relajas y te ríes de ti mismo, se olvida todo rápidamente. Estarás haciendo una montaña de un grano de arena si te pones nervioso, te sientes frustrado o te preocupas”.
● Sé paciente. Ten en cuenta que no todas las personas responden enseguida. Un incómodo silencio durante una conversación no implica necesariamente que no le gustes a tu interlocutor o que deberías darte por vencido. Quizás solo esté preocupado o sea tímido, al igual que tú. En situaciones como esta, sería bueno que le dieses a la persona un poco más de tiempo hasta que llegue a sentirse a gusto contigo.
● Intenta hablar con adultos. A veces los adultos comprenden bien a los jóvenes que combaten el problema de la timidez. Así que no tengas miedo de comenzar una conversación con una persona mayor que tú. Kate dice: “Me siento cómoda entre adultos porque sé que no me van a juzgar, ni ridiculizar, ni hacer pasar un mal rato como quizás harían los de mi edad”.
¿Qué te parecen esas sugerencias? Adelante, sin rendirte, puedes tomar el control de todo lo que te sucede. Muchas gracias por tu tiempo y aprecio, espero saber de ti. Un abrazo.