I. Hola Socorro, muchísimas gracias por apreciar los comentarios. Además, quiero compartir un poco más para que te familiarices con ese trastorno.
¿Qué es el autismo?
El autismo es una disfunción cerebral caracterizada por un desarrollo anormal del pensamiento, de la capacidad de comunicarse y de la conducta social. Altera el procesamiento de la información recibida mediante los sentidos, lo que produce en los sujetos afectados una reacción exagerada ante algunas sensaciones (imágenes, sonidos, olores, etcétera) y falta de respuesta ante otras. El deterioro causado por el autismo da lugar a un conjunto de comportamientos extraños. Los síntomas, que suelen aparecer antes de los 3 años, pueden variar notablemente de un niño a otro. Examine los siguientes ejemplos:
Imagínese que trata con amor a su precioso hijo y no obtiene respuesta. Esto sucede con frecuencia con los niños autistas. La mayoría de ellos prefieren estar solos a relacionarse con la gente. No les gusta que los abracen, rehúyen la mirada de los demás y tratan a las personas como objetos, sin apenas tener en cuenta sus sentimientos. En algunos casos extremos, da la impresión de que no distinguen entre su familia y los extraños. Es como si vivieran en un mundo propio, indiferentes a las personas y los sucesos de su entorno. El término “autismo”, derivado del griego au·tós, que significa “mismo”, se refiere a este ensimismamiento.
En contraste con su desapego por la gente, los niños autistas se sienten atraídos hacia determinados objetos y actividades, que acaparan toda su atención por varias horas seguidas de un modo raro y reiterativo. Por ejemplo, en vez de jugar con los autos de juguete como si fueran reales, los colocan en filas rectas y ordenadas o dan vueltas y vueltas a las ruedas. El comportamiento reiterativo se manifiesta de más formas. Muchos se resisten a cambiar su rutina; se empeñan en hacer siempre las cosas exactamente de la misma manera.
Los niños autistas también responden de un modo desacostumbrado a los sucesos y a las situaciones que se les presentan. Sus respuestas pueden ser desconcertantes, pues la mayoría son incapaces de describir lo que están experimentando. Casi la mitad son mudos, y los que hablan generalmente usan las palabras de forma insólita. En lugar de contestar a una pregunta diciendo sí, se limitan a repetir la pregunta (fenómeno llamado ecolalia). Algunos utilizan expresiones que parecen extrañamente fuera de lugar y que solo pueden entender quienes conocen su “código”. Por ejemplo, un niño usó la frase “está muy oscuro afuera” para referirse a una ventana. A muchos les es difícil también hacer ademanes, y gritan o se encolerizan para indicar que tienen una necesidad.
Cómo pueden ayudar los demás
Manténgase en contacto: La familia podría estar tan abrumada al principio que fuera incapaz de expresar sus sentimientos. Ofrezca su ayuda con paciencia, perspicacia y persistencia. Cuando deseen hablar de ello, escuche sin presionarlos.
Piense antes de ofrecer un consejo: Como los niños autistas podrían parecer unos consentidos que lo único que necesitan es disciplina más firme, muchas veces los padres reciben consejos bienintencionados, pero que revelan desconocimiento del tema. Escuchar tales soluciones simplistas puede destrozar a los padres que están luchando contra el problema y darles la sensación de que nadie los comprende.
Incluya a dicha familia en sus actividades: Las familias con niños autistas con frecuencia se sienten excluidas de las actividades sociales y recreativas de otras familias. Invítelos a relacionarse con los suyos. Si hay necesidades que exigen una atención especial, intente satisfacerlas. Aunque no puedan aceptar una invitación determinada, agradecerán que los haya tenido en cuenta.
Ofrézcase para cuidar al niño: Una de las mayores necesidades de la familia es descansar de las exigencias continuas del autismo. Comience ofreciéndose para cuidar al niño por solo unos minutos cada vez. Con el tiempo quizá pueda dejar que la familia salga a distraerse una noche o incluso un fin de semana completo. Tales descansos contribuyen mucho a que recuperen las fuerzas.
Para la familia es más importante sentirse amada y valorada que los servicios que reciba. En definitiva, lo mejor que puede hacer por una familia con un niño autista es seguir siendo su amigo.