Así puedes ver lo que se puede incrementar una mala actuación con una inadecuada o mala respuesta.
Tú empezaste a seguirlo, y él se enfrentó a ti, ya recriminándote tu conducta, o pareciéndolo al menos. Esto a todas luces no es lo mejor. Mejor disimular un poco, por ejemplo; y siempre con auténtica buena intención, y corrección, hay que pensar en el bien de verdad de todos, no solo en uno, en que dejen en paz a uno por ejemplo, sino que ante lo que suceda hay que pensar en el bien de verdad de todos. En este tipo de situaciones no suele ser lo indicado empezar por recriminaciones, o por acusaciones.
Bueno, pues le pegaste, y él pidió ayuda, lo cual podría no acelerar el asunto, pero incluyó varias recriminaciones, o insultos, o desprecios, o similar. Más leña al fuego.
Dices, “me ofuscó”. Este sin duda es el motivo de agresiones de este tipo; el responder con esto ante lo que uno ve que es una injusticia realmente, o si no lo ve, el efecto es el mismo. Claro que es una injusticia el no responder con auténtica buena intención ante otro ser humano, pero yo te diría que no lo juzgues a él, sino que aprovecha para aprender tú, y no caer en lo mismo por ejemplo ante una agresión que puedas sufrir.
Piensa en su bien de verdad, compadécete de él. Si tuvieras ocasión de verlo, pídele perdón (por tu parte, no tienes que añadirle: y tú hiciste tal cosa), y si él te recrimina, sigue actuando correctamente y con auténtica buena intención; y eso las veces que haga falta. Esto le puede servir.
Tú lo incitaste; él no respondió de la mejor manera, tú tampoco, etc. Alégrate de que la cosa se haya frenado ahí. Lo grave, al menos generalmente, no sucede en un momento, sino que suele ser el final de una sucesión de acontecimientos que conviene frenar cuanto antes.
Pide a Dios por él. Y por ti. Acude a la Confesión Sacramental. Y da gracias de que la cosa no haya ido a más.