No es cuestión de castigarse pensando si uno es o no egoísta; lo que hay que tener claro, es lo que se hace en cada momento, porque eso sí determina quien eres.
No hay un manual. El manual eres tu y si no encuentras lo que buscas, lo has de fabricar.
Nadie está más capacitado que uno mismo para saber lo que tiene que hacer y decidir hacerlo.
El individuo que quiera ser moral, debe obrar en cada momento de acuerdo a sus principios morales, o sea, según su conciencia, pero sin olvidar que está en la tierra.
Esto significa que habrá ocasiones en que optará por el sacrifico y otras en que optará por el beneficio. Es inevitable, justo y necesario.
El individuo tiene el deber de obrar en su propio interés. La moral propia, por más correcta que quiera ser, nunca puede invadir el terreno que corresponde a la moral de otro.
La moral no solo son deberes también son derechos. Cada uno tiene el deber moral de hacer valer sus derechos. El derecho a la vida, por ejemplo, que nadie te puede arrebatar. El derecho a la libertad, para no ser esclavo de nadie. El derecho a la propiedad, para poseer bienes y disfrutar de ellos sin que nadie te los pueda quitar o romper impunemente. Y podría seguir, porque la historia del ser humano se ha construido así, a base de alienar derechos primero y de protegerlos después, lo que significa que de algún modo vamos hacia delante. Aunque nunca se acaba porque el progreso hace que surjan nuevas formas de alienar derechos a las personas, así que siempre hay que estar pendiente de cómo se tratan nuestro derechos.
La información es fundamental, porque sino sabemos lo que hacemos, no podemos ser realmente morales. La sociedad funciona gracias a que con la moral hacemos lo mismo que con las tareas, la delegamos. Confiamos en la moral de los que hacen las cosas que consumimos o fabricamos o contribuimos de alguna manera a que exista. Legalmente hablando estamos muy lejos de la ignorancia deliberada, pero moralmente la hemos traspasado hace tiempo. La ignorancia deliberada tipifica como delito ignorar aquello que no se puede ignorar. Ahora nos despertamos por cosas que difícil solución van a tener, como el daño ecológico al planeta y tantas cosas que no menciono.
Sin embargo, toda esta barbarie, no te ha de cegar hacia una conducta exageradamente moral, sino que te ha de abrir los ojos sobre el mundo en el que estás y cómo vivir en él.
No tiene sentido vivir la vida según unas normas que hacen la vida imposible.
La búsqueda de la perfección es una virtud, hasta que se convierte en problema. Se sabe que empieza a ser un problema, cuando no te deja vivir.
Mientras vivas en la tierra, has de aplicar la ley moral y la ley natural. La medida en que lo hagas es cosa tuya. Nadie puede decirte quien eres, tu eres quien lo ha de descubrir.
Si no aceptas entrar en el juego, tendrás también tu castigo, por que la primera obligación de una persona es vivir como persona, y negarte no te servirá.
Tienes dos opciones, pasar por el aro de los vivos, o no pasar y quedarte fuera de la vida.
Es sorprendente la facilidad con que doy consejos que yo mismo soy incapaz de seguir. Te aseguro que te entiendo muy bien, pero al final tendrás que tomar una decisión, como estoy haciendo yo, el tiempo que me lleve y el esfuerzo eso solo lo sabré yo, pero también es cierto que mientras lucho por aquello en lo que creo soy yo mismo y esa es una buena forma de vivir.
También te advierto de que si pasas a la acción, descubrirás que hay muchas maneras de hacer el bien en este mundo imperfecto, aun después de conseguir lo que deseas. No te faltaran ocasiones para ejercer la moral, pero olvídate de encontrar un mundo perfecto regido por la moral. La moral la traen a este mundo las personas. Puedes ser una de ellas.
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No me preocupo por nada hasta que llega. Si lo que quieres es ser competente, sé competente y preocúpate de los problemas cuando lleguen.
En mi opinión, la competencia no tiene que ver con el egoísmo, porque para mi no es egoísta el tratar de hacer las cosas lo mejor posible, es mi obligación. Si alguien lo ve como egoísmo, es porque es incapaz de hacer lo que hago yo. El egoísta es aquel que sabiendo cómo hacer mejor una cosa, se lo calla y no la comparte, porque entiende que en cuanto los demás sepan hacer lo mismo que él, habrá perdido su ventaja. La persona noble en cambio, no teme revelar lo que sabe, sino que es una fuente de información porque su forma de entender es distinta. Donde el necio ve ventaja y miedo a perderla, el noble ve realización de sí mismo y satisfacción. Luego la moral no está en privarse de hacer cosas, sino en la conducta que uno tiene una vez ha demostrado de lo que es capaz. La mayor prueba de que esto es moral, es observar el beneficio que tiene para todos. Solo en un mundo de cobardes y egoístas mediocres, hacer lo mejor y decir lo que se sabe, puede ser tachado de reprobable en lo más hondo de la conciencia. Estamos en ese mundo.
Porque no todo el mundo puede hacer lo mismo y sí en cambio quieren lo mismo. Por esta razón hay que vigilar no ser más moral de lo que realmente es posible serlo, porque en la conducta moral hay un punto en que serlo se vuelve inmoral hacia uno mismo; cuando eso ocurre, es momento de dejarlo.
La moral nunca es una cuestión que se deba sostener por el utilitarismo, aunque esta es una postura personal. La moral se sostiene por sí misma sin necesidad de contabilizar personas ni beneficios.
No importa lo que sabes. Importa lo que haces con lo que sabes.
Si realmente se produce un conflicto entre tus valores morales y tus intereses debes hacerte esta pregunta:
- ¿Qué va antes, ser quien soy o ser competente?
La respuesta dependerá de quien seas.
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