I. Señora Vanesa, en una ocasión cuando cierto hombre le preguntó a Jesús si antes de hacerse discípulo podía ir a despedirse de su familia, él le dio esta respuesta: “Nadie que ha puesto la mano en el arado y mira a las cosas que deja atrás es muy apto para el reino de Dios” (Luc. 9:62). ¿Fue Jesús demasiado brusco o exigente con él? No. Él sabía que su petición no era más que una excusa para eludir su responsabilidad, y por eso lo comparó a un labrador que “mira a las cosas que deja atrás”. No importa si solo echa un vistazo rápido o si suelta el arado y se gira para mirar; en ambos casos está desatendiendo su obligación y puede dañar su trabajo.
De igual manera, el que su esposo sega preguntando cosas del pasado es porque quisiera eludir la responsabilidad que tiene ahora con usted. Si la ama de verdad no debería querer saber algo que no importa ya. Si usted hubiera querido seguir con su ex no lo habría elegido a él. Antes de casarse debió asegurarse bien si usted era la mujer idónea para él y no estar rebuscando cosas que no edifican su relación presente. ¿Qué puede hacer usted? Hacerle preguntas como: ¿Qué beneficios aporta mi pasado a nuestra relación? ¿Qué solucionaremos con lo que hice en el pasado? ¿Cuánto te edifica saber lo que hice? ¿Por qué te incomoda mi pasado?
Esas explicaciones ya no debería usted mencionarlas más. Haga todo lo posible por no responder lo que ya hablaron antes. Dígale que ahora ustedes tienen muchas cosas buenas en que concentrar la atención. Busque cosas que puedan hacer juntos, por ejemplo, invítelo a pasar 5 o 10 minutos leyendo el capítulo 31 del libro de la Biblia Proverbios, ahí se detallan las cualidades de la mujer ejemplar. Al analizar ese capítulo, hágale preguntas de las cualidades, que ahí se mencionan, que él ve en usted y dígale las que usted ve en él que la hicieron aceptarlo.
Señora Vanesa, espero saber lo que hizo. Reciba un saludo cordial y compártalo con él.