Depresión.

Hola, me gustaría que me aconsejara en la medida de lo posible sobre como actuar ante la depresión que esta actualmente padeciendo mi novia, ella tiene 24 años.
Es una persona depresiva que anteriormente ya ha estado en psicólogos por el mismo tema, antes incluso de empezar conmigo hace dos años, casi siempre por el mismo problema, sentimiento de soledad, el pensar que no tiene amigas, el creer que todo el mundo la critica, y el sentir dudas acerca de lo que siente en ese momento por su pareja.
A mi me ha dicho que me quiere muchísimo, que conmigo lo puede hacer todo, que sabe que la quiero a morir y que lo daría todo por ella, y que no quiere perderme, a la vez que me dice que no sabe si esta enamorada o no de mi, y que no sabe por qué le "falta algo". LLeva ya bastantes meses con problemas de sentirse perseguida, ha tenido problemas con algunas personas por comentarios que le han hecho, siempre en momentos puntuales y para nada continuamente como ella cree para si misma que fue y ello le hizo venirse abajo, no sabe como enfrentarse a algunas situaciones y lo pasa muy mal, derivando todo ello en inseguridad en si misma y problemas sentimentales conmigo, llegando incluso a buscar apoyo en anteriores parejas que tuvo.
Su cabeza no esta bien, y actualmente esta con su madre en casa ya que es bueno que se aparte un poco del mundo y reflexione sobre todo, yo se que no debo interferir en todo esto, e incluso debería desaparecer de su vida para que al menos tenga una preocupación menos, pero no se si es lo correcto, yo la quiero muchísimo, y no se que postura adoptar ante esta situación que se me ha planteado, si desaparezco es posible que se sienta peor por pensar que me ha perdido, pero por otro lado no quiero llamarla ni mandarle ningún sms para no agobiarla, por favor, aconséjeme un poco sobre como debo actuar o enfrentarme a esta situación.

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Me alegra que te preocupes e investigues de esta enfermedad en que es como una epidemia que ataca esta sociedad. Me gustaría saber si sabes el diagnostico. Quiero que sepas que ella lo que más necesita es una amigo. Que este con ella en estos moementos difisiles, no la veas como novia sino como una amiga que necesita tu ayuda. Mira este articulo extraído de la revista despertad de de agosto de 1987 :
Cómo pueden ayudar otras personas a vencer la depresión
ERA la tercera vez en solo unos pocos días que, sin razón aparente, Ann ponía una conferencia. Kay, su madre, notó que su voz estaba como apagada. "Parecía una voz deprimida -explicó Kay-. Aunque ella no expresó ninguna queja, por el tono de su voz era como si estuviese clamando: '¡Necesito ayuda!'." Kay se intranquilizó al presentir que había algún problema.
"Le dije a mi hija que al día siguiente me presentaría en su casa -recuerda Kay-. Ann rompió a llorar, y con voz entrecortada dijo: 'Está bien', y colgó." A su llegada, la madre, sorprendida, supo que Ann les había manifestado a sus amigos que se sentía totalmente desesperada e inútil. ¡Hasta había hablado seriamente de suicidarse! Sin embargo, el apoyo de Kay durante los cinco días que duró su visita ayudó a su hija a recobrarse. Fue un punto de viraje. "Esta situación me enseñó una lección: aprendí a escuchar -reconoció la madre-. Ella pudo haberse suicidado, y qué mal nos habríamos sentido si no la hubiésemos ayudado cuando lo necesitaba."
La ayuda de otras personas a menudo puede significar la diferencia entre la vida y la muerte para alguien que está profundamente deprimido. ¿Habría estado usted tan alerta como Kay? Ya que por todo el mundo unos cien millones de personas al año sufren de depresión profunda, lo más probable es que algún amigo o familiar suyo resulte afectado. Sin embargo, ayudar a una persona profundamente deprimida puede ser una experiencia exasperante.
El doctor Leonard Cammer, en su libro Up From Depression (La salida de la depresión), habla de una madre -cuyo hijo sufría de depresión- que estaba desesperada. Cuando ambos fueron a hablar con el médico, ella se quejó, diciendo de su hijo: "Se aparta de nosotros y actúa como si no existiésemos. Pero él sabe que lo queremos, ¿por qué nos tiene que herir de este modo? Usted no tiene idea de lo que estoy pasando, doctor". El doctor Cammer comenta: "¡Si ella solo supiese el sufrimiento por el que él ha estado pasando! [...] La persona deprimida se da cuenta de que es una carga para la familia. Pero también es una carga para sí misma, porque se siente incapaz de rectificar su condición, y a la vez avergonzada y humillada por ella. Su único recurso, entonces, es el de alejarse aún más". La falta de sensibilidad de la madre empeoró la situación. Por lo tanto, para poder ayudar, el primer requisito es...
Empatía
La empatía, o la participación afectiva en los sentimientos ajenos, supone un esfuerzo por identificarse emocionalmente con la situación de otra persona. (1 Pedro 3:8.) Reconozca que la persona deprimida realmente sufre. Su angustia es real, no simulada. El apóstol Pablo aconsejó: "Lloren con los que lloran". (Romanos 12:15.) En otras palabras: trate de entender el dolor que la persona deprimida experimenta.
Aunque usted no sepa con exactitud lo que él siente, sí puede manifestar un interés genuino de querer saberlo. Anímele a hablar y, cuando él dé desahogo a sus sentimientos, trate de ver las cosas como él las ve poniéndose en su lugar. Evite hacer juicios de valor, como: "No tienes por qué sentirte así", o "Esa es una actitud equivocada". Las emociones de la persona deprimida son particularmente frágiles; comentarios críticos como esos solo pueden hacer que se disguste aún más consigo misma. Por lo general, su amor propio ya se habrá desvanecido.
Reconstruya su amor propio
Para reconstruir el amor propio del deprimido, usted debe apelar a su razón. Poco a poco y con delicadeza, ayúdele a ver que la pobre evaluación que hace de sí mismo no es justa. El simplemente darle un conmovedor discurso diciéndole que es "una gran persona" no resulta ser la solución. "El que quita una prenda de vestir en día de frío es como vinagre sobre álcali y como cantor con canciones a un corazón triste", dice Proverbios 25:20. Esos esfuerzos vanos dejan a la persona deprimida, emocionalmente desanimada e irritada, pues rara vez se consideran las razones por las cuales ella se siente inútil.
Por ejemplo: una persona deprimida pudiera comentar: "Pienso que no valgo y nunca valdré nada". Usted podría decirle en un tono conciliador: "¿Podrías explicarme por qué piensas así?". Cuando la persona empiece a explicarse, escúchela atentamente. Esa atención indivisa le da la seguridad de que lo que él está diciendo es importante. Según se vaya abriendo la persona, usted podrá hacerle preguntas adicionales con el fin de ayudarla a identificar el tipo de razonamientos que pueden ocasionar la depresión y corregirlos.
Emplee preguntas sencillas y directas, pero no en tono reprensivo, sino con el propósito de lograr que la persona razone. (Véase el cuadro de arriba.) Si usted observara que la persona hace cosas que contribuyen a agravar su problema, entonces podría preguntarle de una manera bondadosa, evitando un tono acusativo: "¿Crees que lo que has estado haciendo hasta ahora te ha ayudado? ¿No te parece que tendrías que hacer las cosas de manera diferente?". El dejar que la persona dé sus propias sugerencias puede ayudarla a recuperar la confianza en sí misma.
La persona deprimida tiende a desestimar todas sus buenas cualidades; por consiguiente, enfoque su atención en sus habilidades y aptitudes personales. Puede que tenga buena mano para las plantas o sea una buena cocinera. O tal vez él les haya dado a sus hijos una formación buena y estable. Piense en aspectos en los que la persona deprimida ha tenido éxito y llame su atención a estas cosas. Quizás hasta podría hacer que pusiese por escrito algunas de ellas con el fin de repasarlas más tarde. También puede ser de ayuda el que esa persona haga uso de sus talentos para ayudarle a usted.
Por ejemplo: María, una excelente modista, llegó a estar gravemente deprimida. Una de sus amigas le preguntó: "¿Podrías ayudarme a escoger un corte de tela y un patrón? Quiero hacerme un traje". María se ofreció a hacérselo. "¿Me lo harás tú?", respondió su amiga. Más tarde, ella le agradeció afectuosamente a María el traje que le había hecho, y en una carta le explicó que había recibido muy buenos elogios por él. "Esto aumentó mi confianza e iluminó mis días -dijo María-. Luego supe que en el pasado ella había sufrido de depresión, y sabía que el que yo me ocupase en esa labor sería de gran ayuda para mí. Lo fue. Ella hizo más por mí que lo que yo hice por ella."
Por consiguiente, ayude a la persona deprimida a que desarrolle algunos objetivos concretos a corto plazo que estén al alcance de sus aptitudes y circunstancias. Pueden ser responsabilidades domésticas sencillas, trabajos manuales o hasta el hacer comentarios constructivos. Como dijo una mujer que había estado gravemente deprimida: "Procuraba decir cada día algo que fuese edificante para mi familia o para alguna amistad". El alcanzar estos objetivos menores ayuda a desarrollar el amor propio.
Cuando se trata de su cónyuge
La primera suposición a la que llegan muchas personas cuyos cónyuges se ven afectados por una depresión profunda es que, de alguna manera, ellos son responsables de su abatimiento. Esto produce un sentimiento de culpa y, a su vez, crea fricción. No obstante, la depresión no es necesariamente una señal de que el matrimonio no haya dado buen resultado.
Después de estudiar la vida de cuarenta mujeres deprimidas, Myrna Weissman y Eugene Paykel propusieron la siguiente conclusión en su libro The Depressed Woman (La mujer deprimida): "No todas las mujeres deprimidas han tenido un matrimonio desgraciado antes de su enfermedad. Hemos hallado que en un número considerable de matrimonios existía una comunicación libre y abierta, y mutua sensibilización a las necesidades tanto de uno como del otro [...] antes de que se produjera la depresión. Fue la enfermedad la que impuso una considerable tensión en sus relaciones". (Cursivas nuestras.)
Sin embargo, aunque una relación tensa y despegada con el cónyuge no siempre ocasiona depresión, a veces puede crear un ambiente mucho más propicio para que se desarrolle. Algunos factores que inducen a la depresión vienen indicados en la tabla que aparece en la página 15. Un marido cuya deprimida esposa desarrolló sentimientos suicidas reconoció: "No tomé en serio mi responsabilidad de velar por sus necesidades emocionales y espirituales. Ella era para mí una compañera de habitación más que una esposa. Estaba demasiado ocupado ayudando a otras personas como para darle a mi esposa el aliento y el calor que ella quería y necesitaba. Tuve que esforzarme en el aspecto de la comunicación, así como en saber compartir de mí mismo con ella". ¿Hay aspectos de su vida familiar que necesitan mejorarse? ¿Qué más puede ayudar a su cónyuge?
? ¡Paciencia, paciencia, paciencia! Debido a que una persona deprimida tiene un padecimiento emocional, puede llegar a criticar duramente a su cónyuge. Victoria, que padecía una depresión crónica, confesó: "Me odiaba a mí misma y me sentía miserable. Estoy segura de que mi esposo y mis hijos hubiesen deseado encerrarme en un armario y tirar la llave. Sin embargo, centenares de veces les oí decir: 'Te queremos; sabemos que esa no ha sido tu intención', o 'Es que estás cansada'". En efecto, hay que reconocer que la persona dirá muchas cosas que realmente no siente. Aun Job, un hombre de fe, a causa de su irritación reconoció: "Mis propias palabras han sido habla desatinada". (Job 6:3.) Cuando uno es capaz de entender que no es el blanco de sus ataques, podrá contestar con un tono apacible y amable que, por lo general, suavizará la situación. (Proverbios 15:1; 19:11.) No espere que su cónyuge mejore de un día para otro.
? Proporcione apoyo espiritual y emocional. Muchas personas deprimidas han hallado que las reuniones de los testigos de Jehová les proporcionan el ánimo espiritual que necesitan para aguantar. (Hebreos 10:25.) Pero Irene, cuya depresión duró unos dieciocho meses, reconoció: "Una tarde, antes de ir a la reunión, comencé a llorar porque apenas podía resistir la idea de tener que enfrentarme a todos". Añadió: "Pero mi esposo me animó, y, después de una oración, fuimos todos. Aunque tenía que reprimir las lágrimas durante la reunión, estaba muy agradecida a Jehová Dios porque me daba la fortaleza necesaria para estar allí".
Además de la ayuda espiritual, un cónyuge deprimido necesita la seguridad de que tiene el apoyo emocional de su pareja. Irene explica lo que su esposo hizo: "Después que los niños se acostaban, mi esposo y yo hablábamos, y, a veces, yo lloraba casi por espacio de una hora. El respaldo de su comprensión fue de gran ayuda. Él oraba conmigo, me escuchaba o me apoyaba en su hombro para que yo llorara... hacía lo que en cada momento yo necesitaba que hiciese". Como el cristiano ha de estar interesado en agradar a su cónyuge, permita que frecuentemente el cónyuge deprimido tenga la satisfacción de saber que cumple con esa responsabilidad. (1 Corintios 7:33, 34.)
? Provéale ayuda física. Las tareas domésticas y el cuidado de los hijos pueden convertirse repentinamente en una carga aplastante para una esposa deprimida. El esposo, así como los niños, puede ayudar a limpiar y a cocinar. Evite el preguntarle qué hacer, pues esto puede aumentar la presión. "Bob, mi esposo, no permitió que durante el tiempo de mi depresión nadie cargara sobre mí otras responsabilidades. Él llegó a ser algo así como un parachoques -dijo Elizabeth, una madre que estuvo gravemente deprimida-. Lo único en lo que en realidad tenía que concentrarme era en ponerme mejor. El doctor -añadió Elizabeth- no solo me prescribió unas medicinas, también me dijo que hiciese ejercicios diariamente. Bob me animó a seguir las instrucciones del doctor. Cada día caminábamos juntos." Hacer una excursión bien planeada con la persona deprimida también sirve de ayuda. Todo esto requiere mucha iniciativa por parte del esposo.
Ayuda de otras personas
"Un compañero verdadero ama en todo tiempo, y es un hermano nacido para cuando hay angustia", dice Proverbios 17:17. La amistad auténtica se manifiesta durante un período de aflicción, como la depresión. ¿De qué manera puede ayudar un amigo?
"Cuando estuve deprimida, una amiga me escribió varias veces, y siempre incluía citas bíblicas animadoras -comentó María-. Yo leía sus cartas una y otra vez con lágrimas en los ojos. Aquellas cartas tenían el valor del oro para mí." Cartas animadoras, postales y llamadas telefónicas son cosas que se agradecen profundamente. Las visitas estimuladoras también son un medio de ayudar. "Si nadie viene a vernos, la sensación de que estamos solos aumenta -agrega Elizabeth-. Ore con la persona, cuéntele experiencias edificantes, hasta prepárele una comida y llévela con su familia para comerla juntos. Un amigo me preparó una caja con algunas chucherías. Desempaquetarlas una a una resultó para mí en una sorpresa muy agradable."
Naturalmente, cuando es asunto de hacerle recados y otras tareas domésticas a una persona deprimida, se ha de tener discernimiento. Respete su punto de vista. No insista en hacerle algo si ella no quiere. En ocasiones, el saber que otro está haciendo por uno lo que uno mismo debería hacer aumenta el sentimiento de culpa. Puede ser que la persona deprimida prefiera que se deje sin hacer.
Los ancianos, o pastores espirituales, en las congregaciones de los testigos de Jehová también han proporcionado una ayuda incalculable. Irene explicó: "Hablé con dos ancianos acerca de mi problema. (Mi esposo estuvo presente con el fin de apoyarme.) Este fue un paso significativo, y me ayudó en gran manera. Me di cuenta de que estos hombres se toman un verdadero interés". Por medio de escuchar atentamente y por su buena preparación, estos hombres pueden 'hablar confortadoramente a las almas abatidas'. (1 Tesalonicenses 5:14; Proverbios 12:18.)
Es esencial saber cuándo se ha de buscar ayuda profesional; de hecho, hacerlo oportunamente puede salvar una vida. Hay veces que las condiciones llegan a ser tan graves que se han de disponer los medios para que la persona deprimida reciba el cuidado profesional que necesita. No espere que el que está deprimido lo decida. A menudo, eso significa que alguien tiene que hacer la cita por él. Usted puede tranquilizarlo, diciéndole: "Estoy seguro de que tu enfermedad no es grave, pero debes hacerte un chequeo para que todos salgamos de dudas. Yo te quiero mucho, pero no soy médico". Sea amable, ¡Pero firme!
Ayudar a un amigo o a su propio cónyuge a vencer la depresión no es una tarea fácil, pero la perseverancia puede salvar una vida. Con frecuencia, su interés amoroso puede ser la diferencia. Por ejemplo: cuando Margaret llegó a su estado depresivo más bajo, le dijo a su esposo que quería darse por vencida y morir. Él afectuosamente le respondió: "Yo te ayudaré a que no te des por vencida". Impresionada al comprobar su interés, Margaret explicó: "Supe entonces que podría seguir adelante". Lo hizo, y, con el tiempo, pudo vencer la depresión.
Razone de modo que ayude a cultivar amor propio
Una mujer cuyo matrimonio estaba deshecho por la infidelidad de su marido llegó a deprimirse y a tener impulsos suicidas. Más tarde le confesó a un consejero experimentado: "Sin Raymond, no soy nada... no puedo ser feliz sin él".
El consejero le preguntó: "¿Era usted feliz cuando estaba con Raymond?". "No, nos pasábamos la vida peleando y yo me sentía peor", contestó. Él prosiguió: "Usted dice que sin Raymond no es nada. Antes de conocer a Raymond, ¿pensaba usted que no valía nada?".
"No, yo pensaba de mí misma que era alguien", reconoció la mujer deprimida. El consejero entonces le dijo: "Si antes de conocer a Raymond, usted era alguien, ¿por qué ahora lo necesita para ser alguien?". Al comentar este caso en su libro "Cognitive Therapy and the Emotional Disorders" (Terapia cognoscitiva y trastornos emocionales), el doctor Aaron Beck dijo: "En una entrevista posterior, ella mencionó que hubo un comentario que fue como una sacudida: ¿Cómo podía ser 'nada' sin Raymond, si antes de tan siquiera conocerlo había vivido una vida feliz y era una persona normal?". Esta mujer superó su depresión.
Cualquier duda aquí me puedes preguntar
El problema es que tampoco quiero agobiarla, llevo un par de días sin hablar con ella y no se si debería esperar a que ella de noticias, o ser yo quien me ponga en contacto con ella aunque sea vía sms ya que me da miedo llamarla y que no conteste el teléfono y sea a un peor, por lo menos un sms diciéndole que este tranquila que soy su amigo y me tiene aquí para lo que necesite, pero me gustaría saber hasta cuando esperar para no precipitarme,
Te repito esta parte de la información
"Un compañero verdadero ama en todo tiempo, y es un hermano nacido para cuando hay angustia", dice Proverbios 17:17. La amistad auténtica se manifiesta durante un período de aflicción, como la depresión. ¿De qué manera puede ayudar un amigo?
"Cuando estuve deprimida, una amiga me escribió varias veces, y siempre incluía citas bíblicas animadoras -comentó María-. Yo leía sus cartas una y otra vez con lágrimas en los ojos. Aquellas cartas tenían el valor del oro para mí." Cartas animadoras, postales y llamadas telefónicas son cosas que se agradecen profundamente. Las visitas estimuladoras también son un medio de ayudar. "Si nadie viene a vernos, la sensación de que estamos solos aumenta -agrega Elizabeth-. Ore con la persona, cuéntele experiencias edificantes, hasta prepárele una comida y llévela con su familia para comerla juntos. Un amigo me preparó una caja con algunas chucherías. Desempaquetarlas una a una resultó para mí en una sorpresa muy agradable."
Naturalmente, cuando es asunto de hacerle recados y otras tareas domésticas a una persona deprimida, se ha de tener discernimiento. Respete su punto de vista. No insista en hacerle algo si ella no quiere.
Tienes que disernir lo que quiere y no, aveces con el solo hecho de escuchar a una persona deprimida es suficiente, t{u compañía el que estés allí, no es necesario que no pares de hablar, tienes que ser muy pero muy enpatico es decir ponerte en el lugar de ella respecto a lo que esta pasando y sintiendo, aunque nunca se savee xactamente lo que esta pasando pero hay estas t{u como amigo para saberlo.
Sms, es algo de esta generaci{on, puedes hacer cartas de papel aunque es algo que no se usa mucho tiene otro efecto didtinto del sms. No tienes que atosigarla ni presionarla por que lo que quieres es subirle el animo.
Y despertarle el deseo de que luche pese a las dificultades con la enfermedad.
Ve ha verla cara a cara pero no como novio sino como amigo, eso de novio olvidalo por un tiempo. Ella te necesita aunque no lo diga. Pero se paciente e inteligente en lo que haces. Lee detenidamente la información que te envíe veo que no la leíste detenidamente y no la meditaste, meditala para que puedas comprender un poco más la enfermedad:
Espero que esta información te sea útil:
Cómo otras personas pueden ayudar
ES VITAL que otros muestren empatía a los que están deprimidos... que se pongan en el lugar de la otra persona. Lo que esto significa se demostró en el siguiente caso. El padre deprimido, después de reprender severamente a su esposa, dijo sollozando: "¡No quiero ser así!" Se sintió profundamente conmovido ante la respuesta sencilla y comprensiva de su esposa: "Yo sé que no quieres ser así, cariño."
El Dr. Ari Kiev, profesor clínico adjunto de siquiatría, advirtió lo siguiente: "Cuando familias ven la depresión como resultado de la terquedad, como una renuencia a combatirla, entonces eso tiende a aumentar la frustración del paciente. . . . Y se suele ver actos suicidas." No obstante, él añade: "La gente podría soportar mejor la depresión si ellos y sus familias la aceptaran como una enfermedad que sigue un rumbo de naturaleza limitada y que pasará con el tiempo." Este es un buen consejo tanto para la familia como para los amigos de la víctima de depresión.
"Hablen confortadoramente"
Se preguntó a algunos que habían padecido de depresión grave qué comentarios que habían hecho otros les habían beneficiado más. Dijeron: "Entiendo," "Te amamos," "Sé que pronto volverás a ser la misma persona de antes," "Te ves mucho mejor hoy" y "No sé exactamente cómo te sientes, pero te apoyamos." Una madre escribió: "El solo oír a mis hijos decir: 'Te necesitamos,' me alegraba muchísimo." Pero, añadió: "La crítica excesiva a una persona que ya está deprimida es como un arma mortífera." ¡Cuán práctico es el consejo inspirado de la Biblia! Este insta a lo siguiente: "Hablen confortadoramente a las almas abatidas, den su apoyo a los débiles, sean sufridos para con todos."-1 Tesalonicenses 5:14.
También se les preguntó a los que habían padecido de depresión grave: ¿Qué dijeron otros que les causó daño? Algunas de las respuestas fueron: "Te compadezco," "Ella solo quiere que se le preste atención" y "No te tengas tanta lástima; hay otras personas que están más enfermas que tú que no lloran ni se quejan." ¡Imagínese cómo estos comentarios hicieron sentir a estas personas! "Existe el que habla irreflexivamente como con las estocadas de una espada, pero la lengua de los sabios es una curación." (Proverbios 12:18) No es que las personas tuvieran la intención de herir o de 'dar una estocada' a los deprimidos, pero a menudo simplemente no pensaron antes de hablar.
"La persona deprimida ya se siente enfadada consigo misma, así que no aumente su sentimiento de culpa por medio de corregir constantemente lo que ella hace," aconseja un psicólogo que, por más de 20 años, ha trabajado con personas que padecen de trastornos mentales. "En vez de decirle: '¿Por qué sencillamente no te libras del problema?,' quizás usted pudiera decirle: 'Parece que es un verdadero problema para ti, y no lo puedo entender plenamente, pero quisiera entender lo que sientes. Quisiera ayudar.' Muestre interés sincero. La persona puede discernir si el interés no es sincero."
Busque oportunidades para dar encomio genuino. Sea específico. "Mira qué bien has criado a tus hijos," "Tienes el gran don de hacer que otros se sientan cómodos," y así sucesivamente. Ayude a la persona a recuperar su propia estimación. Pero sobre todo . . .
Sea un buen oyente
Comúnmente, la persona deprimida tiene mucho que decir, pero a menudo se siente indigna de expresarlo. Pudiera creer que nadie realmente está interesado en oír acerca de sus problemas o sentimientos. Una mujer de 27 años de edad, que por varios años padeció de ataques de depresión, dijo: "Necesitaba alguien que me escuchara y no que me sermoneara y me hiciera creer que me estaba comportando de esta manera a propósito. ¡Mis problemas eran verdaderos!"
Esta joven, que deseaba morir, añadió: "Tenía un par de amigos a quienes realmente podía abrir mi corazón. A pesar de que yo misma no podía comprender plenamente mis sentimientos, esta conversación realmente me ayudó." Así que, permita a la persona deprimida "descargar" sus sentimientos. No hay necesidad de juzgar todo lo que dice. Puede que haga ciertas declaraciones que parezcan extremadas. A menudo el deprimido no está hablando realmente en serio. No obstante, si usted es un buen oyente y gana su confianza, puede que al razonar bondadosamente con él, paso a paso, logre corregir la manera en que éste piensa. -Mateo 7:1.
"Den su apoyo a los débiles"
Un antiguo adagio dice: "Los amigos ayudan, los otros muestran compasión." Ciertamente, amigos genuinos y miembros de la familia cuyas circunstancias se lo permitan toman medidas para apoyar a los que están estrechamente relacionados con ellos y se hallan deprimidos. En las congregaciones de los testigos de Jehová hay hombres capacitados espiritualmente que a menudo han sido de gran ayuda a personas deprimidas. Se insta a los deprimidos a pedir esta ayuda comprensiva y amorosa. Cierta persona que padecía de depresión confesó lo siguiente: "No era demasiado orgullosa para pedir ayuda."-Santiago 5:14, 15.
Dependiendo de las circunstancias, hay muchas cosas que las personas pueden hacer. Si el paciente no puede dormir, permanezca despierto con él. Si no quiere comer, no lo presione, sino trate de inducirlo por medio de ofrecerle cantidades pequeñas de alimento nutritivo que se haya preparado de modo sabroso. Si no quiere hacer ejercicios, entonces llévelo a dar una caminata o participe con él en algún tipo de ejercicio físico vigoroso. Puede que no sea fácil ayudar al paciente de estas maneras.
Cierta mujer generosa ha ayudado a varias personas que padecían de depresión grave. Una de éstas, a quien invitó a vivir con ella hasta que se recuperara, estaba pasando por un mal momento. Muy afectuosamente, Doreen dijo a esta joven: "Ponte el abrigo, el sombrero y las botas." Pero ella respondió: "No quiero ir de paseo." "De manera bondadosa, pero firme le dije: 'Sí, vas a venir. Póntelos,'" explicó Doreen. "Ella lo hizo. Caminamos cuatro millas. Cuando regresamos ella estaba cansada, pero se sentía mejor. Nadie cree lo beneficioso que es el ejercicio vigoroso sino hasta que se les obligue a hacer algún ejercicio. Entonces se dan cuenta."
El prestar apoyo también pudiera incluir ayudar a la persona que está en un grave estado de depresión a conseguir ayuda profesional apropiada. Puede que en casos de depresión más graves se necesite la ayuda de personas que tienen un adiestramiento especializado para tratar con la enfermedad. Actualmente hay una variedad de tratamientos disponibles.
Otras acciones beneficiosas que mencionaron las personas deprimidas fueron: "No invite a tantas personas a visitar el enfermo; impida que otros hagan ruido innecesario... como música estrepitosa." "Las visitas breves de personas que muestran interés sincero son agradables." "Mi familia cuidaba de mí, me llamaban regularmente por teléfono, me llevaban a pasear y, en algunas ocasiones, hasta me ayudaban a vestirme."
A menudo es cuestión de simplemente estar muy cerca y mostrar amor. Cierta mujer, que anteriormente se hallaba deprimida, declaró qué fue lo que le ayudó a por fin salir de nueve meses de sentirse "atrapada en una terrible pesadilla." En cierto momento ella dijo sollozando a su esposo: "¡Ya no puedo aguantarlo más! No me estoy reponiendo. ¡Parece que la situación es como un hoyo que me está tragando!" Él le respondió tiernamente: "¡Si te traga, entonces dejaré que me trague contigo!" Al reflexionar en esto, la mujer dijo: "En otras palabras... él siempre estaba conmigo para brindarme apoyo."
Sí, el apoyo genuino, acompañado de palabras consoladoras, y un oído que escuche es la mejor ayuda que otras personas pueden dar a "las almas abatidas."
Leelo detenidamente y trata de comprenderlo en su magnitud cualquier cosa me escribes
Como le a ido con la enfermedad de su novia. ¿Esta en tratamiento?
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No creo que desaparecer de su vida sea lo que realmente la ayude, y no se si eso le quitaría un problema de encima y sería una preocupación menos, por que entonces se preocuparía pensando en por que te fuiste, que estarás haciendo entre otras cosas.
Lo que pasa es que ella necesita ayuda psicológica, tu no eres terapeuta, y no tienes las herramientas necesarias para ayudarla, son cosas que se te salen de las manos.
E incluso en el caso que sigas con ella, deberías en algún momento asistir con su terapeuta, puede que no al principio, pero en algún momento, simplemente para que tengas algunas herramientas que te den a ti mismo fuerzas para seguir en la relación y manejarla
Tienes varias opciones, es importante que escojas una y que de verdad si la quieres ayudar, la mejor manera es que ella reciba el tratamiento que necesita, con eso no slo va a mejorar ella misma, sino que al estar mejor, la relación entre ustedes mejorará
1. Buscas el terapeuta anterior, que conoce su historia
2. Buscas un terapeuta diferente, que la pueda ayudar
3. Te ofrezco mis servicios a través de mi página web, con el que pretendo llegar a las personas que por uno u otro motivo no llegarían a un consultorio particular, pero que cumple los mismos estándares de una consulta privada, solo que se realiza a través del Internet, a través del Messenger o de skype, bien sea por video llamada o por Chat en línea.
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Como primera medida deberías de hablar con ella y ser HONESTO, es preferible que aunque le caiga mal puedas decirle que tu puedes ser su pareja, pero que no puedes resolver un problema que tiene que ser tratado por un profesional ya sea con terapia o con algún tratamiento, cada quien tiene su función y también puedes hablar con su madre y plantearle que no es que no quieras hacerte cargo pero que seguir a su lado no hace que esté mejor porque es un tema que tiene que tratar un medico, psicólogo o psiquiatra, y que si ella no quiere seguir un tratamiento tu no puedes continuar. Y lo de hablar con su madre te lo digo por que si de aquí en adelante ella sigue un tratamiento podrán saber que la razón por la que esta en ese estado de discordancia no es por haber roto una relación, o por ti. Y decirte que tu solo puedes acompañarla a un medico o psicólogo o psiquiatra pero solo ella y un profesional son los que realmente pueden resolverlo. Y si tu no quieres acompañarla no debes sentirte mal pero DEBES SER CLARO. Que aunque en un principio caiga mal a la larga es valorado ya que no tienes la obligación de dar explicación a nadie, aunque si moralmente para tu tranquilidad interior.
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Lo que te ayudará a tomar una decisión acertada al respecto de cómo actuar en concreto es el mejorar la motivación que te mueva, es decir, en este caso, el depurar tu amor por tu novia lo más posible, y guiarte por el bien como persona de tu novia, y no sólo por su interés superficial. Y te explico: en el amor humano generalmente están presentes los intereses personales, los cuales conviene depurar; es decir: uno incluso aunque haga algo aparentemente bueno, si quiere que no le influyan los propios intereses, de la propia gratificación que le reporta tal asunto, el cómo va a quedar, etc., tiene que hacer un esfuerzo de pensar en el bien real, no sólo en la mera complacencia, de la otra persona, y que esto esté por encima de los propios intereses. Y esto también le viene muy bien a uno, ya que actuando interesadamente sólo satisface intereses vanos, pero haciendo el bien, crece como persona, y aporta una buena acción, y de esto uno nunca se arrepiente.
Un enfoque generoso también le puede venir muy bien a tu novia. Digamos que el ser humano es limitado por naturaleza, y hay cualidades y aptitudes, que uno tiene y otro no, pero no hay que quedarse enfrascado en lo que uno tiene o no tiene, ni siquiera en cuanto a lo psicológico no todo el mundo parte de la misma facilidad para una cosa (incluso en factores que uno creería más ajenos a esto, o más psicológicos, como autoestima, seguridad en uno mismo, etc.), sino que hay que ponerse en camino en la vida y para ello ayuda el pensar en hacer el mayor bien por las personas que uno pueda; esto curiosamente también es lo que hace madurar la personalidad de uno de la forma más armónica, y mejorar o aprovechar, todas las circunstancias.Y, por supuesto, que este hacer el máximo bien que puede uno en la vida, lo puede hacer uno en cualquier situación, y siempre partiendo de la que tiene o de dónde está; no sirve pensar que uno hará cuando mejore o cambien las circunstancias; por esta vía, uno fácilmente no mejorará; el hacer el máximo bien que uno pueda, no es hacer uno más de lo que pueda, por lo que siempre es posible y siempre es un gran bien para todos, muy saludable; y esto no es incompatible, sino todo lo contrario, con el tratamiento dentro de lo razonable de ciertas limitaciones o enfermedades, lo cual es más fácil cuando el enfoque ya no es el interés de uno, sino que es el aportar un bien.
En principio me imagino que no se tratará de desaparecer, pero, como te digo el punto justo te lo irá marcando tu buena intención, no algo predeterminado de antemano, ya que con la buena intención irás viendo lo que es mejor para ella. Puedes llevarle algún libro (hay en Internet algún libro de santos, que también puedes encargar en la Editorial Apostolado Mariano, en Internet, ver alguna película de convicciontv.cl/peliculas, etc.).
Es importante por supuesto el descartar todo lo malo en sí mismo, y todo lo impropio de un noviazgo. El noviazgo debe verse desde la generosidad, y dentro de un enfoque de vida también generosamente enfocado. Todo lo que puedas hacer para enfocar tu vida de la mejor manera, será muy beneficioso para tu novia. En este sentido te dejo un blog de actitudes saludables, que te recomiendo.
Que tu novia enfoque posibles críticas o cualquier acto de los demás, generosamente; es decir, no pensando en sí misma, lo cual sería perjudicial para ella, y empeoraría su estado, sino que pensando en el bien que puede hacer, sobre todo si la otra persona está mostrando un mal comportamiento. Es decir, que no mire las dificultades, o no afronte los problemas pensando sólo en sus intereses, sino que siempre lo más correctamente que pueda, y con buena intención real (pensando en el bien real por encima de los propios intereses) hacia todos los intervinientes; de esta manera no se equivoca, aunque la impresión fuera suya. Con respecto a la duda con respecto a sus sentimientos, que confíe que tendrá la ayuda que necesite y que tomará la decisión más adecuada, al actuar ella siempre bien, y con buena intención, enfocando el noviazgo también en este sentido (no se trata sólo del voluble sentir o no sentir, sino de algo más estable, más enraizado en una voluntad de hacer el bien), y viendo si se siente llamada a ello dentro de un enfoque más global de hacer el mayor bien que puede en la vida. El actuar en todo momento correctamente también ayuda a ser más objetivo, y a estar más libre para amar de verdad, menos esclavizado por los propios intereses, todo lo cual ayuda a decidir de la mejor manera para el bien de todos.
Es importante que no tenga prisa ni desesperación por mejorar su estado. Que se ponga a hacer lo que pueda en la vida, y ya vendrá lo demás.
Respuesta
-1
Te paso los consejos que daría a una persona con los síntomas de la que me explicas.
Si tienes una depresión, lo mejor es tener un plan de vida que ilusione y tener confianza en uno mismo, haciendo vida saludable, deporte etc. y descansando 8 horas de sueño al día por lo menos.
Bueno si deseas volver a disfrutar de las cosas: HAZLO. No depende más que de ti. Si tú sabes que son las cosas que te hacen disfrutar y cómo hacerlo: HAZLO. Eso sí, no quieras arreglar tu vida toda de una vez. Ponte pequeñas metas de mejora personal
No va a venir ningún "Superman" a salvarnos. Nosotros somos "Superman". Ayúdate a ti mismo. Respétate, trátate bien. No te eches en cara que querrías ser como fulanita o menganita, o como eras antes, a los que todo les va bien. NO. Cada uno tiene sus problemas y sus dificultades. No hay nadie en el mundo libre de preocupaciones, malestares, fallos, enfermedades, etc.
También intenta ayudar a los demás y te acabarás ayudando a ti mismo. Observa las personas que aparecen en tu vida. Piensa que quizá se sienten peor de lo que te sientes tú ahora. Intenta ayudarlas. Si consigues ayudar de verdad a otra persona, te habrás ayudado mucho a ti mismo.
Tener depresión puede ser un poco grave, medio grave o grave del todo. Depende de la intensidad de la misma y de otros factores. Por desgracia en nuestro mundo, en que todo lo queremos hacer a contra reloj y con prisa, el número de depresiones es altísimo, pero por suerte la naturaleza humana es muy fuerte. También influye, como en tu caso el tener un modelo de comportamiento para sí mismo y para los demás y desesperarnos porque los demás y nosotros mismos no cumplimos con el modelo que nos hemos impuesto.
No tomes productos químicos ni farmacéuticos, no te ayudaran a curar la causa de la depresión, que es interna de tu forma de pensar y de afrontar la vida. Los medicamentos sólo pueden aliviar los síntomas, aletargando, haciendo dormir, etc., pero no curan.
Hazte un plan de vida, un horario, y cúmplelo, por ejemplo:
7. 00 Levantarse y aseo
7. 45 Lectura, meditación o paseo
8. 15 Desayuno
9 a 13 trabajo
13 a 14 almuerzo
14 a 18 trabajo
18 a 20 tiempo libre
20 a 21 cena
21 a 22 Formación, lectura
22 a 23 aseo.
23 Descanso.
No quieras hacer muchas cosas a la vez para arreglar tu vida. Ves haciendo las que puedas, pero cuando cojas una cosa entre manos intenta hacerla perfectamente, como si fuera la única cosa que pudieras hacer en tu vida. Sé útil a los demás no te encierres en ti mismo, ayuda a la gente que te rodea en tu familia, en tu trabajo en tus ratos con amigos. Hazles la vida sencilla, que no se tengan que preocupar por ti. Que después de estar contigo "noten" que han recibido energía, que se sienten mejor. Esa tendría que ser la motivación principal de tu vida, lo demás es relativo y menos importante.
Procura también alimentarte correctamente, tomar alimentos sanos y que sabes que te convienen, cuida a tu cuerpo y a tu persona. Respeta las necesidades del sueño. No tomes drogas, ni fumes ni alcohol ni nada de eso. Procura aprender a respirar bien, capta la energía de lo que te rodea, deja que te lleguen los rayos del sol, las partículas de aire que te dan la vida que necesitas para respirar. Haz buenas obras de las que tú sabes que puedes hacer. Si algo sale mal, ten paciencia contigo mismo, no te martirices, amate a ti mismo.
Es un éxito que hayas detectado el problema. El primer paso del triunfo pasa por aceptarte a ti misma. Si no tienes un plan para tu vida, si vives como una hoja de árbol caída en medio del viento, que va sin rumbo por la vida, haciendo, diciendo y pensando según las modas que le dictan los mass media, realmente no has desarrollado tu potencial como persona. Has de meditar que eres un ser libre, único, irrepetible en el universo, que sólo tienes por encima de ti a Dios.
Libre quiere decir que eres capaz de buscar la verdad, aceptarla y actuar en consecuencia. No es libertad la idea de que cada uno puede hacer lo que quiera, y que todos tengan derecho a hacer lo que les dé la gana. Eso va contra la razón. Si todos las posibilidades son igualmente buenas o valiosas, es que el concepto bueno o valioso no tiene sentido porque algo no puede ser a la vez valioso en comparación con otras opciones y a la vez valer lo mismo que las otras opciones.
Te falta beber más en las fuentes de la verdad. La verdad no esta en lo moderno ni en lo antiguo. Son ignorantes los que dicen que lo progre y lo moderno o lo del siglo XXI es lo que vale y lo antiguo es carca, superado, etc. Si eres lista, no te dejes engañar. Busca la verdad, búscala toda tu vida. En cada acontecimiento que te ocurra en la vida busca el sentido, busca la justicia, busca la belleza, busca el amor. Medita. Piensa. Sé valiente. Analiza la mierda de mensajes que emite nuestra sociedad enferma, asesina, cruel, mentirosa, desamorada, egoísta, etc.
Tú eres libre, elige. Vive como una persona o como un ser que renuncia a su dignidad que le corresponde. Puedes visitar www.interrogantes.net y encontrarás cosas que te harán mucho bien.
Te transcribo parte de lo que trae sobre Carácter y mejora personal.
Un cordial saludo con mis mejores deseos para tu felicidad.
El carácter y la mejora personal
La puerta del cambio
Un nuevo modo de ver las cosas
Saber usar los propios recursos
Dos modos de plantear las cosas
El atractivo de la virtud y del bien
El riesgo de la lentitud
La fuerza de la educación
La puerta del cambio
Aquel chico tenía catorce años y se puede decir que era un auténtico desastre. Tenía un carácter muy difícil y una apatía impresionante. Apenas atendía en clase, y luego en su casa estudiaba menos aún. Parecía no tener ilusión por nada, suspendía habitualmente un montón de asignaturas, y sus padres estaban desesperados.
Recuerdo que sus profesores comentábamos con preocupación el caso, sin duda el más problemático del curso: apenas escuchaba los consejos que se le daban, nadie sabía bien qué hacer con él. Todo parecía indicar que aquel chico estaba destinado al más negro de los futuros.
El caso es que acabó el curso, y las vueltas de la vida hicieron que durante mucho tiempo apenas volviéramos a tener noticias el uno del otro, hasta que siete años después coincidimos una lluviosa tarde de septiembre en una cafetería.
Me alegró verle sonriente, con sus flamantes veintiún años recién cumplidos y sus casi dos palmos más de altura. Fue una coincidencia casual y, como procuro hacer siempre con quienes fueron mis alumnos en aquellos años que dediqué a la enseñanza, quedamos después para charlar un rato. Cuando nos sentamos, le pregunté cómo iba su vida.
Mi primera sorpresa fue que estaba en cuarto curso de una carrera bastante difícil. Además, no sólo no había perdido ningún año, sino que llevaba esos estudios con unos resultados brillantes. Mientras me lo contaba, venían a mi memoria aquellas reuniones de profesores, cuando analizábamos la marcha del curso, donde varias veces se llegó a decir -quizá alguna vez yo mismo- que aquel chico, salvo un milagro, no llegaría a terminar el bachillerato.
El caso es que el milagro se había producido. Su vida había cambiado. No es que hubiera cambiado un poco, podía decirse que había cambiado por completo y en casi todo. Es como si fuera otra persona. Como si de aquellos viejos tiempos conservara poco más que su nombre y sus apellidos.
Yo estaba intrigado por el cambio. «Oye -le dije-, tienes que explicarme qué ha pasado contigo para que hayas cambiado de esa manera. Me tienes asombrado.»
La pregunta le sorprendió un poco. Calló por unos instantes, como queriendo ordenar sus ideas, se puso un poco más serio, y finalmente empezó su relato, despacio pero con soltura:
«Mira. Fue un día concreto. A lo mejor te parece un poco raro, y quizá lo sea, pero fue un día concreto, un día por la mañana. Llevaba unas semanas fatal. Mejor dicho, unos años. Llevaba años oyendo siempre lo mismo. De mis padres, de mis profesores, de todos. Siempre lo mismo. Que yo era un desastre, que estaba hipotecando mi vida, que iba a ser un desgraciado si seguía por ese camino, que me estaba buscando la ruina, que nunca sería un hombre de provecho, y todo eso que dicen las personas mayores.»
Le interrumpí un instante, con un poco de curiosidad, para preguntarle qué pensaba él entonces, cuando escuchaba esas cosas.
«Bueno, no sé cómo decirte, todo aquello me entraba por un oído y me salía inmediatamente por el otro. Me parecía que era el rollo de siempre, y estaba cansado de escuchar todos los días los mismos consejos.
»No es que no entendiera las razones que me daban, es que ni siquiera les prestaba atención. Me habían dicho ya mil veces lo mismo, y cuando veía que me venían con ésas, desconectaba y ya está. Tenía como echada una barrera mental sobre todas esas cosas, prefería no pensar, y todos esos sabios consejos me resbalaban por completo.
»Bueno, lo que te decía, fue un día concreto, me acuerdo perfectamente. Estaba en plena época de exámenes, y esos días no teníamos clase, para poder estudiar. Pero estudiar no me apetecía absolutamente nada. Estaba con la angustia de los exámenes, y al tiempo con la angustia de que no había dado ni golpe y me iban a suspender otra vez.
»Tenía un sueño tremendo, y estaba tentado de volverme sin más de nuevo a dormir, pero llevaba mal el curso, como siempre. Si me volvía a la cama, iba a ser muy difícil que aprobara, y las cosas se iban a poner más feas que de costumbre.
»Me había despertado temprano, y desde ese momento no había parado de darle vueltas en la cabeza a una idea: Oye, tío..., ¿qué es esto? ¿Voy a estar toda la vida así? ¿Cincuenta o sesenta años más así? Esto no funciona. Algo tiene que cambiar. No puedo seguir así el resto de mis días.
»Debí tener un momento de especial lucidez, supongo, porque vi como algo angustioso continuar el resto de mi vida con el mismo plan que llevaba hasta entonces. Y me aventuré a pensar en cosas serias, en cosas que hasta entonces casi nunca me había planteado.
»No encontraba ilusión en casi nada. Me veía dominado por la pereza de una forma terrible. Es algo bastante angustioso, de verdad. No sabía a qué podía conducirme todo aquello. Era como estar deslizándose por una pendiente oscura, cada vez más rápido y con más descontrol, y te das cuenta de que no sabes dónde puedes acabar.
»Pensaba en el fracaso de mi vida, en todo eso que me había dicho tantas veces tanta gente. Pero aquella vez fue distinto. No me dijo nada nadie. Aquella vez me lo dije todo yo a mí mismo. Y cambié. Eso es todo.
Levantó la mirada, como dudando si hacer o no una glosa personal de todo aquello, y finalmente concluyó:
»Desde entonces, tengo una idea bien clara: los buenos consejos te dan oportunidades de mejorar, pero nada más. Si no los asumes, si no te los propones seriamente, como cosa tuya, no sirven de nada, por muy buenos que sean; es más, para lo único que sirven entonces es para que cada vez los valores menos, para que se produzca una especie de inflación de los consejos que recibes.
»Oír una cosa es muy distinto de hacerla propia. Y para mejorar realmente, la única manera es ser capaz de decirse a uno mismo las cosas, ser capaz de cantarte las cuarenta a ti mismo.»
Mientras le escuchaba, me acordaba de otros casos en cierto modo parecidos. Pensé en esos chicos y chicas jóvenes que a veces vemos ir como arrastrándose por la vida, y les hablamos de tantas cosas que deberían hacer, de tantas cosas que habrían de cumplir, y nos desespera ver su apatía y su indolencia, y sin embargo quizá no hemos advertido la raíz de su verdadero problema, que es algo mucho más de fondo: aún no se han decidido a tomar realmente las riendas de su vida.
Las causas de esa actitud pueden ser muy diversas: quizá han recibido una educación muy pasiva, o hiperprotectora, que no les ha ayudado a madurar; o tienen una fuerte tendencia a alejarse de la realidad, consecuencia de una vida muy cómoda, o demasiado sentimental; o no han aprendido a alzar un poco la mirada y aspirar a valores e ideales más altos; o, por los motivos que sean, apenas sienten responsabilidad sobre sí mismos, y olvidan, en la práctica, que son fundamentalmente ellos quienes se están jugando -y no es poco- su acierto en el vivir.
Aquel antiguo alumno mío había espabilado gracias a una sana inquietud por su futuro. Me recordó algo que había leído tiempo antes a Zubiri, que aseguraba con gran fuerza que la pregunta ¿Qué va a ser de mí? Resulta siempre decisiva en la vida ética de cualquier persona.
Me parecía muy interesante su relato, pero le interrumpí de nuevo un momento. Quería preguntarle si le había costado mucho cambiar después de aquella decisión de esa mañana tan provechosa.
«¿Qué si me costó? Una barbaridad. Me costó muchísimo, como es natural. Pero lo había visto bien claro, y eso es lo importante. Ya estaba harto de seguir deslizándome por la cuesta abajo de la vida, y además, como estaba ya muy abajo, no podía perder ni un minuto más. Así que acabé por cambiar. Y me costó muchísimo, pero aquello fue como entrar en una nueva dimensión de la vida.
»Parece mentira, pero es tremendo lo que se puede sufrir cuando uno opta por la vida fácil. Cuando estás en ella, lo otro te parece insufrible, pero en realidad es al revés. Ahora veo con claridad meridiana que aquella vida era un infierno. Lo que pasa es que entonces no conocía otra, y no encontraba sentido a esforzarme más. Tengo la impresión de que para encontrar sentido a las cosas, antes hay que luchar un poco por ellas. Pero, desde luego, lo peor es dejarse llevar, porque vas como dando bandazos, pegándote golpes con todo, como cuando pierdes el equilibrio y no sabes bien dónde puedes acabar estrellándote.»
Aquella narración, tan sincera y tan cargada de realidad, me hizo pensar bastante en el fenómeno del cambio. Pensaba en que hay decisiones que son fundamentales en la vida, y no siempre están unidas a acontecimientos externos señalados, sino que son fruto simplemente de la lucidez de un pensamiento, y a veces tiene día y hora concretos.
Salvando las distancias, me recordó aquella otra reflexión de Víctor Frankl en el minúsculo calabozo del lager nazi: en nuestra vida podemos realmente elevarnos bastante por encima de esos condicionamientos en que estamos inmersos y que a veces parecen marcarnos un destino inexorable.
Cada persona custodia en su intimidad una puerta del cambio, una puerta que sólo puede abrirse desde dentro. Cambiar es algo asequible a todos. Lo decisivo es tratarlo seriamente con uno mismo. El consejo viene de Epíteto: nadie tiene tanto poder para persuadirte a ti como el que tienes tú mismo.
Un nuevo modo de ver las cosas
Hasta que se llegó a conocer con suficiente profundidad la acción patógena de los microbios, allá por la segunda mitad del siglo XIX, había entre los investigadores médicos una enorme preocupación ante el serio problema planteado por las frecuentes infecciones hospitalarias.
Las complicaciones sépticas tras cualquier tipo de intervención quirúrgica eran casi inevitables y de consecuencias muy graves. También era habitual que tras pequeñas heridas se produjeran importantes supuraciones o septicemias, y un elevado porcentaje de mujeres morían como consecuencia de infecciones originadas por la asistencia al parto. Pero nadie entendía bien por qué sucedía todo aquello.
Tras sus importantes descubrimientos bacteriológicos en el campo de la fermentación, Louis Pasteur anuncia en 1859 su idea de que los procesos infecciosos son consecuencia de la acción de un germen. Pero, ¿de dónde vienen esos microorganismos? Hasta entonces, quienes se habían planteado en esa posibilidad pensaban que surgían por generación espontánea. Sin embargo, Pasteur va hallando microbios específicos de diferentes enfermedades, y observa que son seres vivos que van pasando de un cuerpo a otro.
Poco después, el cirujano inglés Jospeh Lister descubre que aplicando enérgicas medidas antisépticas se frenan drásticamente las infecciones: por ejemplo, en el caso de las fracturas abiertas, logra reducir la mortalidad desde el 50% a cifras inferiores al 15%, gracias al empleo de fenoles como producto antiséptico.
Más adelante, Pasteur descubre que esos gérmenes causantes de la enfermedad pueden ser aislados y cultivados, y que si se amortiguan y se inoculan en pequeñas dosis en cuerpos sanos -a ese hallazgo se le puso el nombre de vacuna-, tienen un efecto inmunizador.
En cuanto se desarrolló la teoría microbiana, se implantó un nuevo modo de entender la atención hospitalaria, y en general de toda la medicina. Comprender mejor lo que sucedía hizo posible un avance extraordinario. Un pequeño cambio de enfoque hizo ver las cosas muy distintas y generó poderosas transformaciones.
De manera análoga, muchas personas experimentan un notable cambio en su pensamiento en determinados momentos de su vida. Descubren una nueva faceta de la realidad, y esto provoca un cambio en las claves con las que estaban interpretando esa realidad: un descubrimiento nos hace sustituir viejas claves por otras más acertadas.
Sucede, por ejemplo, cuando una persona sufre un accidente grave, o afronta una crisis que amenaza cambiar seriamente su vida, o pasa por la prueba de la enfermedad y del dolor, y de pronto ve sus prioridades bajo una luz diferente. O cuando comienza a ejercer determinadas responsabilidades, o asume un nuevo papel en su vida, como el de esposo o esposa, padre o madre, y entonces se produce un cambio de su modo de ver las cosas.
Si en nuestra vida queremos realizar pequeños cambios, puede que nos baste con esforzarnos un poco más en mejorar nuestra conducta y luchar contra nuestros defectos, pero si aspiramos a un cambio importante, es preciso cambiar nuestro modo de ver las cosas.
Un ejemplo. Piensa por un momento -recomienda Stephen Covey- en tus bodas de plata, o en tus bodas de oro. Piensa en la despedida en tu trabajo cuando llegue tu jubilación. Visualízalo con riqueza de detalles. Piensa en los sentimientos y emociones que te embargarán en ese momento. ¿Cuál será tu balance de todos esos años de matrimonio o de trabajo? ¿Cuál quieres ahora que sea el balance que hagas entonces?
Otro ejemplo. Piensa en que te enteras ahora mismo de que te quedan sólo tres meses de vida. Visualiza mentalmente qué harías. Es probable que, de pronto, todo aparezca con una perspectiva diferente. Es probable que afloren a la superficie ciertos valores que quizá antes apenas habías tenido en cuenta.
Quizá veas entonces de modo distinto la relación con tus padres o con tus hijos, o plantees de modo distinto el matrimonio, o la relación con tus compañeros de trabajo. Quizá te parezcan fútiles cosas que hace un momento considerabas muy importantes.
Está claro que la vida no puede plantearse cada día como si te quedaran tres meses de vida, por supuesto. Pero ese ejercicio mental nos puede ayudar a pensar en cosas en las que habitualmente no pensamos, a reflexionar sobre los principios que rigen nuestra vida, a identificar mejor lo que realmente importa.
La vida nos va cargando día a día de rutinas, de adherencias que van entorpeciendo nuestra marcha. A veces hay que pararse y ver qué es lo que queremos, no dar por bueno sin más nuestro status quo, no seguir sumisamente la inercia de todo lo que hemos hecho hasta entonces, repensar las cosas a fondo. No podemos olvidar que esos valores y principios son la trama que da consistencia al tejido de nuestra vida y, por tanto, son nuestro mayor tesoro (además, casi lo único que tenemos a salvo de robos, incendios, quiebras o descensos bursátiles).
Saber usar los propios recursos
Hay personas que achacan sus defectos a razones de tipo genético. Son los que con un qué le vamos a hacer, he nacido así, alejan rápidamente de su cabeza la posibilidad de esforzarse en serio por erradicar un determinado defecto.
Algunos llegan incluso a hablar del mal genio de su abuelo (o de toda una rama de la familia) para justificar, por ejemplo, que tienen un carácter violento o imprevisible. Están convencidos de que su herencia de irascibilidad viene inexorablemente determinada en su carga genética y que, por tanto, nada pueden hacer por luchar contra su propio ADN.
Otros parecen tranquilizarse echando las culpas a la educación que recibieron de sus padres. Son los que con un cortés y lacónico me han educado así, dejan también de lado cualquier pensamiento sobre su mejora personal.
Otros cifran casi todo en cuestiones del ambiente en que han vivido, de su condición social, del modo de ser propio de su región o su país de origen, del estilo educativo del lugar donde estudiaron, o de lo que sea..., pero siempre hay algo o alguien fuera de él que es el verdadero responsable de que él sea así. Siempre piensan que el problema está fuera de ellos, y precisamente ese pensamiento es su gran problema.
Este peligroso planteamiento de la vida admite, como es lógico, diversos grados. En algunos casos, por ejemplo, admiten humildemente que quizá la solución está en ellos mismos, y se muestran teóricamente dispuestos a afrontarlo positivamente, pero luego no llegan a tomar la iniciativa o no dan los pasos necesarios para llevar a la práctica esas soluciones. Veamos unos ejemplos, tristemente frecuentes, tomados del ámbito escolar:
«En casa no hay quien estudie. Tendría que ir a una biblioteca, pero la de mi barrio está llena desde primera hora de la mañana y no tengo ni la menor idea de dónde habrá otra...» (Ni se plantea madrugar un poco más, ni espabilar un poco para enterarse de donde hay otra biblioteca).
«No sé qué carrera estudiar. Tendría que enterarme bien, pero no sé a quién preguntar para informarme de esto. Nadie quiere ayudarme.» (No ha preguntado a nadie, y ya piensa que nadie le quiere ayudar; desde luego, será difícil que alguien se brinde espontáneamente a orientarle sobre un problema que él ni ha manifestado).
«Sé que no tengo un buen método de estudio. Intento aprenderme todo de memoria, y veo que eso no es solución, pero no sé hacerlo de otra manera.» (Está claro que con un afán investigador como el suyo, la ciencia estaría aún como en el neolítico).
Otros tienen un talante que queda bien retratado en aquellas famosas 6 normas para no prosperar que se difundieron tanto hace unos años:
1. Espere sentado su oportunidad.
2. Comente su mala suerte con los demás.
3. No se esfuerce por mejorar su preparación.
4. Laméntese de que los tiempos están muy difíciles.
5. Obstínese en que sin recomendaciones no se logra nada.
6. Confíe y aguarde a que vengan tiempos mejores.
Son personas pasivas, que siempre están como esperando a que suceda algo exterior que les fuerce a cambiar; o a que alguien se haga cargo de ellas y las empuje a decidirse a afrontar y resolver sus problemas. Su principal problema son ellas mismas, no tienen una actitud ante la vida que les lleve a usar sus recursos y su iniciativa. Tienen como entumecidos los músculos de la responsabilidad. Pero esos músculos siguen siendo suyos y están ahí: lo que tienen que hacer es ejercitarlos.
Dos modos de plantear las cosas
Podríamos dividir nuestros pensamientos y preocupaciones habituales en dos grandes grupos: los que están centrados en cuestiones sobre las que no tenemos ninguna o casi ninguna posibilidad de influencia, y los que, por el contrario, se refieren a cuestiones sobre las que sí podemos influir.
Quienes centran su cabeza sobre ese primer conjunto de pensamientos, es decir, sobre cuestiones que les vienen ya dadas y sobre las que no pueden hacer nada o casi nada, suelen ser personas pasivas, negativas e ineficaces. Dedican gran cantidad de tiempo y energías a pensar en los defectos de los demás (casi nunca en los propios, ni en ayudar a los demás a corregirse) y a lamentarse de las injusticias que la sociedad tiene con ellos (nunca en cómo ellos pueden contribuir a mejorarla). Se quejan continuamente de los males que la salud, el clima o la situación política traen a su desgraciada existencia. Piensan en muchas cosas, pero todas tienen en común que ellos poco o nada pueden hacer por cambiarlas.
Por el contrario, las personas sensatas procuran centrarse en el segundo conjunto de pensamientos a que nos referíamos, es decir, se dedican fundamentalmente a cuestiones con respecto a las cuales pueden hacer algo, aunque no sea de modo inmediato. Y gracias a que hacen algo, logran que con el tiempo ese conjunto de ocupaciones -podríamos llamarlo círculo de influencia- vaya creciendo, pues cada vez son más eficaces, avanzan más e influyen sobre más cosas.
¿Y reducirse a pensar solamente en lo que uno tiene al alcance de su influencia, no supone un cierto empequeñecimiento mental? Es cierto que hay muchas cosas -por ejemplo, la información sobre la actualidad nacional e internacional, la historia, etc.- sobre las que poco o nada podemos influir, y sin embargo resulta importante y positivo conocerlas, e ir formando una opinión sobre ellas.
Por eso, cuando hablo de centrarse en el propio círculo de influencia me refiero fundamentalmente a la actitud general que uno toma ante los problemas que tiene: si los sitúa dentro de su alcance y los acomete, o si, por el contrario, tiende a despejarlos fuera para luego lamentarse de no poder resolverlos.
Lo sensato es saber centrar nuestros esfuerzos en lo que está a nuestro alcance, no perder nuestras energías en lamentaciones utópicas. De lo contrario, caeríamos en una especie de absurda auto frustración, un estilo de vida por el que las personas se auto castigan al pesimismo, la queja y el enterramiento de sus propios talentos. Recordando aquella vieja sentencia, podríamos decir que se trata de tener:
Coraje para cambiar lo que se puede cambiar,
serenidad para aceptar lo que no se puede cambiar,
y sabiduría para distinguir lo uno de lo otro.
Hay quizá demasiadas ocasiones en que ponemos tontamente en cosas ajenas a nosotros la capacidad de decidir sobre nuestra vida. Por ejemplo, si uno se lamenta de no tener una casa o un coche mejor, o de no haber llegado a una determinada posición profesional, o de no haber tenido una familia distinta a la que tiene, puede plantearlo básicamente de dos maneras.
La primera es quejarse de que los condicionantes de su vida le impiden lograrlo, y que sólo cuando cambien podrá salir de su triste situación.
La segunda es radicalmente distinta: ver qué es lo que podría cambiar en él, en su actitud, en su conducta, para que esos condicionantes externos a su vez cambien: cómo puede mejorar él, cómo puede ser más ingenioso y más diligente para facilitar así que las cosas vayan cambiando. La diferencia es sencilla: acometer resueltamente los problemas, en vez de limitarse a protestar.
Como se cuenta de aquella multinacional del calzado que envió un delegado comercial a un país subdesarrollado que aún vivía en régimen tribal. Al poco de llegar, el delegado envió un telegrama a la Dirección General de la empresa diciendo: «Negocio imposible, todos van descalzos». Lo cesaron y enviaron a otro, más resolutivo, y a los pocos días recibieron otro telegrama, bien diferente: «Negocio redondo, todos van descalzos. Envíen una remesa de quince mil pares.»
Se trata de cambiar el enfoque con el que se ven los problemas. Es algo que resulta de vital importancia para aquellas personas que se han habituado a refugiarse en actitudes de continua queja, de culpar de sus problemas siempre a otros, o de responsabilizar de sus frustraciones a la sociedad.
Por ejemplo, si tu matrimonio no va bien, o no te llevas bien con tu hijo, o con tu padre, o con tu jefe, poco puedes arreglar repitiendo una vez y otra sus defectos, considerándote una víctima impotente de su pésima actitud. Piensa en qué cosas son las que te enfadan y examínalas con objetividad: seguro que bastantes responden en buena parte a tu susceptibilidad, o a que te has obsesionado un poco con una serie de detalles que valoras excesivamente; o quizá es que eres bastante menos tolerante con los defectos de los demás que con los tuyos; o a lo mejor estás dentro de una espiral de agravios mutuos que difícilmente se romperá si tú no tomas la iniciativa. En cualquier caso, si de verdad quieres mejorar la situación, debes empezar por actuar sobre lo que tienes más control, que eres tú mismo: actuar primero sobre tus propios defectos, centrarte en tu esfuerzo por ser un mejor esposo o esposa, mejor hijo o mejor padre, mejor jefe o mejor empleado, mejor amigo. De este modo, es más probable que la otra persona capte tu buena disposición y te responda de la misma manera.
¿Y si la otra persona no respondiera así, sino que siguiera con su actitud negativa, como antes? Puede suceder, claro está, y de hecho sucede. Pero en cualquier caso, el modo de actuar más positivo que tienes (no el único) sigue siendo ése. Actuando así, mejorarás como persona, y de la otra manera sólo conseguirás reducir tu capacidad de recomponer la situación y aumentar seriamente las posibilidades de amargarte la existencia.
El atractivo de la virtud y del bien
A veces uno tiende equivocadamente en su interior a etiquetar como desagradables, por ejemplo, determinadas personas, o determinadas tareas, o determinados aspectos relacionados con la mejora del carácter, y no se da cuenta de hasta qué punto le perjudican esos vínculos mentales que se han ido estableciendo en su mente, de manera más o menos consciente.
Ante posibles puntos concretos de mejora personal que advertimos en nuestra vida (vemos, por ejemplo, que deberíamos ser más pacientes, o menos egoístas, más ordenados, menos irascibles, o lo que sea), es frecuente que tendamos a ver esos objetivos como metas muy lejanas, o como algo poco asequible a nuestras fuerzas. Lo vemos quizá como avances apetecibles, sí, pero que alcanzarlos requeriría tal esfuerzo que sólo pensarlo nos produce ya un notable rechazo. Lo percibimos como algo fatigoso y agotador, o que nos llevaría a un estilo de vida de demasiada tensión.
Sin embargo, la mejora personal no supone ni exige eso. Al menos, de modo ordinario no tiene por qué plantearse así. El avance en el camino de la mejora personal ha de entenderse y abordarse más bien como un proceso de liberación. Un progreso gradual en el que vamos soltando día a día el lastre de nuestros defectos. No una extenuante subida a un puerto de montaña, sino un progresivo alivio de la carga de nuestros errores, un desahogo paulatino de la causa de nuestros principales problemas. Por eso, aunque siempre habrá también retrocesos, pequeños o grandes, si logramos en conjunto mejorar, nos encontraremos cada vez con más autonomía, avanzaremos con más soltura y sentiremos más satisfacción. Cada hombre debe adquirir el dominio de sí mismo, y ése es el camino de lo que Aristóteles empezó a llamar virtud: la alegría y la felicidad vendrán como fruto de una vida conforme a la virtud.
Si nos fijamos más, por ejemplo, en lo positivo de una determinada persona, o en el reto que supone tener ordenado el armario o el despacho, o incluso en lo apasionante que puede llegar a ser, tanto para un hombre como para una mujer, cocinar, mantener limpia la casa, o educar a los hijos..., si nos esforzamos por verlo así, el camino se hace mucho más andadero.
Podría objetarse que eso no es difícil de hacer... durante unos minutos, o unos días. Pero, ¿cómo impedir que al poco tiempo se vuelva a lo de antes? Puedo esforzarme, por ejemplo, por variar mi humor durante un rato, que no es poco, pero... ¿cómo mantenerme así y llegar a ser una persona bienhumorada?
Un camino es esforzarse en cambiar la imagen que se nos presenta en la mente al pensar en esas cosas. Por ejemplo, en vez de representar en la imaginación lo apetitoso que resulta lo que no deberías comer o beber o hacer, procura pensar en lo atractivo y liberador que resulta ser una persona sana y honesta, y logra que esas representaciones tomen en tu interior una mayor cuota de pantalla.
O si te invaden pensamientos relacionados con el egoísmo, la pereza o el la mentira, procura suscitar la imagen de ser una persona generosa, diligente, sincera y leal, y recréate en la contemplación de esos valores y esas virtudes que has de desear ver en tu vida. Incluso, si quieres, recréate también en lo desagradable que resultaría convertirse poco a poco en una persona egoísta, perezosa o desleal, y compara una imagen con otra.
¿Es importante esto? Pienso que sí. Si una persona logra formarse una idea atractiva de las virtudes que desea adquirir, y procura tener esas ideas bien presentes, es mucho más fácil que llegue a poseer esas virtudes. Así logrará, además, que ese camino sea menos penoso y más satisfactorio. Por el contrario, si piensa constantemente en el atractivo de los vicios que desea evitar (un atractivo pobre y rastrero, pero que siempre existe, y cuya fuerza nunca debe menospreciarse), lo más probable es que el innegable encanto que siempre tienen esos errores haga que difícilmente logre despegarse de ellos.
Por eso, profundizar en el atractivo del bien, representarlo en nuestro interior como algo atractivo, alegre y motivador, es algo mucho más importante de lo que parece. Muchas veces, los procesos de mejora se malogran simplemente porque la imagen de lo que uno se ha propuesto llegar no es lo bastante sugestiva o deseable.
El riesgo de la lentitud
Hay gente que un día le salen diez cosas bien y sólo una mal, y llega a su casa en estado de desánimo total. ¿Por qué? Porque permite que esa pequeña cosa que resultó mal deje flotando en su memoria una imagen negativa que llena casi por completo la "pantalla" de su mente. Ha pasado ese día por muchas cosas positivas, pero tiene la habilidad -la desgracia- de no considerarlo apenas. Es como si todo lo positivo quedara de inmediato arrinconado en su memoria. Sólo lo negativo queda bien grabado. Lo demás, pasa sin pena ni gloria, y en poco tiempo queda reducido a imágenes borrosas, grises, lejanas, como viejas fotos desvaídas.
A veces, por ejemplo, se deteriora una amistad, o un matrimonio, o una relación profesional, simplemente porque uno tiende a recordar y almacenar experiencias desagradables sufridas en la relación con esa persona, mientras que las agradables enseguida pierden relieve en la memoria.
¿Cómo sucede esto? Quizá hay algo que produce un desagrado muy vivo, aunque sea una tontería. Por ejemplo, la forma que tiene de comer, o que deja desordenado lo que usa, o pierde las cosas, o habla en un tono que nos resulta desagradable. O que a lo mejor ha dejado de tener determinada deferencia con nosotros. O nos repite algo que dijimos en un momento de enfado y estamos hartos de que nos lo recuerden otra vez más. O quizá sucede al revés, y somos nosotros los que recordamos una y otra vez aquella ocasión en la que nos sentimos tan molestos y ofendidos.
La lista de ejemplos podría ser interminable. Pero aunque todas esas cosas negativas sean ciertas y objetivas -que no suelen serlo demasiado-, ese modo de recordarlas y tenerlas presentes no ayuda en nada a resolver las cosas. Además, sabemos que también podría hacerse otra lista muy larga de ejemplos positivos, de tantas cosas agradables que suelen quedar en el olvido. Todo sería muy distinto si ambos se esforzaran en traerlas a la memoria, y procurar generar las circunstancias necesarias para que se repitan.
Por eso es bueno preguntarse de vez en cuando: "Si continúo dando vueltas a estas ideas de esta manera..., ¿a dónde me lleva esto? ¿qué voy a conseguir? ¿hacia dónde me conduce? ¿hacia dónde quiero ir?" Una persona ha de ser capaz de tomar de vez en cuando un poco de distancia sobre sí misma, y analizar sus sentimientos como si estuviera contemplando a otra persona, para así actuar sobre ellos. De lo contrario, resultará enormemente vulnerable ante los vaivenes de sus estados emocionales.
"De acuerdo -podría objetarse-, es preciso no encenagarse en los malos recuerdos, sí... ¿pero cómo?, porque no es tan sencillo, no es fácil cambiar el modo de ser, se necesita mucho tiempo y esfuerzo..." Es verdad, no voy a negarlo. Pero tampoco tiene por qué ser siempre así. Se puede cambiar en poco tiempo. Muchas veces se comprende mejor una cosa en un relámpago de claridad que en años de pedaleo.
A veces los procesos de mejora personal fracasan porque van tan lentos y perezosos que el cambio apenas se ve llegar, y entonces uno se cansa enseguida. Es como si quisiéramos ver una película contemplando un fotograma ahora, otro dentro de un rato, y un tercero otro rato después.
De esa manera, es difícil sacar nada en claro. Pero la culpa no sería de la película, porque con ese modo de verla no podemos saber si es buena o mala. Hay que tomarla con su ritmo, y entonces te haces una idea del argumento, y de los personajes, de las emociones que suscita, y entonces capta nuestra atención, y viéndola disfrutamos al tiempo que notamos que nos enriquece. De la misma manera, si en la mejora personal logras un ritmo más rápido, entonces te haces una idea de lo que ganas, y de lo que aún puedes ganar, y te gozas con ello, y eso mismo te anima a seguir adelante en ese empeño.
La fuerza de la educación
"El señor de las moscas" es una magnífica novela de William Golding. Cuenta la historia de una treintena de chicos ingleses que son los únicos supervivientes de un accidente aéreo. Deben organizar su vida ellos solos en una pequeña isla desierta, sin ayuda de ningún adulto. Agrupados en torno a dos jefes, Ralph y Jack, pronto comprueban que convivir no es tarea sencilla. Aparecen los primeros conflictos, difíciles de resolver en aquella situación, y finalmente estalla la violencia, que desemboca en una guerra abierta entre ellos, con trágicas consecuencias.
La historia de la difícil convivencia de estos jóvenes náufragos está salpicada de multitud detalles que muestran la importancia fundamental de ese aprendizaje y esos valores que el hombre ha acumulado durante siglos y que transmite de una generación a otra mediante la educación. Frente a otras visiones más ingenuas sobre la bondad de los niños, Golding muestra la maldad que anida en el corazón humano, y apunta que la única posibilidad de rescate del hombre ha de venirle desde fuera. Sin ayuda, sin formación, el hombre se encuentra muy indefenso ante el empuje de sus malas tendencias. Es cierto que busca por naturaleza el bien, pero también es cierto que esa naturaleza está herida y que necesita muchos cuidados para funcionar correctamente.
Cualquier persona con un poco de experiencia de la vida sabe lo que es la maldad del hombre, ha visto ya muchas veces su feo rostro de inhumanidad. Golding desenmascara la simpleza roussoniana de la bondad natural del hombre y su progresiva degradación por la maldad radical de la sociedad y de la cultura. Y cuestiona también el racionalismo arrogante del siglo XIX, que hizo a muchos confiar en que el progreso científico y económico traería consigo un progreso moral igual de veloz. Los que alimentaban ese ideal pensaban haber dado de una vez por todas con la fórmula definitiva de la eficacia y el bienestar, pero pronto vieron que aquel optimismo era precipitado, que ese avance no significa que los hombres se entiendan mejor entre ellos, ni que haya más respeto mutuo, ni que vivan en paz. Y es que, en definitiva, por mucho progreso económico o científico que se alcance, nunca será fácil educar moralmente al hombre.
La historia muestra numerosos testimonios bien elocuentes de hasta dónde puede llegar la maldad del hombre. Ni siquiera en sus noches más negras podía soñar hasta qué punto iba a degradarse y envilecerse. Pero tampoco sabía quizá cuánta fuerza permanece escondida en su interior para vencer peligros y superar pruebas.
Todo hombre, para ser bueno, o para mantenerse en el bien, necesita ayuda para hacer rendir esos talentos latentes que encierra. Es cierto que al final es siempre la propia libertad quien tiene la última palabra, pero sería bastante ingenuo minusvalorar la influencia enorme que tiene la formación. Por eso, educar bien a los hijos en la familia, a los alumnos en la escuela o la universidad, o cualquier otra tarea relacionada con la formación de las nuevas generaciones debería considerarse como uno de los empeños de más trascendencia y responsabilidad en cualquier sociedad que realmente piense en su futuro.
Transmitir el progreso científico o económico es relativamente fácil, pero transmitir los progresos morales siempre será difícil, pues requieren su asimilación personal y su empleo práctico. Como ha escrito Leonardo Polo, sin hábitos no hay educación, sólo se ilustra. Es imprescindible el esfuerzo personal por adquirir esos hábitos. Y eso resultará costoso siempre, en cualquier lugar o época. Es un progreso personal que nos lleva la vida entera y del que depende en gran parte el acierto en el vivir. Bien merece, por tanto, nuestra atención.
Hola migvale:Te paso los consejos que daría a una persona con los síntomas de la que me explicas.
Si tienes una depresión, lo mejor es tener un plan de vida que ilusione y tener confianza en uno mismo, haciendo vida saludable, deporte etc. y descansando 8 horas de sueño al día por lo menos.
Bueno si deseas volver a disfrutar de las cosas: HAZLO. No depende más que de ti. Si tú sabes que son las cosas que te hacen disfrutar y cómo hacerlo: HAZLO. Eso sí, no quieras arreglar tu vida toda de una vez. Ponte pequeñas metas de mejora personal
No va a venir ningún "Superman" a salvarnos. Nosotros somos "Superman". Ayúdate a ti mismo. Respétate, trátate bien. No te eches en cara que querrías ser como fulanita o menganita, o como eras antes, a los que todo les va bien. NO. Cada uno tiene sus problemas y sus dificultades. No hay nadie en el mundo libre de preocupaciones, malestares, fallos, enfermedades, etc.
También intenta ayudar a los demás y te acabarás ayudando a ti mismo. Observa las personas que aparecen en tu vida. Piensa que quizá se sienten peor de lo que te sientes tú ahora. Intenta ayudarlas. Si consigues ayudar de verdad a otra persona, te habrás ayudado mucho a ti mismo.
Tener depresión puede ser un poco grave, medio grave o grave del todo. Depende de la intensidad de la misma y de otros factores. Por desgracia en nuestro mundo, en que todo lo queremos hacer a contra reloj y con prisa, el número de depresiones es altísimo, pero por suerte la naturaleza humana es muy fuerte. También influye, como en tu caso el tener un modelo de comportamiento para sí mismo y para los demás y desesperarnos porque los demás y nosotros mismos no cumplimos con el modelo que nos hemos impuesto.
No tomes productos químicos ni farmacéuticos, no te ayudaran a curar la causa de la depresión, que es interna de tu forma de pensar y de afrontar la vida. Los medicamentos sólo pueden aliviar los síntomas, aletargando, haciendo dormir, etc., pero no curan.
Hazte un plan de vida, un horario, y cúmplelo, por ejemplo: 7. 00 Levantarse y aseo 7. 45 Lectura, meditación o paseo 8. 15 Desayuno 9 a 13 trabajo 13 a 14 almuerzo 14 a 18 trabajo 18 a 20 tiempo libre 20 a 21 cena 21 a 22 Formación, lectura 22 a 23 aseo. 23 Descanso.
No quieras hacer muchas cosas a la vez para arreglar tu vida. Ves haciendo las que puedas, pero cuando cojas una cosa entre manos intenta hacerla perfectamente, como si fuera la única cosa que pudieras hacer en tu vida. Sé útil a los demás no te encierres en ti mismo, ayuda a la gente que te rodea en tu familia, en tu trabajo en tus ratos con amigos. Hazles la vida sencilla, que no se tengan que preocupar por ti. Que después de estar contigo "noten" que han recibido energía, que se sienten mejor. Esa tendría que ser la motivación principal de tu vida, lo demás es relativo y menos importante. Procura también alimentarte correctamente, tomar alimentos sanos y que sabes que te convienen, cuida a tu cuerpo y a tu persona. Respeta las necesidades del sueño. No tomes drogas, ni fumes ni alcohol ni nada de eso. Procura aprender a respirar bien, capta la energía de lo que te rodea, deja que te lleguen los rayos del sol, las partículas de aire que te dan la vida que necesitas para respirar. Haz buenas obras de las que tú sabes que puedes hacer. Si algo sale mal, ten paciencia contigo mismo, no te martirices, amate a ti mismo.
Es un éxito que hayas detectado el problema. El primer paso del triunfo pasa por aceptarte a ti misma. Si no tienes un plan para tu vida, si vives como una hoja de árbol caída en medio del viento, que va sin rumbo por la vida, haciendo, diciendo y pensando según las modas que le dictan los mass media, realmente no has desarrollado tu potencial como persona. Has de meditar que eres un ser libre, único, irrepetible en el universo, que sólo tienes por encima de ti a Dios.
Libre quiere decir que eres capaz de buscar la verdad, aceptarla y actuar en consecuencia. No es libertad la idea de que cada uno puede hacer lo que quiera, y que todos tengan derecho a hacer lo que les dé la gana. Eso va contra la razón. Si todos las posibilidades son igualmente buenas o valiosas, es que el concepto bueno o valioso no tiene sentido porque algo no puede ser a la vez valioso en comparación con otras opciones y a la vez valer lo mismo que las otras opciones.
Te falta beber más en las fuentes de la verdad. La verdad no esta en lo moderno ni en lo antiguo. Son ignorantes los que dicen que lo progre y lo moderno o lo del siglo XXI es lo que vale y lo antiguo es carca, superado, etc. Si eres lista, no te dejes engañar. Busca la verdad, búscala toda tu vida. En cada acontecimiento que te ocurra en la vida busca el sentido, busca la justicia, busca la belleza, busca el amor. Medita. Piensa. Sé valiente. Analiza la mierda de mensajes que emite nuestra sociedad enferma, asesina, cruel, mentirosa, desamorada, egoísta, etc.
Tú eres libre, elige. Vive como una persona o como un ser que renuncia a su dignidad que le corresponde. Puedes visitar www.interrogantes.net y encontrarás cosas que te harán mucho bien.
Te transcribo parte de lo que trae sobre Carácter y mejora personal.
El carácter y la mejora personal
La puerta del cambio
Un nuevo modo de ver las cosas
Saber usar los propios recursos
Dos modos de plantear las cosas
El atractivo de la virtud y del bien
El riesgo de la lentitud
La fuerza de la educación
La puerta del cambio
Aquel chico tenía catorce años y se puede decir que era un auténtico desastre. Tenía un carácter muy difícil y una apatía impresionante. Apenas atendía en clase, y luego en su casa estudiaba menos aún. Parecía no tener ilusión por nada, suspendía habitualmente un montón de asignaturas, y sus padres estaban desesperados.
Recuerdo que sus profesores comentábamos con preocupación el caso, sin duda el más problemático del curso: apenas escuchaba los consejos que se le daban, nadie sabía bien qué hacer con él. Todo parecía indicar que aquel chico estaba destinado al más negro de los futuros.
El caso es que acabó el curso, y las vueltas de la vida hicieron que durante mucho tiempo apenas volviéramos a tener noticias el uno del otro, hasta que siete años después coincidimos una lluviosa tarde de septiembre en una cafetería.
Me alegró verle sonriente, con sus flamantes veintiún años recién cumplidos y sus casi dos palmos más de altura. Fue una coincidencia casual y, como procuro hacer siempre con quienes fueron mis alumnos en aquellos años que dediqué a la enseñanza, quedamos después para charlar un rato. Cuando nos sentamos, le pregunté cómo iba su vida.
Mi primera sorpresa fue que estaba en cuarto curso de una carrera bastante difícil. Además, no sólo no había perdido ningún año, sino que llevaba esos estudios con unos resultados brillantes. Mientras me lo contaba, venían a mi memoria aquellas reuniones de profesores, cuando analizábamos la marcha del curso, donde varias veces se llegó a decir -quizá alguna vez yo mismo- que aquel chico, salvo un milagro, no llegaría a terminar el bachillerato.
El caso es que el milagro se había producido. Su vida había cambiado. No es que hubiera cambiado un poco, podía decirse que había cambiado por completo y en casi todo. Es como si fuera otra persona. Como si de aquellos viejos tiempos conservara poco más que su nombre y sus apellidos.
Yo estaba intrigado por el cambio. «Oye -le dije-, tienes que explicarme qué ha pasado contigo para que hayas cambiado de esa manera. Me tienes asombrado.»
La pregunta le sorprendió un poco. Calló por unos instantes, como queriendo ordenar sus ideas, se puso un poco más serio, y finalmente empezó su relato, despacio pero con soltura:
«Mira. Fue un día concreto. A lo mejor te parece un poco raro, y quizá lo sea, pero fue un día concreto, un día por la mañana. Llevaba unas semanas fatal. Mejor dicho, unos años. Llevaba años oyendo siempre lo mismo. De mis padres, de mis profesores, de todos. Siempre lo mismo. Que yo era un desastre, que estaba hipotecando mi vida, que iba a ser un desgraciado si seguía por ese camino, que me estaba buscando la ruina, que nunca sería un hombre de provecho, y todo eso que dicen las personas mayores.»
Le interrumpí un instante, con un poco de curiosidad, para preguntarle qué pensaba él entonces, cuando escuchaba esas cosas.
«Bueno, no sé cómo decirte, todo aquello me entraba por un oído y me salía inmediatamente por el otro. Me parecía que era el rollo de siempre, y estaba cansado de escuchar todos los días los mismos consejos.
»No es que no entendiera las razones que me daban, es que ni siquiera les prestaba atención. Me habían dicho ya mil veces lo mismo, y cuando veía que me venían con ésas, desconectaba y ya está. Tenía como echada una barrera mental sobre todas esas cosas, prefería no pensar, y todos esos sabios consejos me resbalaban por completo.
»Bueno, lo que te decía, fue un día concreto, me acuerdo perfectamente. Estaba en plena época de exámenes, y esos días no teníamos clase, para poder estudiar. Pero estudiar no me apetecía absolutamente nada. Estaba con la angustia de los exámenes, y al tiempo con la angustia de que no había dado ni golpe y me iban a suspender otra vez.
»Tenía un sueño tremendo, y estaba tentado de volverme sin más de nuevo a dormir, pero llevaba mal el curso, como siempre. Si me volvía a la cama, iba a ser muy difícil que aprobara, y las cosas se iban a poner más feas que de costumbre.
»Me había despertado temprano, y desde ese momento no había parado de darle vueltas en la cabeza a una idea: Oye, tío..., ¿qué es esto? ¿Voy a estar toda la vida así? ¿Cincuenta o sesenta años más así? Esto no funciona. Algo tiene que cambiar. No puedo seguir así el resto de mis días.
»Debí tener un momento de especial lucidez, supongo, porque vi como algo angustioso continuar el resto de mi vida con el mismo plan que llevaba hasta entonces. Y me aventuré a pensar en cosas serias, en cosas que hasta entonces casi nunca me había planteado.
»No encontraba ilusión en casi nada. Me veía dominado por la pereza de una forma terrible. Es algo bastante angustioso, de verdad. No sabía a qué podía conducirme todo aquello. Era como estar deslizándose por una pendiente oscura, cada vez más rápido y con más descontrol, y te das cuenta de que no sabes dónde puedes acabar.
»Pensaba en el fracaso de mi vida, en todo eso que me había dicho tantas veces tanta gente. Pero aquella vez fue distinto. No me dijo nada nadie. Aquella vez me lo dije todo yo a mí mismo. Y cambié. Eso es todo.
Levantó la mirada, como dudando si hacer o no una glosa personal de todo aquello, y finalmente concluyó:
»Desde entonces, tengo una idea bien clara: los buenos consejos te dan oportunidades de mejorar, pero nada más. Si no los asumes, si no te los propones seriamente, como cosa tuya, no sirven de nada, por muy buenos que sean; es más, para lo único que sirven entonces es para que cada vez los valores menos, para que se produzca una especie de inflación de los consejos que recibes.
»Oír una cosa es muy distinto de hacerla propia. Y para mejorar realmente, la única manera es ser capaz de decirse a uno mismo las cosas, ser capaz de cantarte las cuarenta a ti mismo.»
Mientras le escuchaba, me acordaba de otros casos en cierto modo parecidos. Pensé en esos chicos y chicas jóvenes que a veces vemos ir como arrastrándose por la vida, y les hablamos de tantas cosas que deberían hacer, de tantas cosas que habrían de cumplir, y nos desespera ver su apatía y su indolencia, y sin embargo quizá no hemos advertido la raíz de su verdadero problema, que es algo mucho más de fondo: aún no se han decidido a tomar realmente las riendas de su vida.
Las causas de esa actitud pueden ser muy diversas: quizá han recibido una educación muy pasiva, o hiperprotectora, que no les ha ayudado a madurar; o tienen una fuerte tendencia a alejarse de la realidad, consecuencia de una vida muy cómoda, o demasiado sentimental; o no han aprendido a alzar un poco la mirada y aspirar a valores e ideales más altos; o, por los motivos que sean, apenas sienten responsabilidad sobre sí mismos, y olvidan, en la práctica, que son fundamentalmente ellos quienes se están jugando -y no es poco- su acierto en el vivir.
Aquel antiguo alumno mío había espabilado gracias a una sana inquietud por su futuro. Me recordó algo que había leído tiempo antes a Zubiri, que aseguraba con gran fuerza que la pregunta ¿Qué va a ser de mí? Resulta siempre decisiva en la vida ética de cualquier persona.
Me parecía muy interesante su relato, pero le interrumpí de nuevo un momento. Quería preguntarle si le había costado mucho cambiar después de aquella decisión de esa mañana tan provechosa.
«¿Qué si me costó? Una barbaridad. Me costó muchísimo, como es natural. Pero lo había visto bien claro, y eso es lo importante. Ya estaba harto de seguir deslizándome por la cuesta abajo de la vida, y además, como estaba ya muy abajo, no podía perder ni un minuto más. Así que acabé por cambiar. Y me costó muchísimo, pero aquello fue como entrar en una nueva dimensión de la vida.
»Parece mentira, pero es tremendo lo que se puede sufrir cuando uno opta por la vida fácil. Cuando estás en ella, lo otro te parece insufrible, pero en realidad es al revés. Ahora veo con claridad meridiana que aquella vida era un infierno. Lo que pasa es...
La depresión no la tengo yo si no mi novia, y el consejo era sobre como actuar yo con ella, por favor, lea de nuevo mi problema y si no puede ayudarme se lo agradezco igualmente. Lo que me ha puesto es como si la depresión la tuviera yo, igualmente viene bien leerlo, pero no es el problema que ahora me ocupa.
Claro, tienes razón. Lo que te envié te viene bien para conocer la problemática de ella e informarte tu
Si tiene una depresión, lo mejor es tener un plan de vida que ilusione y tener confianza en uno mismo, haciendo vida saludable, deporte etc. y descansando 8 horas de sueño al día por lo menos.
Te remito una carta que envié a una chica con depresión porque es algo muy común que pasa en estos tiempos y es posible que también a tu hermana le aproveche.
Apreciada XXXXXXXXXX:
Bueno si deseas volver a disfrutar de las cosas: HAZLO. No depende más que de ti. Si tu sabes que son las cosas que te hacen disfrutar y cómo hacerlo: HAZLO. Eso sí, no quieras arreglar tu vida toda de una vez. Ponte pequeñas metas de mejora personal
No va a venir ningún "Superman" a salvarnos. Nosotros somos "Superman". Ayúdate a ti misma. Respétate, trátate bien. No te eches en cara que querrías ser como fulanita o menganita, o como eras antes, a los que todo les va bien. NO. Cada uno tiene sus problemas y sus dificultades. No hay nadie en el mundo libre de preocupaciones, malestares, fallos, enfermedades, etc.
También intenta ayudar a los demás y te acabarás ayudando a ti misma. Observa las personas que aparecen en tu vida. Piensa que quizá se sienten peor de lo que te sientes tú ahora. Intenta ayudarlas. Si consigues ayudar de verdad a otra persona, te habrás ayudado mucho a ti misma.
Tener depresión puede ser un poco grave, medio grave o grave del todo. Depende de la intensidad de la misma y de otros factores. Por desgracia en nuestro mundo, en que todo lo queremos hacer a contra reloj y con prisa, el número de depresiones es altísimo, pero por suerte la naturaleza humana es muy fuerte. También influye, como en tu caso el tener un modelo de comportamiento para sí mismo y para los demás y desesperarnos porque los demás y nosotros mismos no cumplimos con el modelo que nos hemos impuesto.
No tomes productos químicos ni farmacéuticos, no te ayudaran a curar la causa de la depresión, que es interna de tu forma de pensar y de afrontar la vida. Los medicamentos sólo pueden aliviar los síntomas, aletargando, haciendo dormir, etc, pero no curan.
Hazte un plan de vida, un horario, y cúmplelo, por ejemplo:
7. 00 Levantarse y aseo
7. 45 Lectura, meditación o paseo
8. 15 Desayuno
9 a 13 trabajo
13 a 14 almuerzo
14 a 18 trabajo
18 a 20 tiempo libre
20 a 21 cena
21 a 22 Formación, lectura
22 a 23 aseo.
23 Descanso.
No quieras hacer muchas cosas a la vez para arreglar tu vida. Ves haciendo las que puedas, pero cuando cojas una cosa entre manos intenta hacerla perfectamente, como si fuera la única cosa que pudieras hacer en tu vida. Sé útil a los demás no te encierres en ti misma, ayuda a la gente que te rodea en tu familia, en tu trabajo en tus ratos con amigos. Hazles la vida sencilla, que no se tengan que preocupar por ti. Que después de estar contigo "noten" que han recibido energía, que se sienten mejor. Esa tendría que ser la motivación principal de tu vida, lo demás es relativo y menos importante.
Procura también alimentarte correctamente, tomar alimentos sanos y que sabes que te convienen, cuida a tu cuerpo y a tu persona. Respeta las necesidades del sueño. No tomes drogas, ni fumes ni alcohol ni nada de eso. Procura aprender a respirar bien, capta la energía de lo que te rodea, deja que te lleguen los rayos del sol, las partículas de aire que te dan la vida que necesitas para respirar. Haz buenas obras de las que tu sabes que puedes hacer. Si algo sale mal, ten paciencia contigo misma, no te martirices, amate a ti misma.
Por lo que me dices te juzgo como inteligente, sencilla y humilde. Además, tienes interés de conocer más sobre ti misma. Lo primero que me ha llamado la atención de lo que me dices es que das mucho valor al aspecto físico. Desconoces que la parte más fundamental de tu persona no es el físico. La persona tiene una parte animal o primaria (como el resto de los animales), pero tiene una parte espiritual (que no tienen los otros animales) que es la más valiosa y la que te define como persona. La pregunta que envías a todoexpertos es consecuencia de tu parte espiritual. La parte espiritual incluye la búsqueda del amor, de la verdad, de la belleza, de la libertad, de la justicia, etc. Cómo se posiciona cada persona ante esos valores constituye su personalidad.
También has de considerar los engaños que te rodean en la sociedad actual. Por ejemplo se dice que una persona puede cambiar de sexo con una operación quirúrgica. Esto es falso. Si te hacen una operación de genitales y te implantan los genitales de un cocodrilo, tu no pasas a ser un cocodrilo. La persona no cambia, aunque le implanten órganos de otra persona o animal. Algunas personas llevan el corazón de un cerdo y no se consideran cerdos, o de plástico y no se consideran plástico. La personalidad es más profundo que todo eso.
Hoy en día se mercantiliza mucho el sexo, el amor, la libertad, etc. La publicidad te dice que para triunfar como normal tienes que gastar dinero comprando lo que ellos te anuncien.
Es un éxito que hayas detectado el problema. El primer paso del triunfo pasa por aceptarte a ti misma. Si no tienes un plan para tu vida, si vives como una hoja de árbol caída en medio del viento, que va sin rumbo por la vida, haciendo, diciendo y pensando según las modas que le dictan los mass media, realmente no has desarrollado tu potencial como persona. Has de meditar que eres un ser libre, único, irrepetible en el universo, que sólo tienes por encima de ti a Dios.
Libre quiere decir que eres capaz de buscar la verdad, aceptarla y actuar en consecuencia. No es libertad la idea de que cada uno puede hacer lo que quiera, y que todos tengan derecho a hacer lo que les dé la gana. Eso va contra la razón. Si todos las posibilidades son igualmente buenas o valiosas, es que el concepto bueno o valioso no tiene sentido porque algo no puede ser a la vez valioso en comparación con otras opciones y a la vez valer lo mismo que las otras opciones.
Te falta beber más en las fuentes de la verdad. La verdad no esta en lo moderno ni en lo antiguo. Son ignorantes los que dicen que lo progre y lo moderno o lo del siglo XXI es lo que vale y lo antiguo es carca, superado, etc. Si eres lista, no te dejes engañar. Busca la verdad, búscala toda tu vida. En cada acontecimiento que te ocurra en la vida busca el sentido, busca la justicia, busca la belleza, busca el amor. Ojo amor no es el acto sexual. Hay actos sexuales que llevan amor y otros que no lo llevan. Por ejemplo violar a otra persona contra su voluntad no lleva nada de amor. El amor es espiritual y esta en otro nivel que el cuerpo. Los mentirosos te pretenderán engañar diciendo que hay que hacer el amor (ya me entiendes a qué se refieren). Es mentira. El amor va con tu espíritu no con actos corporales que son comunes con los animales. Los animales no aman, copulan. Las personas pueden amar y copular a la vez (y entonces actúan como personas) o pueden copular sólo (y entonces están rechazando la dignidad a que han estado llamados cuando fueron creados distinto de los animales).
Medita. Piensa. Sé valiente. Analiza la mierda de mensajes que emite nuestra sociedad enferma, asesina, cruel, mentirosa, desamorada, egoísta, etc.
Tu eres libre, elige. Vive como una persona o como un ser que renuncia a su dignidad que le corresponde.
Para que tengas ideales nobles en tu vida, te recomiendo mucho que visites www.arvo.net y busques /valores/alegría y optimismo y otros valores. También en el sitio www.encuentra.com y busques en el apartado VALORES y VALORES EXPLICADOS. Encontrarás muchas cosas interesantes que te harán más feliz.
Un cordial saludo con mis mejores deseos para tu felicidad.
Apreciado migvale,
Claro, tienes razón. Lo que te envié te viene bien para conocer la problemática de ella e informarte tu
Si tiene una depresión, lo mejor es tener un plan de vida que ilusione y tener confianza en uno mismo, haciendo vida saludable, deporte etc. y descansando 8 horas de sueño al día por lo menos.
Te remito una carta que envié a una chica con depresión porque es algo muy común que pasa en estos tiempos y es posible que también a tu hermana le aproveche.
Apreciada XXXXXXXXXX:
Bueno si deseas volver a disfrutar de las cosas: HAZLO. No depende más que de ti. Si tu sabes que son las cosas que te hacen disfrutar y cómo hacerlo: HAZLO. Eso sí, no quieras arreglar tu vida toda de una vez. Ponte pequeñas metas de mejora personal
No va a venir ningún "Superman" a salvarnos. Nosotros somos "Superman". Ayúdate a ti misma. Respétate, trátate bien. No te eches en cara que querrías ser como fulanita o menganita, o como eras antes, a los que todo les va bien. NO. Cada uno tiene sus problemas y sus dificultades. No hay nadie en el mundo libre de preocupaciones, malestares, fallos, enfermedades, etc.
También intenta ayudar a los demás y te acabarás ayudando a ti misma. Observa las personas que aparecen en tu vida. Piensa que quizá se sienten peor de lo que te sientes tú ahora. Intenta ayudarlas. Si consigues ayudar de verdad a otra persona, te habrás ayudado mucho a ti misma.
Tener depresión puede ser un poco grave, medio grave o grave del todo. Depende de la intensidad de la misma y de otros factores. Por desgracia en nuestro mundo, en que todo lo queremos hacer a contra reloj y con prisa, el número de depresiones es altísimo, pero por suerte la naturaleza humana es muy fuerte. También influye, como en tu caso el tener un modelo de comportamiento para sí mismo y para los demás y desesperarnos porque los demás y nosotros mismos no cumplimos con el modelo que nos hemos impuesto.
No tomes productos químicos ni farmacéuticos, no te ayudaran a curar la causa de la depresión, que es interna de tu forma de pensar y de afrontar la vida. Los medicamentos sólo pueden aliviar los síntomas, aletargando, haciendo dormir, etc, pero no curan.
Hazte un plan de vida, un horario, y cúmplelo, por ejemplo: 7. 00 Levantarse y aseo 7. 45 Lectura, meditación o paseo 8. 15 Desayuno 9 a 13 trabajo 13 a 14 almuerzo 14 a 18 trabajo 18 a 20 tiempo libre 20 a 21 cena 21 a 22 Formación, lectura 22 a 23 aseo. 23 Descanso.
No quieras hacer muchas cosas a la vez para arreglar tu vida. Ves haciendo las que puedas, pero cuando cojas una cosa entre manos intenta hacerla perfectamente, como si fuera la única cosa que pudieras hacer en tu vida. Sé útil a los demás no te encierres en ti misma, ayuda a la gente que te rodea en tu familia, en tu trabajo en tus ratos con amigos. Hazles la vida sencilla, que no se tengan que preocupar por ti. Que después de estar contigo "noten" que han recibido energía, que se sienten mejor. Esa tendría que ser la motivación principal de tu vida, lo demás es relativo y menos importante. Procura también alimentarte correctamente, tomar alimentos sanos y que sabes que te convienen, cuida a tu cuerpo y a tu persona. Respeta las necesidades del sueño. No tomes drogas, ni fumes ni alcohol ni nada de eso. Procura aprender a respirar bien, capta la energía de lo que te rodea, deja que te lleguen los rayos del sol, las partículas de aire que te dan la vida que necesitas para respirar. Haz buenas obras de las que tu sabes que puedes hacer. Si algo sale mal, ten paciencia contigo misma, no te martirices, amate a ti misma.
Por lo que me dices te juzgo como inteligente, sencilla y humilde. Además, tienes interés de conocer más sobre ti misma. Lo primero que me ha llamado la atención de lo que me dices es que das mucho valor al aspecto físico. Desconoces que la parte más fundamental de tu persona no es el físico. La persona tiene una parte animal o primaria (como el resto de los animales), pero tiene una parte espiritual (que no tienen los otros animales) que es la más valiosa y la que te define como persona. La pregunta que envías a todoexpertos es consecuencia de tu parte espiritual. La parte espiritual incluye la búsqueda del amor, de la verdad, de la belleza, de la libertad, de la justicia, etc. Cómo se posiciona cada persona ante esos valores constituye su personalidad. También has de considerar los engaños que te rodean en la sociedad actual. Por ejemplo se dice que una persona puede cambiar de sexo con una operación quirúrgica. Esto es falso. Si te hacen una operación de genitales y te implantan los genitales de un cocodrilo, tu no pasas a ser un cocodrilo. La persona no cambia, aunque le implanten órganos de otra persona o animal. Algunas personas llevan el corazón de un cerdo y no se consideran cerdos, o de plástico y no se consideran plástico. La personalidad es más profundo que todo eso. Hoy en día se mercantiliza mucho el sexo, el amor, la libertad, etc. La publicidad te dice que para triunfar como normal tienes que gastar dinero comprando lo que ellos te anuncien.
Es un éxito que hayas detectado el problema. El primer paso del triunfo pasa por aceptarte a ti misma. Si no tienes un plan para tu vida, si vives como una hoja de árbol caída en medio del viento, que va sin rumbo por la vida, haciendo, diciendo y pensando según las modas que le dictan los mass media, realmente no has desarrollado tu potencial como persona. Has de meditar que eres un ser libre, único, irrepetible en el universo, que sólo tienes por encima de ti a Dios.
Libre quiere decir que eres capaz de buscar la verdad, aceptarla y actuar en consecuencia. No es libertad la idea de que cada uno puede hacer lo que quiera, y que todos tengan derecho a hacer lo que les dé la gana. Eso va contra la razón. Si todos las posibilidades son igualmente buenas o valiosas, es que el concepto bueno o valioso no tiene sentido porque algo no puede ser a la vez valioso en comparación con otras opciones y a la vez valer lo mismo que las otras opciones.
Te falta beber más en las fuentes de la verdad. La verdad no esta en lo moderno ni en lo antiguo. Son ignorantes los que dicen que lo progre y lo moderno o lo del siglo XXI es lo que vale y lo antiguo es carca, superado, etc. Si eres lista, no te dejes engañar. Busca la verdad, búscala toda tu vida. En cada acontecimiento que te ocurra en la vida busca el sentido, busca la justicia, busca la belleza, busca el amor. Ojo amor no es el acto sexual. Hay actos sexuales que llevan amor y otros que no lo llevan. Por ejemplo violar a otra persona contra su voluntad no lleva nada de amor. El amor es espiritual y esta en otro nivel que el cuerpo. Los mentirosos te pretenderán engañar diciendo que hay que hacer el amor (ya me entiendes a qué se refieren). Es mentira. El amor va con tu espíritu no con actos corporales que son comunes con los animales. Los animales no aman, copulan. Las personas pueden amar y copular a la vez (y entonces actúan como personas) o pueden copular sólo (y entonces están rechazando la dignidad a que han estado llamados cuando fueron creados distinto de los animales). Medita. Piensa. Sé valiente. Analiza la mierda de mensajes que emite nuestra sociedad enferma, asesina, cruel, mentirosa, desamorada, egoísta, etc. Tu eres libre, elige. Vive como una persona o como un ser que renuncia a su dignidad que le corresponde.
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