Dolly, la situación que usted describe puede ser causada por varios factores que cuando se conocen con certeza se pueden manejar muy bien y disfrutar de una vida normal y tranquila. Es bueno que sepa que todos hemos experimentado algunos de esos problemas durante todo este tiempo de confinamiento, no se desespere amiga Dolly, todo eso puede mejorar.
Con relación al hábito de arañarse la piel es una forma de autolesión, un comportamiento compulsivo que tiene como fin hacerse daño a sí mismo. La mayoría de las personas que recurren a eso lo hacen porque se sienten sumamente angustiados. La mayoría de los que se hacen cortaduras no quieren morir. Solo desean aliviar su dolor emocional. ¿Es así como se siente usted después de la acción?
Permítame, por favor, tratar el tema desde el punto de vista espiritual, es decir con la ayuda de la Biblia. Un paso que es imprescindible para poder luchar contra el deseo de arañarse es orar a Jehová, el Dios verdadero. La Biblia dice: “Ech[e]n sobre él toda su inquietud, porque él se interesa por ustedes” (1 Pedro 5:7).
Sugerencia: Comience con oraciones breves, tal vez diciendo algo tan sencillo como: “Jehová, ayúdame por favor”. Poco a poco podrá ir abriéndole su corazón al “Dios de todo consuelo”. Al final de la oración debe terminarla diciendo: "en el nombre de Jesús, amen"
La oración no es una simple ayuda psicológica. Es nada más y nada menos que hablar con nuestro Padre celestial. Él nos dice y nos promete: No tengas miedo, porque estoy contigo. No te angusties, porque yo soy tu Dios. Yo te daré fuerzas. Sí, yo te ayudaré. Con mi mano derecha de justicia, de veras te sostendré’.
(Isaías 41:10).
Algo más que ha ayudado a muchos a vencer este hábito ha sido contarle su problema a alguno de sus padres o a otro adulto de confianza. A pate de decirlo en este foro ¿A quiénes más se lo ha dicho?
Por otro lado, con relación a la rabia y enfados que experimenta, medite en las siguientes sugerencias:
Póngase metas. Esfuércese por mejorar y dese un tiempo para lograrlo. Empiece por seis meses, por ejemplo. Y no olvide anotar sus progresos. Cada vez que se enojes, apunte: 1) qué fue lo que ha ocurrido, 2) cómo ha reaccionado, 3) cuál hubiera sido una mejor reacción y por qué. Entonces intente recordar sus notas la próxima vez que se enoje. Sugerencia: anote también las veces en que logre controlarse y escriba cómo se sintió. (Principio bíblico: Colosenses 3:8.)
Cuente hasta diez. Cuando algo o alguien la moleste, no diga lo primero que se le ocurra. Deténgase y respire hondo. Enrique, de 15 años, dice: “Respirar profundo me da tiempo de pensar antes de decir o hacer algo de lo que después pueda arrepentirme”. (Principio bíblico: Proverbios 21:23.)
Mire los dos lados de la moneda. Puede que en ocasiones se enfade porque solo vea un lado del asunto: el que le afecta a usted. Trate de ver el otro lado del problema. “Aun si alguien me trata mal —comenta Jésica, de 24 años—, normalmente hay alguna explicación, y pensar en eso me tranquiliza un poco.” (Principio bíblico: Proverbios 19:11.)
Aléjese del fuego. La Biblia aconseja: “Antes que haya estallado la riña, retírate” (Proverbios 17:14). A veces, lo mejor es alejarse cuando las cosas se empiezan a poner feas. Pero luego no se quede pensando en el problema, pues se va a enojar más. Mejor póngase a hacer algo. Una joven llamada Daniela reconoce: “He descubierto que hacer ejercicio me ayuda a liberar el estrés y a tranquilizarme”.
¡Olvídelo! La Biblia dice: “No pequen. Digan lo que quieran en su corazón [...] y callen” (Salmo 4:4). Según este versículo, el problema no es que se enoje. El problema es cómo va a actuar cuando se enojes. “El que responde a las provocaciones de los demás —dice Ricardo—, se está dejando controlar. ¿No sería mejor actuar con madurez y olvidar el asunto?” Si lo hace, no dejará que su enojo la controle a usted; usted será la que lo controle.
Espero que esas sugerencias le sean útiles y si tiene alguna otra necesidad para recibir más información no dude en dejar saber, estamos a su orden. Que mejore y siga su vida normal.