Comiencen bien. El tono con el que comienza una conversación es a menudo el tono con el que terminará. Si empiezan con palabras bruscas, será muy difícil llegar a un acuerdo pacífico. Mejor sigan este consejo de la Biblia: “Vístanse [...] de la compasión, la bondad, la humildad mental, la apacibilidad y la gran paciencia” (Colosenses 3:12). Si ambos cultivan esas cualidades, será más fácil evitar las peleas y concentrarse en resolver los problemas.
Busquen un terreno común. Si cada vez que intentan llegar a un acuerdo acaban peleando, tal vez se deba a que están demasiado concentrados en las diferencias que hay entre los dos. En vez de eso, traten de encontrar los puntos que tienen en común. Para ello, intenten lo siguiente:
Cada uno haga una lista de dos columnas. En la primera anoten los aspectos en los que preferirían no ceder, y en la segunda, los aspectos en los que están dispuestos a hacerlo. Luego comparen sus listas. Quizás descubran que las diferencias no son tantas como creían. Si es así, no debería ser tan difícil llegar a un acuerdo. Pero aunque haya muchas diferencias, tener todos los puntos anotados les ayudará a ver con más claridad el asunto.
Estén dispuestos a cambiar de opinión. La Biblia dice: “Que cada uno de ustedes [...] ame a su esposa tal como se ama a sí mismo; por otra parte, la esposa debe tenerle profundo respeto a su esposo” (Efesios 5:33). Cuando hay amor y respeto en el matrimonio, es más fácil que los dos estén dispuestos a tomar en cuenta el punto de vista del otro... ¡Y hasta dejarse convencer!
Si siguen viviendo tan cerca de los suegros las cosas no cambiarán, deben estar dispuestos a perdonarse y reconocer el sentido de compromiso que conlleva una relación de familia. Deben reconocer sus necesidades espirituales y dejar que el originador del matrimonio sea la única tercera persona entre ustedes dos. Así lo dice en Eclesiastés 4:9-12 . . ."Mejores son dos que uno, porque tienen buen galardón por su duro trabajo. Pues si uno de ellos cae, el otro puede levantar a su socio. Pero ¿cómo le irá al que está solo y cae cuando no hay otro que lo levante? Además, si dos se acuestan juntos, entonces ciertamente se calientan; pero ¿cómo puede mantenerse caliente uno solo? Y si alguien pudiera subyugar a uno solo, dos juntos podrían mantenerse firmes contra él. Y una cuerda triple no puede ser rota en dos pronto".
Estos versículos tratan, ante todo, del valor de la amistad. Pero ¿pudieran aplicarse al matrimonio? Sí, porque es la relación de amistad más íntima que existe y, como tal, puede ser la fuente de ayuda, consuelo y protección de que habla el pasaje. Sin embargo, para que la unión entre hombre y mujer sea especialmente fuerte, debe incluir un tercer elemento. Así será como una cuerda formada por tres hilos entrelazados que, como implica Eclesiastés, es mucho más resistente que la de dos. ¿Cuál es el tercer “hilo” que le aporta solidez? Jehová. Cuando él forma parte integral del matrimonio y ambos cónyuges se esfuerzan sobre todas las cosas por agradarle, la unión es mucho más fuerte.