Es normal que quieras formar parte de un grupo y ser aceptado. De hecho, los humanos somos sociales por naturaleza. Antes de crear a Eva, Jehová dijo de Adán: “No es bueno que el hombre continúe solo” (Génesis 2:18). Está claro que nos necesitamos unos a otros; así es como estamos hechos. Y por eso precisamente nos duele tanto que nos dejen de lado.
Puede ser muy frustrante que vez tras vez te ignoren o te hagan sentir que no estás a la altura del grupo al que quieres pertenecer. Una joven llamada Marie dice: “Hay círculos de jóvenes que tienen mucho éxito, pero es fácil ver que se creen superiores”. Cuando te excluyen, terminas sintiéndote rechazado y solo. Así es como te sientes. Y tal como te dijo Luz Arroyo esos no son tus amigos por lo que esa amistad es muy tóxica para ti.
Al decir ex-compañeros, eso significa que deberían estar en el pasado de tu vida y ni siquiera ser temas de conversación en tu vida amigo. Debes seguir adelante con otras cosas más importantes. Otras sugerencias son las que encontré en un artículo titulado: ¿Por qué siempre me dejan solo?
▪ Concéntrate en tus virtudes. Pregúntate: “¿Cuáles son mis puntos fuertes?”. Piensa en alguna cualidad que tengas o en algo que sepas hacer bien y apúntalo.
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Cuando te sientas excluido, acuérdate de tus puntos fuertes, como los que acabas de anotar. Es verdad que tienes defectos y que debes esforzarte por mejorar, pero procura no agobiarte. Piensa que eres como un edificio en construcción. Aunque haya cosas que no están terminadas, hay otras que sí lo están. Así que concéntrate en estas.
▪ Amplía tu circulo. Toma la iniciativa y conoce a otras personas, aunque no te resulte fácil. “Puede que te asusten los grupos —dice Liz, de 19 años—, pero si te acercas a alguien y lo saludas, ya estás dentro.” Por cierto, ya que hablamos de sentirse aislados, asegúrate de que tú no dejes a nadie de lado, como por ejemplo, a los mayores. Una chica llamada Cori recuerda: “A los 10 u 11 años tenía una amiga mucho mayor que yo; pero a pesar de la diferencia de edad, éramos muy apegadas”.
Escribe el nombre de dos adultos a los que te gustaría conocer mejor.
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Procura saludarlos y entablar una conversación. Podrías preguntarle, por ejemplo, qué cosas hacían los jóvenes en su tiempo, con qué se divertían, como eran las relaciones de amigos en las escuelas o cualquier otra cosa que se te ocurra.
▪ Sincérate con un adulto. Contar tus preocupaciones a tus padres o a otros adultos reducirá la sensación de soledad. Y te felicito por haberlo hecho por aquí. Si deseas seguir en contacto conmigo puedes escribirme [email protected] Eso es lo que le ocurrió a una chica de 16 años. Al principio le agobiaba que la ignoraran. “Le daba muchas vueltas al hecho de que me rechazaran —recuerda—. Pero luego hablaba con mi madre, y ella me aconsejaba. En serio, hablar con alguien funciona.”
Si alguna vez necesitas hablar con alguien sobre tus continuos sentimientos de soledad, ¿a quién acudirás?
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▪ Piensa en los demás. La Biblia dice que debemos vigilar “con interés personal” no solo nuestros “propios asuntos”, sino también “los de los demás” (Filipenses 2:4). Es cierto que cuando te sientes rechazado es fácil que te deprimas o entristezcas. Pero en vez de hundirte cada vez más, ¿por qué no tratas de hacerle un favor a alguien? Quizá hasta encuentres nuevas amistades.
Piensa en alguien, tal vez de tu familia, que necesite tu compañía o tu ayuda. Escribe su nombre y explica cómo podrías serle útil.
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Si piensas en los demás y haces cosas por ellos, te quedará menos tiempo para concentrarte en ti mismo y sentirte solo. Esto te ayudará a ser una persona más positiva, lo que aumentará tus posibilidades de hacer nuevos amigos. Proverbios 11:25 asegura: “El que liberalmente riega a otros, él mismo también será liberalmente regado”.