Mi marido me fue infiel y a veces bebe. Intento ayudarle, ¿Podremos superarlo?

Hola soy yo otra vez, leí el articulo y puedo decir que hay algo de mi en cada una de esas personas que expresan sus historias y sentimientos en el, me agrado mucho que estuviera respaldado en la biblia eso me hizo pensar más.
La realidad es que esto me dolió mucho por que yo mire a mi madre sufrir muchos años los engaños de mi padre, el era un buen padre el mejor, pero su trato hacia mi madre me marco, siempre pensé que yo no seria capaz de perdonar algo así, y ahora me siento en el lugar de ella, me imagino lo humillada y desvalorada que se sentía cada vez que el lo hacia, no quiero que esto defina mi relación con mi esposo, llevamos ya casi 5 años juntos, eramos bastante jóvenes cuando nos casamos apenas habíamos cumplido los 18 y nos amábamos tanto, yo nunca pensé que el me haría algo así, desde que me case yo me aleje de todos mis amigos quise escribir una historia diferente a la de mis padres pero me parece que no importa cuanto intente todo fue malo. No debí aislarme del mundo tal vez no me sentiría tan mal si tuviera al menos un amigo con quien distraerme, pero así vivo pensando 24 horas al día en por que, que fue lo que hice mal, yo se que el siempre estuvo acostumbrado a estar con mujeres hermosas pero de vdd pensé que podía dejarlo por estar con migo, y quiero volver a confiar en el, por que yo se que falle mucho y que yo misma lo empuje a esto, y debo darle otra oportunidad. Tenemos un hijo y se que seria muy difícil para mi hijo y para el estar lejos, no quiero hacerles daño.
El dice que esta muy arrepentido de todo que solo fue una vez, y dice que había tomaado mucho alcohol y perdió la razón, estos días se ha estado portando mejor y no ha tomado, no es que sea alcohólico pero solía tomar tal vez una vez por semana, creo que lo esta intentando, y creo que yo también lo estoy haciendo pero me cuesta tanto confiar en el desconfío de todo lo que dice y hace, y se que a el eso lo lastima pero no lopuedo evitar.
Bueno gracias nuevamente por leer mis mensajes y brindarme su ayuda.

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De la revista despertad de 1999 de abril habla de lo que implica el perdón y los factores que tendrá que considerar:
Un hogar en ruinas
Primero, hemos de entender cuánto daño ocasiona la infidelidad. Jesucristo explicó que el Fundador del matrimonio se proponía que marido y mujer 'ya no fueran dos, sino una sola carne'. Y luego añadió: "Por lo tanto, lo que Dios ha unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre". En efecto, el matrimonio tiene la finalidad de vincular inseparablemente a dos seres. Si uno de ellos incumple sus votos maritales cometiendo adulterio, las consecuencias serán muy dolorosas. (Mateo 19:6; Gálatas 6:7.)
Este hecho se evidencia en la angustia que sufre la parte inocente. Las secuelas del adulterio son comparables a las de un huracán que arrasa los hogares. La doctora Shirley P. Glass comentó sobre el particular: "Varios de mis pacientes me han dicho que habrían soportado mejor la muerte de su consorte". Aunque hay personas viudas que obviamente no concordarían con esta afirmación, es innegable que el adulterio acarrea inmenso dolor. Algunos no logran nunca recuperarse de la traición.
Ante tal angustia cabe preguntarse: '¿Es inevitable que el adulterio marque el fin del matrimonio? '. No necesariamente. La declaración de Jesús sobre este punto indica que la parte fiel tiene la opción bíblica de divorciarse, pero no la obligación. Hay parejas que deciden restaurar y fortalecer la unión maltrecha efectuando los cambios precisos, aunque nada justifica el adulterio.
Naturalmente, es mejor hacer los cambios necesarios en la relación matrimonial si ambos esposos son fieles el uno al otro. No obstante, aunque haya implicada infidelidad, algunos cónyuges inocentes deciden salvar el matrimonio. Pero a la hora de adoptar esta decisión harían bien en evaluar a fondo las consecuencias, en vez de basarse en ilusiones. Es probable que la mujer se plantee las necesidades de los hijos, así como las suyas propias, tanto de carácter espiritual, emocional y físico como económico. También conviene que considere si la unión tiene arreglo.
¿Tiene arreglo el matrimonio?
Antes de iniciar la reparación de una vivienda afectada por un huracán, el constructor ha de determinar si es factible. De forma análoga, antes de tratar de restablecer una relación quebrantada por la infidelidad, la pareja, y en particular el cónyuge inocente, debe evaluar con realismo las posibilidades de que la unión recupere el carácter íntimo y la confianza.
Un factor que debe tenerse en cuenta es si el culpable demuestra arrepentimiento sincero o, por el contrario, aún comete adulterio "en su corazón". (Mateo 5:27, 28.) Si promete reformarse, ¿vacila en cortar de raíz la relación inmoral? (Éxodo 20:14; Levítico 20:10; Deuteronomio 5:18.) ¿Aún se le van los ojos detrás de las mujeres? ¿Culpa del adulterio a su esposa? De ser así, es improbable que el matrimonio recupere la confianza. Ahora bien, si abandona la relación ilícita, asume la culpa por el pecado y demuestra que pone todo su empeño en recomponer la unión, la esposa tal vez considere posible recuperar la confianza algún día. (Mateo 5:29.)
Por otro lado ¿logrará la fiel consorte perdonarlo? Esto significa que, aunque manifieste su profundo dolor por lo sucedido y no finja que nada ha cambiado, debe hacer todo lo posible para ir olvidando el rencor. Perdonar así toma tiempo, pero puede ayudarle a cimentar sólidamente su unión de nuevo.
La retirada de los "escombros"
Una vez que el cónyuge fiel decide salvar el matrimonio, ¿qué pasos debe tomar la pareja? Al igual que en las casas afectadas por un huracán, también hay que limpiar de "escombros" el matrimonio. Esta tarea es posible a buen grado siempre que se comuniquen mutuamente los sentimientos. Dice Proverbios 15:22: "Resultan frustrados los planes donde no hay habla confidencial". El término hebreo que se traduce "habla confidencial" implica intimidad, y se vierte "grupo íntimo" en Salmo 89:7. No se trata, por tanto, de charla superficial, sino de comunicación franca e intensa en la que ambos abren el corazón. (Proverbios 13:10.)
Así, en ciertos casos la consorte fiel querrá hacer al esposo más preguntas, por ejemplo, cómo se inició la aventura, cuánto duró y quiénes más lo saben. Aunque tratar estos asuntos sea doloroso para ambos, ella tal vez crea necesario conocer los detalles para recobrar la confianza. Si así es, lo mejor que puede hacer el esposo es responder con sinceridad y consideración, explicándose con cariño y delicadeza, consciente de que no debe lastimar, sino curar las heridas. (Proverbios 12:18; Efesios 4:25, 26.) Los dos han de actuar con discreción, autodominio y comprensión tanto al hablar de lo ocurrido como al escucharlo. (Proverbios 18:13; 1 Corintios 9:25; 2 Pedro 1:6.)
Si los implicados son testigos de Jehová, tal vez pidan ayuda a los ancianos de la congregación. Claro, los pecados de la gravedad del adulterio deben confesarse enseguida a los ancianos, que velan por la espiritualidad de la pareja y la congregación. Es posible que al reunirse el adúltero con ellos haya demostrado arrepentimiento de corazón y se le haya permitido continuar en la congregación; de ser así, los ancianos podrán seguir ayudando a ambos cónyuges. (Santiago 5:14, 15.)
El restablecimiento de la unión
Una vez que se calmen un poco los sentimientos de los dos, estarán en condiciones de restablecer algunos puntos esenciales de su matrimonio. Aún tienen que ser muy francos. Si descubren fisuras, deben realizar los cambios oportunos.
Aunque los cambios le atañen principalmente al culpable, la parte fiel debe colaborar para subsanar los puntos débiles del matrimonio. No es que el adulterio haya sido culpa suya ni que tenga excusa, pues no hay disculpa válida para tal pecado. (Compárese con Génesis 3:12; 1 Juan 5:3.) Pero pudiera ser indicio de que había problemas pendientes en el matrimonio. Restaurar la unión es una labor conjunta. ¿Necesitan potenciar los valores y las metas que tienen en común? ¿Han descuidado las actividades espirituales? Analizar las debilidades importantes y hacer los cambios precisos es esencial para restablecer la unión maltrecha.
El mantenimiento
Aunque un edificio sea sólido, requiere mantenimiento periódico. Igualmente, es de suma importancia mantener la relación una vez rehecha. Los cónyuges no deben permitir que el tiempo debilite su resolución de cumplir con las nuevas metas que se hayan trazado ni desanimarse por retrocesos de poca importancia, como la vuelta a los malos hábitos de comunicación; más bien, han de corregir rápido las deficiencias y seguir adelante. (Proverbios 24:16; Gálatas 6:9.)
Sobre todo, siempre deben dar prioridad a su programa de actividades espirituales, evitando que estas, o la unión matrimonial, queden relegadas a un segundo término. Salmo 127:1 dice: "A menos que Jehová mismo edifique la casa, de nada vale que sus edificadores hayan trabajado duro en ella". Y Jesús advirtió: "A todo el que oye estos dichos míos y no los hace se le asemejará a un varón necio, que edificó su casa sobre la arena. Y descendió la lluvia y vinieron las inundaciones y soplaron los vientos y dieron contra aquella casa, y se hundió, y fue grande su desplome". (Mateo 7:24-27.)
En efecto, el matrimonio quedará expuesto a la próxima tormenta que ponga a prueba su fidelidad si pasa por alto los principios bíblicos por ser difíciles de aplicar. Pero si ambos cónyuges los sostienen en toda circunstancia, tendrán la bendición de Dios, así como el mayor incentivo a la fidelidad conyugal: el deseo de agradar al Fundador del matrimonio, Jehová Dios. (Mateo 22:36-40; Eclesiastés 4:12.)
¿Es posible la reconciliación?
"Es fácil iniciar los trámites del divorcio de manera impulsiva -observa el libro Couples in Crisis (Matrimonios en crisis)- y, sin embargo, debe haber muchos matrimonios que en esencia valen la pena y que podrían salir airosos si resolvieran los problemas."
ESTE comentario armoniza con una antiquísima enseñanza de Jesucristo sobre el divorcio. Aunque él dijo que al cónyuge inocente le está permitido obtener el divorcio en caso de infidelidad, no indicó que fuera una obligación hacerlo (Mateo 19:3-9). Puede que el cónyuge fiel tenga razones para intentar salvar su matrimonio. Quizás el transgresor aún ame a su esposa, o tal vez sea un marido y un padre cariñoso que mantiene debidamente a su familia. Teniendo en cuenta sus propias necesidades y las de sus hijos, el cónyuge fiel puede optar por la reconciliación en vez del divorcio. De ser así, ¿Qué factores debe considerar, y cómo puede superar las dificultades que entraña la reconstrucción del matrimonio?
Ante todo, cabe indicar que ni el divorcio ni la reconciliación son fáciles. Tampoco el simple hecho de perdonar al cónyuge adúltero soluciona los problemas de fondo de la pareja. Por lo general, para salvar un matrimonio se necesita un dolorosísimo examen de conciencia, comunicación franca y mucho empeño. Los esposos a menudo subestiman el tiempo y el esfuerzo que exige rehacer un matrimonio dañado. Con todo, muchos han perseverado y han sido recompensados con una unión estable.
Interrogantes que deben contestarse
Para tomar una decisión bien fundada, el cónyuge fiel debe aclarar sus sentimientos y saber qué posibilidades de elección tiene. Podría reflexionar sobre las siguientes preguntas: ¿Desea él volver? ¿Ha terminado definitivamente la relación adúltera, o se muestra reacio a hacerlo de inmediato? ¿Ha dicho que lo siente? En ese caso, ¿se ha arrepentido sinceramente y siente remordimientos por lo que hizo, o tiende a culparme de su falta? ¿En verdad lamenta el daño que ha causado, o solo está acongojado porque su relación ilícita ha salido a la luz y se ha visto malograda?
¿Y qué ocurrirá en el futuro? ¿Ha empezado a rectificar las actitudes y acciones que lo condujeron al adulterio? ¿Está firmemente resuelto a no volver a cometer el mal, o todavía tiende a coquetear y a formar lazos emocionales indebidos con personas del sexo opuesto? (Mateo 5:27, 28.) ¿Se ha comprometido del todo a rehacer el matrimonio? Si es así, ¿Qué está haciendo a tal efecto? Las respuestas apropiadas a estos interrogantes pueden servir de base para creer que es posible restaurar el matrimonio.
La comunicación es fundamental
"Resultan frustrados los planes donde no hay habla confidencial", dice un escritor bíblico (Proverbios 15:22). Este es el caso cuando el cónyuge inocente siente la necesidad de conversar con su pareja sobre la infidelidad. Sin entrar necesariamente en detalles íntimos, quizás puedan hablar con el corazón en la mano a fin de sacar a flote la verdad de lo acaecido y aclarar las ideas equivocadas. Esto, a su vez, evitará que la pareja siga distanciándose debido a los malentendidos y el resentimiento prolongado. Es cierto que tales conversaciones pueden resultar penosas para ambos, pero muchos han descubierto que son una parte importante del proceso para restaurar la confianza.
Otro paso esencial para una reconciliación efectiva es tratar de determinar los puntos conflictivos del matrimonio, aquellas cosas en que ambos esposos tienen que mejorar. Zelda West-Meads aconseja: "Cuando hayan hablado lo suficiente de la dolorosa situación, cuando hayan decidido que la aventura ha terminado definitivamente y que a pesar de todo desean conservar su unión, determinen en qué han fallado y renueven el matrimonio".
Quizás no se hayan mostrado el debido aprecio el uno al otro, hayan desatendido las actividades espirituales o no hayan pasado suficiente tiempo juntos. Es posible que usted no haya dado a su cónyuge el amor, la ternura, la alabanza y la honra que este necesitaba. Volver a evaluar juntos sus metas y sus valores fomentará la unión y evitará actos futuros de infidelidad.
Esfuerzos por perdonar
A pesar de sus esfuerzos sinceros, puede que a la esposa herida no le resulte fácil perdonar a su marido, y mucho menos a la mujer con quien cometió la infidelidad (Efesios 4:32). Pero sí puede procurar librarse paulatinamente del resentimiento y la amargura. "El cónyuge fiel debe reconocer que llega un momento en que hay que seguir adelante -dice una obra de consulta-. Es importante que no siga sacando a colación las faltas pasadas de su pareja para castigarla cada vez que surja una discusión."
Muchos han descubierto que al esforzarse por reducir y eliminar el fuerte resentimiento, con el tiempo han dejado de sentir hostilidad hacia el ofensor, lo que constituye un paso esencial en la reconstrucción de un matrimonio.
Aprenda a confiar otra vez
"¿Podremos volver a confiar el uno en el otro?", preguntó muy turbada una esposa, y con razón, pues la traición del adúltero destruye -o al menos perjudica gravemente- la confianza que se tenía en él. Como un jarrón precioso, la confianza es fácil de romper y difícil de reparar. El hecho es que debe existir confianza y respeto mutuos para que una relación no solo sobreviva, sino también prospere.
Esto significa que hay que aprender a confiar otra vez. En lugar de exigir con insensibilidad que confíen en él, el cónyuge culpable puede contribuir a ganarse la confianza siendo totalmente abierto y honrado con respecto a sus actividades. A los cristianos se les insta a 'desechar la falsedad y hablar verdad' los unos con los otros (Efesios 4:25). Para recuperar la confianza, empiece por "dar a su [esposa] un itinerario exacto de todos sus movimientos -aconseja Zelda West-Meads-. Dígale adónde irá y cuándo regresará, y asegúrese de estar donde dijo que estaría". Si cambia de planes, manténgala informada.
Recobrar el amor propio requiere tiempo y esfuerzo. El esposo culpable puede ayudar no escatimando sus muestras de afecto ni sus palabras de encomio, repitiéndole a su mujer que la aprecia y la ama. "Reconózcanle el trabajo de sus manos", recomienda una respetada consejera matrimonial (Proverbios 31:31, La Nueva Biblia Latinoamérica, 1995). Por su parte, la esposa puede ir recuperando la confianza en sí misma centrando su atención en las cosas que hace bien.
Lleva tiempo
En vista del dolor tan intenso que causa la infidelidad, no sorprende que después de muchos años aún puedan acudir a la memoria recuerdos vívidos y dolorosos. Sin embargo, a medida que la herida vaya sanando, la humildad, la paciencia y el aguante por parte de ambos componentes de la pareja contribuirán a restaurar la confianza y el respeto (Romanos 5:3, 4; 1 Pedro 3:8, 9).
"El dolor horrible de los primeros meses no es duradero -asegura confortadoramente el libro To Love, Honour and Betray-. Con el tiempo desaparece [...]. Al final, descubres que puedes pasar días, semanas, meses y hasta años sin pensar en lo ocurrido." Al seguir aplicando los principios bíblicos en su matrimonio y buscando la bendición y guía de Dios, sin duda experimentará el efecto tranquilizador de "la paz de Dios que supera a todo pensamiento" (Filipenses 4:4-7, 9).
"Volviendo la vista atrás -dice Pedro-, vemos que lo sucedido cambió el rumbo de nuestra vida. Aún tenemos que hacerle algunas reparaciones a nuestro matrimonio de vez en cuando, pero superamos la prueba, seguimos casados y somos felices."
Ahora bien, ¿y si el cónyuge inocente no tiene motivos para perdonar al infiel? ¿Y si lo perdona (en el sentido de no abrigarle resentimiento), pero por buenas razones decide valerse de la provisión bíblica del divorcio? ¿Qué problemas conlleva el divorcio? Lo invitamos a considerar los factores que hay implicados en un divorcio, y cómo algunos han hecho frente a la situación.
Recuerde que la culpa es de los dos sea lo que sea.

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