Hola me siento muy triste y necesito ayuda. Mi esposo me fue infiel y esa relación duro más de 3 años ya termino con ella y me pidió perdón y me dice que el se dio cuenta que no me valoro que lo perdone por todo el daño que me hizo pero el no solo me engaño creo que ese no es tanto el problema sino que el me grita mucho y me hace sentir que no valgo nada yo le digo que tomemos terapia pero el no quiere el dice que el problema soy yo, pero no se porque. Tengo una niña de 3 años y ella ama a su papa y no quiero que ella este sin un padre mi familia me dice que me aleje de el pero todas tienen su familia y siento que no me comprenden me siento muy sola en este momento estamos separados pero el no quiere darme el divorcio pero siento que es porque no quiere que mi hija tenga otro padre no se que hacer me siento muy triste
1 respuesta
Respuesta de mclaffi L.
1
1
mclaffi L., Soy Testigo de estudio y sigo al gran Díos y señor del universo...
Estimada sheyly Se que lo que estas pasando es muy duro y que no hay persona que pueda saberlo solo tú. Lo primero es que te calmes un poco que te sientes te tranquilices y medites lo que harás, has una oraciona nuestro padre celestial que te ayude a tomar la mejor decisión: ¿Es posible la reconciliación? "Es fácil iniciar los trámites del divorcio de manera impulsiva -observa el libro Couples in Crisis (Matrimonios en crisis)- y, sin embargo, debe haber muchos matrimonios que en esencia valen la pena y que podrían salir airosos si resolvieran los problemas." ESTE comentario armoniza con una antiquísima enseñanza de Jesucristo sobre el divorcio. Aunque él dijo que al cónyuge inocente le está permitido obtener el divorcio en caso de infidelidad, no indicó que fuera una obligación hacerlo (Mateo 19:3-9). Puede que el cónyuge fiel tenga razones para intentar salvar su matrimonio. Quizás el transgresor aún ame a su esposa, o tal vez sea un marido y un padre cariñoso que mantiene debidamente a su familia. Teniendo en cuenta sus propias necesidades y las de sus hijos, el cónyuge fiel puede optar por la reconciliación en vez del divorcio. De ser así, ¿Qué factores debe considerar, y cómo puede superar las dificultades que entraña la reconstrucción del matrimonio? Ante todo, cabe indicar que ni el divorcio ni la reconciliación son fáciles. Tampoco el simple hecho de perdonar al cónyuge adúltero soluciona los problemas de fondo de la pareja. Por lo general, para salvar un matrimonio se necesita un dolorosísimo examen de conciencia, comunicación franca y mucho empeño. Los esposos a menudo subestiman el tiempo y el esfuerzo que exige rehacer un matrimonio dañado. Con todo, muchos han perseverado y han sido recompensados con una unión estable. Interrogantes que deben contestarse Para tomar una decisión bien fundada, el cónyuge fiel debe aclarar sus sentimientos y saber qué posibilidades de elección tiene. Podría reflexionar sobre las siguientes preguntas: ¿Desea él volver? ¿Ha terminado definitivamente la relación adúltera, o se muestra reacio a hacerlo de inmediato? ¿Ha dicho que lo siente? En ese caso, ¿se ha arrepentido sinceramente y siente remordimientos por lo que hizo, o tiende a culparme de su falta? ¿En verdad lamenta el daño que ha causado, o solo está acongojado porque su relación ilícita ha salido a la luz y se ha visto malograda? ¿Y qué ocurrirá en el futuro? ¿Ha empezado a rectificar las actitudes y acciones que lo condujeron al adulterio? ¿Está firmemente resuelto a no volver a cometer el mal, o todavía tiende a coquetear y a formar lazos emocionales indebidos con personas del sexo opuesto? (Mateo 5:27, 28.) ¿Se ha comprometido del todo a rehacer el matrimonio? Si es así, ¿Qué está haciendo a tal efecto? Las respuestas apropiadas a estos interrogantes pueden servir de base para creer que es posible restaurar el matrimonio. La comunicación es fundamental "Resultan frustrados los planes donde no hay habla confidencial", dice un escritor bíblico (Proverbios 15:22). Este es el caso cuando el cónyuge inocente siente la necesidad de conversar con su pareja sobre la infidelidad. Sin entrar necesariamente en detalles íntimos, quizás puedan hablar con el corazón en la mano a fin de sacar a flote la verdad de lo acaecido y aclarar las ideas equivocadas. Esto, a su vez, evitará que la pareja siga distanciándose debido a los malentendidos y el resentimiento prolongado. Es cierto que tales conversaciones pueden resultar penosas para ambos, pero muchos han descubierto que son una parte importante del proceso para restaurar la confianza. Otro paso esencial para una reconciliación efectiva es tratar de determinar los puntos conflictivos del matrimonio, aquellas cosas en que ambos esposos tienen que mejorar. Zelda West-Meads aconseja: "Cuando hayan hablado lo suficiente de la dolorosa situación, cuando hayan decidido que la aventura ha terminado definitivamente y que a pesar de todo desean conservar su unión, determinen en qué han fallado y renueven el matrimonio". Quizás no se hayan mostrado el debido aprecio el uno al otro, hayan desatendido las actividades espirituales o no hayan pasado suficiente tiempo juntos. Es posible que usted no haya dado a su cónyuge el amor, la ternura, la alabanza y la honra que este necesitaba. Volver a evaluar juntos sus metas y sus valores fomentará la unión y evitará actos futuros de infidelidad. Esfuerzos por perdonar A pesar de sus esfuerzos sinceros, puede que a la esposa herida no le resulte fácil perdonar a su marido, y mucho menos a la mujer con quien cometió la infidelidad (Efesios 4:32). Pero sí puede procurar librarse paulatinamente del resentimiento y la amargura. "El cónyuge fiel debe reconocer que llega un momento en que hay que seguir adelante -dice una obra de consulta-. Es importante que no siga sacando a colación las faltas pasadas de su pareja para castigarla cada vez que surja una discusión." Muchos han descubierto que al esforzarse por reducir y eliminar el fuerte resentimiento, con el tiempo han dejado de sentir hostilidad hacia el ofensor, lo que constituye un paso esencial en la reconstrucción de un matrimonio. Aprenda a confiar otra vez "¿Podremos volver a confiar el uno en el otro?", preguntó muy turbada una esposa, y con razón, pues la traición del adúltero destruye -o al menos perjudica gravemente- la confianza que se tenía en él. Como un jarrón precioso, la confianza es fácil de romper y difícil de reparar. El hecho es que debe existir confianza y respeto mutuos para que una relación no solo sobreviva, sino también prospere. Esto significa que hay que aprender a confiar otra vez. En lugar de exigir con insensibilidad que confíen en él, el cónyuge culpable puede contribuir a ganarse la confianza siendo totalmente abierto y honrado con respecto a sus actividades. A los cristianos se les insta a 'desechar la falsedad y hablar verdad' los unos con los otros (Efesios 4:25). Para recuperar la confianza, empiece por "dar a su [esposa] un itinerario exacto de todos sus movimientos -aconseja Zelda West-Meads-. Dígale adónde irá y cuándo regresará, y asegúrese de estar donde dijo que estaría". Si cambia de planes, manténgala informada. Recobrar el amor propio requiere tiempo y esfuerzo. El esposo culpable puede ayudar no escatimando sus muestras de afecto ni sus palabras de encomio, repitiéndole a su mujer que la aprecia y la ama. "Reconózcanle el trabajo de sus manos", recomienda una respetada consejera matrimonial (Proverbios 31:31, La Nueva Biblia Latinoamérica, 1995). Por su parte, la esposa puede ir recuperando la confianza en sí misma centrando su atención en las cosas que hace bien. Lleva tiempo En vista del dolor tan intenso que causa la infidelidad, no sorprende que después de muchos años aún puedan acudir a la memoria recuerdos vívidos y dolorosos. Sin embargo, a medida que la herida vaya sanando, la humildad, la paciencia y el aguante por parte de ambos componentes de la pareja contribuirán a restaurar la confianza y el respeto (Romanos 5:3, 4; 1 Pedro 3:8, 9). "El dolor horrible de los primeros meses no es duradero -asegura confortadoramente el libro To Love, Honour and Betray-. Con el tiempo desaparece [...]. Al final, descubres que puedes pasar días, semanas, meses y hasta años sin pensar en lo ocurrido." Al seguir aplicando los principios bíblicos en su matrimonio y buscando la bendición y guía de Dios, sin duda experimentará el efecto tranquilizador de "la paz de Dios que supera a todo pensamiento" (Filipenses 4:4-7, 9). "Volviendo la vista atrás -dice Pedro-, vemos que lo sucedido cambió el rumbo de nuestra vida. Aún tenemos que hacerle algunas reparaciones a nuestro matrimonio de vez en cuando, pero superamos la prueba, seguimos casados y somos felices." Cualquier pregunta o duda solo hazla...